Alrededor de un 15 % de la población escolar en la ciudad de Santa Fe padece este trastorno, según un estudio local. El desafío es obtener un diagnóstico temprano para evitar el fracaso en la escuela y la frustración en los niños y adolescentes.
INTITUCION DEDICADA A ESTE TEMA |
APR3NDAM OS. El nombre de la asociación está escrito
como lo hubiera hecho un chico con dislexia. La institución comenzó a
gestarse en junio de 2007 cuando en la ciudad de Santo Tomé se reunió
por primera vez un grupo de padres de niños y adolescentes con
diagnóstico de dislexia, convocados por la psicopedagoga Marcela
Mendicino. El objetivo fue compartir experiencias y aunar esfuerzos para
que se conozcan los alcances de ese trastorno.
“Cuando nos empezamos a reunir, enseguida surgió cuál
es el mayor problema con el que nos encontrábamos: la falta de
conocimiento sobre la dislexia. Entonces, comenzamos a organizar charlas
para docentes y público en general. Luego gestionamos la personería
jurídica y nos conformamos como asociación en abril de 2008”, recordó
Gabriela Morcillo, presidenta de Aprendamos.
La entidad sin fines de lucro funciona en un espacio
prestado por la Municipalidad de Santo Tomé. Se sostiene con un mínimo
aporte de los padres, con la realización de eventos benéficos y el
trabajo ad honorem de los profesionales. Este año, atendió a 40 chicos
con dislexia. “No tenemos conocimiento de que exista en el país otra
asociación que se ocupe exclusivamente de este trastorno”, señaló
Morcillo.
La actividad de Aprendamos fue creciendo al ritmo de
la demanda. Realiza reuniones con padres, lleva adelante talleres de
conciencia fonológica, juegos motrices, plástica y técnicas de estudio
con los chicos disléxicos, dicta charlas en las escuelas y asesora a
docentes e imprime folletería informativa. También ofrece tratamiento
clínico a chicos con dislexia, gracias al trabajo gratuito de las
psicopedagogas Lara Dolfo, Agustina Gasser y María Flavia Losinno, la
psicóloga Roxana González y la terapista ocupacional Liliana Voisard.
Rosa Carreras, mamá que asiste a la asociación,
resaltó que a su hijo lo atiende una psicopedagoga que viene
gratuitamente desde Esperanza. “Lo trató durante 3 meses, fue a la
escuela a hablar con la maestra y le fijó pautas para que él pueda
avanzar en la escuela. En la asociación me siento respaldada”, destacó.
Síntomas comunes
La psicopedagoga Marcela Mendicino señala que el
docente es el “gran detector” de la dislexia y que tanto él como los
padres deben estar atentos a los síntomas más comunes de este trastorno:
la escritura en espejo, la inversión de letras y números, las
omisiones, sustituciones y uniones de palabras, las dificultades de
comprensión lectora, la desubicación espacial (no respetar el renglón,
por ejemplo), la diferencia entre el desempeño oral y escrito, la
repitencia de errores ortográficos sin poder subsanarlos.
“Desde lo cognitivo, tienen dificultades para
procesar todo lo que es secuencial y la obtención de datos lingüísticos
rápidos. Tal vez llegan al resultado de 2x2 es igual a 4, pero sumando
con los dedos; les falta ese “imput” inmediato que los otros tienen.
Presentan dificultades con las tablas de multiplicar, también con las
eras geológicas, con los días de la semana, los meses del año, para
buscar una palabra en el diccionario; todo lo que es secuencial”,
explica la especialista.
Una vez que el niño con dislexia llega al
psicopedagogo, el profesional hace un diagnóstico diferencial. Despeja
que no haya un problema intelectual, emocional o sensitivo grave que
esté obstaculizando el aprendizaje. Recién después, hace foco en la
dislexia para la cual hay un tratamiento clínico específico. “Trabajamos
con la conciencia fonológica; con la memoria operativa para que pueda
ir leyendo, sostener y comprender lo que sigue; con el principio
alfabético”, detalla Mendicino.
Ser disléxico no es un rótulo o un estigma
que llevará un chico. Es solamente la carta de presentación de cómo él
aprende, es asumir que puede acceder al conocimiento pero de una manera
diferente.
Marcela Mendicino
Psicopedagoga
Rol docente
Sólo con unas cuantas adecuaciones instrumentales,
el docente puede ayudar al chico disléxico a avanzar. Por ejemplo,
ofrecerle los enunciados ya escritos con antelación y que el alumno se
aboque nada más que a resolverlos; permitirle subrayar directamente en
el libro; poner el número de la pregunta para que no tenga que
retranscribirla; tomarle examen oral en vez de escrito; si hay una
lectura, darle el texto un día antes para que la trabaje en su casa.
+ información
Avellaneda 1926, Santo Tomé.
Tel. 0342-4753371.
E-mail: aprendamos_santafe@yahoo.com.ar
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