La expresión de Hermes Binner
fue a propósito de la relación de cercanía que está protagonizando el
Gobernador Antonio Bonfatti con la Presidente Cristina de Kirchner. En
el plano político, dijo que sería pertinente sumar la UCR al FAP, y
adelantó que aceptaría presidir el PS. “Uno añora siempre lo que más le
gusta. Pero bueno, la democracia es así; hoy estamos en una actividad
muy importante también que es la de fortalecer a nivel nacional el
Frente Amplio Progresista”, dijo Binner.
Hermes Binner ya no tiene
la vivienda que había adquirido en esta ciudad mientras era gobernador
de la provincia; volvió a residir en su casa de Rosario y reparte su
tiempo entre Buenos Aires, otras ciudades del país y Santa Fe, porque
también es asesor de Antonio Bonfatti.
En diálogo con El Litoral, admitió
estar más tranquilo”, pero también confesó que extraña lo que más le
interesa: la gestión ejecutiva. “Uno añora siempre lo que más le gusta.
Pero bueno, la democracia es así; hoy estamos en una actividad muy
importante también que es la de fortalecer a nivel nacional el Frente
Amplio Progresista”, comentó.
—¿Cómo marcha esa consolidación?¿Sienten que pueden ser alternativa de gobierno?
—Es apresurado decirlo, pero toda
organización política se une a fin de ser gobierno, y creo que ésta es
una apreciación que va mucho más allá de un partido político. La
realidad es compleja y necesita soluciones complejas; trabajar esa
complejidad significa más tolerancia, más diálogo, más búsqueda de
puntos de contacto, y tener siempre en cuenta ese elemento que es el
programa.
—¿La presencia de otro santafesino como
Mario Barletta conduciendo la UCR facilita un escenario de negociación
para sumar esa fuerza?
—La experiencia que tenemos en Santa Fe
es muy buena. Hace veinte años que venimos trabajando con los radicales
en el marco del Frente, de manera que organizar una propuesta similar
es de alguna manera un camino ya recorrido.
—Y con actores también conocidos...
—Por eso. Nosotros tenemos una etapa
insoslayable que es la de posicionar el FAP. En ese sentido, todo lo que
signifique cohesionar esa fuerza es bienvenido, y si hay que sumar
otras fuerzas políticas, eso tiene que salir del consenso del Frente
Amplio Progresista. Yo creo que sería una buena participación, y
realmente deseable sumar (la UCR) a una propuesta nacional.
—¿Qué debería ofrecer el FAP como alternativa para ganar las elecciones?
—Primero respetar la Constitución; hoy
la Constitución está bastante menguada. El simple hecho de pensar que
hay un federalismo que está en la Constitución pero que en la práctica
no funciona, sino que siempre hay que ir a Buenos Aires para demandar
algunas acciones que deberían llegar por el simple hecho de vivir en un
país federal, está hablando de una política de institucionalización del
país que es imprescindible. Y no estamos hablando de pequeñas
instituciones; estamos hablando de qué hace el Ejecutivo para respaldar
la decisión de la Corte Suprema de Justicia de la Nación sobre el caso
Badaro, o de devolverle a Santa Fe los 8 mil millones de pesos que
ilegítima e ilegalmente la Nación le está reteniendo. Entonces, tenemos
que conformar una propuesta donde se respete la Constitución y las leyes
para después pedirle más respeto a las instituciones, pero si el
aparato estatal no funciona en el libre diálogo interpoderes para
abordar los problemas concretos de la gente, mal podemos exigirle al
resto de la sociedad.
—¿Ése es el punto más débil de la gestión nacional: la falta de institucionalidad?
—El segundo es la inflación; ése es el
impuesto más injusto que existe porque castiga a los que menos tienen;
castiga a los sectores de ingresos fijos, a los jubilados, a los
pensionados. Y la verdad que sumado a la falta de institucionalidad es
un tema para nosotros muy serio. La institucionalidad tanto pública como
privada. Caminar por un sendero que nos permita recuperar las
instituciones con respeto a las mismas es un paso fundamental para
construir una Argentina mejor.
—¿Lo preocupa la situación económica y el correlato que pueda tener en las provincias?
—Todas las provincias tienen ya una
situación complicada, sin embargo, la economía no anda mal. Entonces el
problema está en la falta de un Estado que logre mayor igualdad. Si hay
algo que hace carecer de armonía una sociedad es la falta de igualdad;
esa brecha que existe entre los que más tienen y los que menos tienen.
