lunes, 24 de octubre de 2011

ROSARIO/Un taxista usó un arma suya para resistir un robo y resultó baleado

Se trenzó en una pelea con un joven ladrón que había subido a su vehículo simulando ser un pasajero en la zona oeste de la ciudad. Según relató, tras robarle la recaudación, el maleante lo atacó con una cuchilla y el conductor se defendió con una pistola calibre 380.
 
Un taxista usó un arma suya para resistir un robo y resultó baleado
El viernes a la noche Rubén Darío Gurdulich, un taxista de 49 años, se trenzó en una pelea con un joven ladrón que había subido a su vehículo simulando ser un pasajero en la zona oeste de la ciudad. Según relató, tras robarle la recaudación, el maleante lo atacó con una cuchilla y el conductor se defendió con una pistola calibre 380. En el forcejeo, al chofer un proyectil le atravesó un dedo mientras que el asaltante fue alcanzado por un tiro en una pierna. Finalmente el malhechor, un muchacho de 18 años, terminó detenido cuando lo estaban atendiendo en el Hospital de Emergencias Clemente Alvarez.
Si bien ya había sufrido robos, el viernes pasado fue la primera vez que Gurdulich es asaltado desde que, hace cuatro meses, comenzó a trabajar como taxista. Ocurrió cerca de las 22.30, cuando luego de dejar a un pasajero en Avellaneda y Seguí, y tras recorrer tres cuadras hacia el oeste, una mujer adulta y un muchacho le hicieron señas para que detuviera su Chevrolet Corsa.
La presencia de la mujer no le despertó sospechas. "Primero me dijeron que los llevara a Avellaneda y Seguí, pero después la señora se fue y subió solamente el pibe", explicó el trabajador a este diario ayer al mediodía en la puerta de su casa de la zona sur de la ciudad.
Presunción. Una vez en el Corsa, el muchacho le requirió que lo llevara hasta el pasaje Manantiales (a la altura de Avellaneda al 3800). Allí, según le dijo, debía recoger a su novia. "Primero me pidió que hiciera señales de luces para que la chica nos viera y después que avanzara algunos metros", comentó el chofer.
En ese momento, Gurdulich supuso que podría ocurrir algo desagradable. En escasos segundos, comprobó que su presunción no era equivocada cuando el pasajero le hundió una cuchilla de unos cuarenta centímetros en el cuello. Así, el ladrón le ordenó al taxista que continuara la marcha hasta Presidente Quintana y Magallanes, una zona donde se levanta una villa.
Gritos. "Primero le entregué la recaudación y después me pidió el equipo de música. Cuando lo estaba por desmontar, me gritó que lo arrancara. Le respondí que no iba a hacerlo. Se puso nervioso y me dio un puntazo en la cabeza. Entonces, como creí que podía matarme, manoteé la pistola y el cargador que estaba en un bolsillo de la puerta del lado del acompañante", recordó el taxista mientras exhibía una remera blanca y un pantalón marrón claro ensangrentados que tenía puestos al momento del atraco.
"Después me bajé —continuó su relato—, monté el arma y comenzamos a forcejear en la calle. El tipo me agarró la pistola y se disparó un balazo que le pegó en la pierna. Después, me apuntó a la cara. Puse una mano para protegerme y un tiro me atravesó un dedo".
El taxista trastabilló y cayó al suelo mientras que el ladrón escapó con la pistola calibre 380 del chofer. Alertados por las estampidas, los vecinos salieron a la calle y lo auxiliaron. Un rato después, una ambulancia del Sies lo llevó al Hospital Centenario donde los médicos comprobaron que un proyectil le había atravesado el dedo índice de la mano izquierda.
Grave. En el centro asistencial, le suturaron con un punto la herida en la cabeza y le inmovilizaron el dedo con un vendaje. Los médicos le dijeron que hay dos posibilidades, una de ellas extrema: "Lo mejor sería que el hueso se elongara para que el dedo quedara rígido, pero si no ocurre esto tal vez tengan que amputarlo", comentó.
Tras las curaciones de rigor, Gurdulich se dirigió a la comisaría 18ª —controla la zona donde ocurrió el hecho— para denunciar el violento atraco. Una vez allí, se enteró de que el ladrón también había resultado baleado y que había acudido al Heca, donde los médicos determinaron que un proyectil calibre 380 le había perforado la pierna izquierda, además de una herida en la mano izquierda y otra en el cuero cabelludo.
El muchacho fue identificado como Leonel Vladimir Z., de 18 años, y terminó preso en la seccional 18ª.
Tenencia
Rubén Gurdulich señaló que no tiene permiso de portación, pero sí de tenencia de arma de fuego. La aclaración está relacionada con el hecho de que el chofer llevaba una pistola calibre 380 marca Taurus cuando se enfrentó con el ladrón que lo asaltó el viernes a la noche mientras conducía el taxi.

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