lunes, 19 de marzo de 2012

NAC. Nadie controla los juguetes sexuales made in Argentina

Ningún organismo oficial busca evitar que contengan plásticos perjudiciales para la salud.

 

Son productos que tienen usos médicos, que pueden servir por ejemplo para recuperar la actividad sexual en mujeres después del parto, o en caso de particulares disfunciones sexuales. Eso, además de su obvio uso recreativo. Sin embargo, los vibradores y otros juguetes de índole íntima que se usan en la Argentina no tienen ningún tipo de control, ni del Anmat ni del Ministerio de Salud, lo que podría generar problemas de salud debido a la profilaxis del plástico.
La información sale como un coletazo de la decisión de la Secretaría de Comercio de restringir las importaciones y apostar a la producción nacional. Ana Ottone, de la firma Sophie Jones, es una de las que acuerda con la decisión, pero con reservas. “Mi objeción es que la industria nacional que existe hoy es de muy mala calidad”, dice y hace foco en la escasa o nula regulación. “Estamos hablando de salud. En todos los productos de látex, plásticos y derivados hay un riesgo de salud real. Hay sustancias químicas del plástico que pueden ser disruptores endocrinos, con riesgos de problemas de fertilidad o de reacción alérgica grave. El vibrador es un producto erótico, pero debería tener mínimos requerimientos porque son cosas que entran en tu cuerpo y necesitás obviamente recaudos”, agregó Ottone.
Mientras en el Ministerio de Salud nacional ratificaron que desde allí no se los controla, en el Anmat –que regula medicamentos y afines, como los propios preservativos– la mera consulta provoca reacciones hilarantes: “Nos ocupamos de la salud, no de las cosas que la gente se mete adentro”, comentaron a este diario.
Lo cierto es que los plásticos de estos juguetes sexuales (al igual que el de los juguetes ordinarios, los destinados a los niños) pueden contener sustancias que podrían causar daños a la salud. Uno de ellos, son los denominados ftalatos, que –a la vez que colaboran con la suavidad y flexibilidad del plástico– están en la lista de sustancias cancerígenas y pueden causar daños al sistema productor de hormonas. Por estas mismas razones, los médicos consultados por PERFIL recomendaron usar los productos con un preservativo encima para evitar no sólo la toxicidad, sino incluso posibles infecciones por la mezcla de lugares y fluidos.

No comments. La mayoría de las productoras argentinas de vibradores, consoladores (la diferencia es la pila) y afines son ex fabricantes de juguetes reconvertidos durante la década del noventa, en la que cayeron como avalancha los productos del sudeste asiático que aprovechaban el cambio tanto como el modelo desindustrializador argentino.
Esa reconversión, así como la creciente demanda interna, los mostró dando entrevistas y contando sus éxitos a troche y moche.
Sin embargo, ahora, ni productores ni vendedores minoristas accedieron a hacer comentarios ante la requisitoria de PERFIL y la nueva medida tomada por la secretaría de Guillermo Moreno luego de reuniones con los mismos productores.
Gustavo Vidal, directivo de Extasy Collection, declaró a Clarín en 2008 cómo en cinco años se duplicaron los sex-shops. Pero, ahora, ante el cambio de situación en la importación, no se explayó en demasía: “No puedo hablar. Nosotros tenemos producción local e importada, pero todavía no sabemos bien qué vamos a hacer”, dijo y cortó la comunicación telefónica. Tampoco en Sex Shop Baires mostraron especial locuacidad. “No hay comentarios ni información al respecto”, se limitaron a decir.
Ottone –quien introdujo en el país el concepto de reuniones sexuales con amas de casa– redondea: “En definitiva, se trata de una falta de educación, es nuestro problema como sociedad. Los ginecólogos y sexólogos están alarmados por las infecciones y las alergias. La restricción a la importación termina siendo peligrosa porque dan vía libre, casi que te obligan a usar productos nacionales, donde no se regula y a nadie le importa”, concluyó.

El fin de las ayudas
Nuestra sociedad aún está en conflicto con el placer sexual. La gente tiende a sentir por las ayudas sexuales (vibradores, lencería, muñecos, entre otros) lo mismo que siente por la pornografía. Las dos cosas son para obtener placer y no para procrear. Y ello hace sentir incómodo a muchos.
Algunas personas se sienten molestas ante la utilización de las ayudas sexuales. Utilizar elementos mecánicos en situaciones tan íntimas va sencillamente contra la manera en que creen que se deben expresar los sentimientos: es antinatural, despersonalizado, es como una sustitución de algo. Otras personas, al contrario, encuentran que las ayudas sexuales son enriquecedoras y placenteras; no les parece que una máquina esté sustituyendo a su compañero, ni que esto las separe de él.
A algunas mujeres, las ayudas sexuales les suenan a algo extraño. Sin embargo, el factor clave no es si les suenan o no extraño, sino cómo se utilizan y qué significa utilizarlos para una persona o para una pareja.
Si una persona utiliza una ayuda sexual y eso le impide expresar su sexualidad a otra persona, en este caso deberá averiguarse la utilización de ese aparato y su significado.
En nuestro trabajo como sexólogos, muchas veces indicamos el uso de ayudas sexuales, como vibradores, para resolver casos de anorgasmia o imágenes eróticas para mejorar la calidad del encuentro sexual. También indicamos pornografía para desensibilizar a personas con mucha dificultad para conectarse con las situaciones sexuales, lo mismo que el uso de lencería erótica.

*León Gindin. Sexólogo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario