Un hijo del sindicalista Abel
Beroiz, asesinado en 2007, falleció ayer como consecuencia de un cáncer
en la clínica de la Fundación Favaloro, en Buenos Aires. Abel Beroiz
hijo, abogado de 49 años, tuvo una activa participación impulsando la
persecución de los acusados por el crimen de su padre.
Un hijo del sindicalista Abel
Beroiz, asesinado en 2007, falleció ayer como consecuencia de un cáncer
en la clínica de la Fundación Favaloro, en Buenos Aires. Abel Beroiz
hijo, abogado de 49 años, tuvo una activa participación impulsando la
persecución de los acusados por el crimen de su padre, en un juicio por
el cual resultaron condenadas ocho personas el año pasado. Beroiz fue
velado ayer en la ciudad de Venado Tuerto, donde hoy será enterrado
junto a la tumba de su padre.
Beroiz hijo, a quien unos meses atrás
se le detectó un cáncer de colon, trabajaba desde hacía tiempo en la
ciudad de Buenos Aires, en la Federación Nacional de Camioneros que
lidera Hugo Moyano, y también en la Administración de Programas
Especiales (APE). Además había participado activamente como querellante
en las causas vinculados con el asesinato de su padre, quien era titular
del gremio de camioneros a nivel provincial y tesorero de la federación
nacional.
Por encargo. El
sindicalista Abel Beroiz tenía 71 años cuando lo mataron por encargo, el
27 de noviembre de 2007, en la cochera subterránea de la plaza
Montenegro, en Rosario. Lo balearon en una mano, el pecho y el tórax y
le asestaron varias puñaladas.
Tres años y medio después ocho personas
fueron condenadas por intervenir con distintos roles en el crimen. El
sicario, Raúl Oscar Flores —quien actuó acompañado por un menor que fue
desvinculado por ser inimputable—, y los tres autores del plan criminal
—los gremialistas Juan Carlos Dell Arciprette, Alejandro Lázaro y Julio
César Gerez— fueron sentenciados a prisión perpetua.
Además, otras cuatro personas recibieron condenas como partícipes secundarios del homicidio.
La resolución del juez de Sentencia Nº
8, Carlos Carbone —apelada por los abogados defensores— indicaba que el
crimen se había perpetrado por una discordia en la conducción provincial
del sindicato de Camioneros que entonces lideraba Beroiz.
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