Entonces, el que menos tiene es el que más impuestos paga y el que más
tiene posee el problema de dónde invertir los excedentes. Todo esto
complica la organización de una sociedad. Que hoy las grandes empresas
no paguen Ingresos Brutos nos pone en una situación inequitativa,
mientras que el IVA lo paga quien compra medio kilo de yerba. Esto se
resuelve a partir de un Consejo Económico y Social que incorpore a todos
los sectores a la misma mesa. Si el Estado se reúne con los
gremialistas, después con los empresarios, después otra vez con los
gremialistas, nunca nos pondremos de acuerdo. El Estado está en
condiciones de convocar a todos para alcanzar un consenso. La
desigualdad hace también que la situación se torne cada vez más
ingobernable.
—¿Entonces hasta aquí tenemos el fracaso del Estado?
—Es que el problema de la Argentina no
es económico, sino político. Si hubiera realmente un diálogo entre las
instituciones y una búsqueda de la igualdad, sería un momento
fundamental para disminuir la brecha social que existe. Como dice
Bernardo Kliksberg, en la medida en la que no fomentemos la fortaleza de
lo social, el desarrollo se vuelve meramente económico. Y en algún
momento, el desarrollo social se cruza y frena, paraliza el desarrollo
económico porque hay una demanda reprimida en la sociedad que se
manifiesta con inseguridad, con ausencias que calan hondo en la falta de
hermandad que debe tener un pueblo.
—Si fuese presidente, ¿cree que podría llevar adelante esto que describe?
—Nunca creímos que la realidad se
pudiera cambiar con dos o tres personas que piensan igual y que esas dos
personas puedan manejar cuarenta millones de habitantes. Las respuestas
tienen que venir de las personas que más saben, pertenezcan a partidos
políticos o a movimientos sociales, pero que se integren a partir de una
propuesta del gobierno. Por eso, sustentamos la necesidad de que
tengamos en el país un Plan Estratégico que piense al país en veinte
años.
—¿Hoy ve a la presidenta aislada?
—Tenemos noticias nuevas todos los días
y que sorprenden a la gente. Sobre Malvinas, el 2 de abril, la
presidenta expresó un mensaje muy diferente al de dos o tres días antes.
Entones, ¿cuál es el camino que se tiene que llevar adelante para
recuperar Malvinas? Esto es lo que hay que discutir. Hong Kong acaba de
resolver un gobierno compartido por los próximos cuarenta años; acá
hablar de cuarenta años parece una eternidad, pero pasan, nos iremos
nosotros y allí está el valor de las políticas de Estado.
—¿En la provincia, imaginó que a cuatro
meses de gestión iban a tener que emitir letras del tesoro y subir los
impuestos para poder pagar los aumentos de sueldos?
—Sí, claro; es lo que le pasa a todas
las provincias argentinas. No hay ninguna provincia que esté hoy en
superávit, y creo que ésta es una cuestión que está fundamentalmente
vinculada con el gobierno nacional, que no le da a las provincias lo que
necesitan. Hoy, hay un gran recaudador nacional que ilegal e
ilegítimamente le está descontando a las provincias. Le doy dos cifras: a
Santa Fe le deben 8 mil millones de pesos y el caso está en la Corte;
he hablado individualmente con los jueces y están de acuerdo en que la
Nación los debe, pero evidentemente hay presiones por lo cual no salió
nunca siquiera la cautelar. La otra cuestión es la que tiene que ver con
la coparticipación, porque por ley le corresponde a (la provincia) el
34,6 % del producto y hoy estamos entre el 26 y 28 % con lo cual es
mucho dinero que se queda la Nación y lo pierden las provincias. Si como
defensores del federalismo no levantamos nuestra voz, evidentemente
estamos demostrando que nos parece todo bien. Por eso, es necesario que
todos los legisladores de Santa Fe se expidan sobre la cuestión, porque
están los números, los tratados, los acuerdos.
—La oposición hace otra lectura; dice que los problemas de Bonfatti son por la herencia que usted le dejó ¿no es así?
—Creo que no hay que llevarle el apunte
a eso, porque la provincia ha tenido siempre ese efecto de que un año
ha sido superavitario y otro con déficit, y eso se corrige en el año
siguiente. En el presupuesto, uno supone que ingresará tanto dinero, que
el dólar y la inflación estarán en tanto, y supone que el gasto va a
ser tanto. Todo está en el aire.
—Pero más allá de esa alternancia que
describe, el déficit se ha ido acumulado en estos últimos años, y en
parte se atribuye al gasto político...
—Eso no es verdad. Además, la única
provincia que tiene derecho a la información pública es Santa Fe. Si
quiere ver las cuentas, pueden pedir que le muestren los libros.
—¿No hubo mala administración?
—Yo no puedo decir eso; lo dice la gente.
