El gobierno tucumano se muestra
comprometido en la lucha contra la trata de personas. Sin embargo, todos
buscan sacar provecho del caso.
Preocupado por deslindarse de responsabilidades políticas en
el caso Marita Verón y diferenciarse de su antecesor Julio Miranda, José
Alperovich intenta por estas horas limpiar su buen nombre y honor, y
mostrarse como un gobernador comprometido a fondo contra la trata de
personas. No le tiembla la voz para ordenar allanamientos en busca de
menores que son explotadas sexualmente, quien sabe desde cuando, pero lo
hace ahora que la prensa nacional tiene puesta la lupa en Tucumán.
Recibe compungido ante las cámaras a Susana Trimarco en su despacho y
promete que no va claudicar con su lucha contra los proxenetas, que se
aprovechan de chicas indefensas. Y envía a su Ministro de Seguridad
Mario López Herrera para que siga el juicio oral que se lleva a cabo en
el palacio de justicia local.
Pero lejos de convencer de sus buenas intenciones, la actitud del
gobernador provocó la ira del abogado de los imputados Rivero, Cergio
Morfil que molesto por la presencia de los funcionarios en la sala de
audiencia parafraseando la cita bíblica “Dad al César lo que es del
Cesar” solicitó al tribunal el retiro de los mismos: “No se puede
tolerar que haya en la sala miembros del Poder Ejecutivo provincial. Mi
clienta tiene una sensación de inseguridad que la descompensa. Y yo
mismo me siento controlado en mi accionar.”
La foto que lo condena. Los gestos ampulosos de Alperovich por tratar de
tapar su estrecha relación con el ex gobernador Miranda, a quien
Trimarco señaló como uno de los responsables por el secuestro de su hija
por su relación con la mafia de los Ale, se contradicen con la foto en
la que aparece recibiendo a Rubén \"La Chancha\" Ale (a quien su ex
esposa acusó de proxeneta) en la Casa de Gobierno, cuando San Martín de
Tucumán ascendió a la primera A y este se desempeñaba como presidente
del club.
Silencio cómplice. Algunos investigadores que acompañaron a Trimarco en
los inicios de la investigación, recordaron ante PERFIL el poco
acompañamiento que tuvieron del entonces senador y posterior gobernador
Alperovich: “Él recién comienza a manifestar su preocupación por el
caso, cuando el gobierno de Estados Unidos premia a Susana en el 2008
con el título de Madre Coraje”.
Hoy en pleno apogeo del caso Marita Verón, familiares de otras víctimas
de la impunidad provincial claman por justicia, pero hasta ahora la poca
atención mediática no logran atrapar la atención del gobernador
Alperovich, que solo hace gala de su eficacia cuando los casos
trascienden la prensa nacional. El último ejemplo de su silencio
cómplice, fue el caso Marchese ( en la que se acusa al hijo de su
ministro de economía de atropellar y provocarle la muerte a Silvia y
Domingo Marchese), recién después de seis años rompió el silencio y otra
vez deslindó responsabilidades cuando la presión mediática y social lo
comenzaba a asfixiar.
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