—¿Qué piensa cuando ve que los
senadores del PJ, casi sin resistencia, están dispuestos a apoyar una
reforma tributaria o aumento de impuestos?
—Es la presión de los municipios y
comunas, que están todos ahogados. Creo que hay una situación de
responsabilidad de entender que las cosas han aumentado. Cómo puede ser
que durante tanto tiempo no aumenten los impuestos.
—A usted se lo objetaron mucho más ¿qué cambió?
—Creo que hay una presión de los municipios y comunas.
—También dicen que Bonfatti es mejor negociador que usted...
—Bueno, puede ser. Siempre se va a aprendiendo del anterior.
—Dicen que dialoga más...
—En buena hora; me parece que eso es positivo.
—¿Aprendió de la experiencia?
—Sí, claro que sí. Aprendimos. Además,
son tiempos distintos. Cuando nosotros ingresamos, ingresamos a una
administración donde el 99 por ciento de los empleados eran puestos por
el gobierno justicialista. Y encontramos muchas limitaciones, como
también mucha gente que contribuyó desde el primer día y se puso la
camiseta. Pero no fue sencillo.
—¿Eso qué quiere decir, que después el socialismo necesitó poner sus propios empleados?
—No, no es así. Lo que quiero decir, es
que después de un cuarto de siglo de gobierno del mismo color,
prácticamente todos los empleados habían ingresado, y no precisamente
por concurso, a la administración.
—¿Y eso dice usted que le complicó la gestión?
—Y, porque la gente estaba lógicamente
agradecida al gobierno que le había dado trabajo. Entonces para nuestra
administración no fue fácil acomodar la cosa: poner el colchón arriba de
la cama, la silla alrededor de la mesa, en fin, todo esto llevó su
tiempo. Creo que hoy estamos...
—¿Con el camino más allanado?
—Hoy hay obras en marcha. Tuvimos que
posesionar los terrenos, no nos correspondían, no los teníamos, no
podíamos edificar, no lo aprobaba el Tribunal de Cuentas. El Tribunal de
Cuentas que no había hecho una observación en años, de golpe, teníamos
cataratas de pedidos de informes y de problemas. Pero sorteamos todo; no
nos quejamos.
—El proyecto de cambios impositivos que
se prepara vuelve a dejar de lado el gravamen de Ingresos Brutos para
la industria ¿No sigue siendo una deuda de la Justicia Tributaria?
—Creo que hay una gran incomprensión
del sector industrial. El sector industrial debería acompañar con
Ingresos Brutos, porque es la forma de hacer una organización social más
adecuada; después se quejan por el tema de la inseguridad. Yo creo que
la inseguridad tiene su base fundamental en la desigualdad. Si creemos
que todo es ganancia y el resto de la sociedad no importa, nos
equivocamos. Hay que buscar la forma de encontrar una media donde el que
más gana, más pague. Son cosas que hay que corregirlas, y se corrigen
con diálogo, con comprensión. A veces admiramos los países escandinavos o
europeos que tienen una mayor presión impositiva, sin embargo, son los
que tienen una mayor igualdad social, y son más vivibles. Hay una
desigualdad flagrante entre el que tiene todo y quiere tener mucho más y
no sabe cómo transformar sus excedentes en dólares, y muchos que hoy ya
no tienen acceso a la vivienda.
—¿Sigue pensando que debería incluirse entonces este aspecto en la reforma?
—Mire, Juan B. Justo decía que no hay
democracia sin impuestos. Esto es lo que tenemos que comprender como
sociedad, si no tendremos un Estado debilitado, que no construye
escuelas ni hospitales, ni puede pagarle a su policía. Esto es una
demanda de una sociedad mejor, de lo contrario, es una sociedad donde la
política es ponernos rejas, rejas y más rejas en nuestras casas. Y
vivimos enrejados. No es ése el destino del hombre.
—Pero hasta aquí, parece que vuelve a primar la postura del sector empresarial...
—Es que nosotros no avanzamos con
decretos de necesidad y urgencia; avanzamos con la ley, y para eso
necesitamos del acuerdo de los empresarios que puedan aportar a una
sociedad mejor. Entonces, cuando hablamos de desarrollo, hablamos de
desarrollo económico y social...
—¿Sin ello el proyecto no es sólo un aumento de impuestos?
—La otra es pedirle la máquina de hacer
billetes a Boudou y fabricar billetes aquí durante un par de días, y
después devolverla...
—¿No le parece que además de a los empresarios, también tienen que pedirle comprensión a los legisladores del PJ?
—Es que se miden las cosas
paritariamente y no políticamente. Políticamente nos conviene a todos
tener impuestos justos. Pero hoy los hay injustos; cómo explicamos que
una gran empresa no pague ingresos brutos y sí los pague la verdulería
de la esquina. Estas son las cuestiones que hay que superar. Y no se
superan oponiéndose a los que están en el gobierno, sino haciendo
mejores propuestas.
—Como asesor de Bonfatti ¿que le recomendó en este sentido?
—El gobernador es Bonfatti y el que
decide es él. Por supuesto charlamos y conversamos todas las semanas,
pero el gobernador es él.
—¿Le molestó la cercanía del gobernador con la presidenta?
—Es lo que corresponde, porque el
gobierno confunde todo, y eso es la esencia del populismo; confunden
gobierno y partido, y nosotros lo diferenciamos. Entonces si uno
pertenece a un partido, lo votó el 50 % pero es gobernador del ciento
por ciento de la población. No puede decir que porque al partido no le
conviene, entonces no va a ciertos lugares. Tenemos que ir a los lugares
que nos cita la Nación, y pretendemos que se cumpla con el federalismo,
cosa que no hace el gobierno nacional.
—Ud. dijo que en la relación con la
oposición, Bonfatti aprendió de la experiencia. ¿Pasó lo mismo con la
Nación teniendo en cuenta su vínculo más bien tenso con la presidenta?
—El momento de tensión lo tuvimos cerca
del final cuando los dos éramos candidatos. Pero hay una diferencia muy
grande entre ser gobierno y ser candidato.
—¿Cree que a Bonfatti le irá mejor con esta relación cercana para lograr, por ejemplo, que la Nación pague sus deudas?
—También nosotros tuvimos una relación
cercana, y nos enviaron a la Corte Suprema; fue la corte la que no nos
respondió (por la deuda con la provincia).
—¿No sería contraproducente, y que alguien entienda que es un gobernador cooptado por la presidenta?
- No. Mire, no hay que tenerle miedo a
las alianzas si usted sabe adónde va. Entonces, si usted quiere un país
con igualdad de oportunidades, con decencia en el manejo de la cosa
pública, que identifique claramente la diferencia entre los tres poderes
pero a la vez haya un diálogo para poder sacar la república adelante,
si usted tiene en claro eso, no hay ningún problema.
—¿Cómo está con Giustiniani?
—Estamos mejor. Tuvimos un congreso el otro día que fue muy fructífero. Vamos bien.
—¿Será el próximo presidente del partido?
—Hay que preguntárselo a los congresales.
—¿Aceptaría si se lo proponen?
—Sí.
Sostuvo que los senadores del PJ
apoyan ahora el aumento de impuestos porque “los presionan” municipios y
comunas. Consideró que en la relación con la oposición, su sucesor
aprovechó la experiencia: “Siempre se aprende del anterior”, sentenció.
Código e YPF
Binner elogió el proyecto de reforma
al Código Civil. Dijo que en términos generales es “una buena propuesta”
porque “está basada en hechos concretos de la realidad”. En cambio, fue
crítico con la idea esbozada por el gobierno nacional de estatizar YPF.
“Son ideas que surgen de un día para
el otro. Dicen: ‘Vamos a estatizar YPF’, con lo cual logran que bajen
las acciones y así abaratan el valor de la empresa.
Es una maniobra especulativa que hace
el gobierno para poder realmente bajar el precio de las acciones en
Nueva York. No hay una decisión política de fondo”, aseguró.
Foros
El 14 de abril, el Frente Amplio
Progresista (FAP) organiza una reunión en Tucumán con las provincias que
integran el NOA. “La idea es seguir perfeccionando la organización que
es de alguna manera lo que nos permite dialogar, consensuar, tener
propuestas comunes, ir a elecciones con un programa. Ése es el punto de
integración que tiene el FAP, el programa”, dijo. La idea es extender la
experiencia de estos encuentros a las demás regiones del país.
“Queremos debatir los problemas comunes y si hay aportes, generar
propuestas que permitan una salida a la Nación. Pero siempre va a ser en
el largo plazo”, aclaró.
A Santa Fe, la Nación le debe 8
mil millones de pesos y el caso está en la Corte; he hablado
individualmente con los jueces y están de acuerdo en que la Nación los
debe, pero evidentemente, hay presiones por lo cual no salió nunca
siquiera la cautelar”.
Cuando nosotros asumimos,
ingresamos a una administración donde el 99 % de los empleados eran
puestos por el gobierno justicialista. Y encontramos muchas
limitaciones, como también mucha gente que contribuyó desde el primer
día”.
El sector industrial debería
acompañar con Ingresos Brutos, porque es la forma de hacer una
organización social más adecuada; después se quejan por el tema de la
inseguridad”.
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