"¿No se preguntan esos pelotudos que hablan de 6.7.8 por qué tiene audiencia?". Dice que Sarlo "hizo abuso de género" y justifica su paso por Clarín en la dictadura.
El "ex periodista" -así se autodefine- Orlando Barone le dio un extenso reportaje a Astrid Pikielny para la relanzada revista La Maga donde despotricó contra todos. El panelista de 6.7.8 le apuntó a Jorge Lanata por considerarlo fruto de una "no política" y también a los periodistas Nelson Castro y Santo Biasatti como “militantes del establishment, fanáticos de la oposición". "Los fanáticos son como una barra brava. Frente a un cambio estructural, como el que hay en donde el embate de los medios sucede, hay algunos que disimulan más, pero la intención es destituir al gobierno", señaló. "Si la situación o el contexto fuese otro, este programa (por 6.7.8) no podría existir y el público no se habría sublevado. (...) Aun solventado con el pobre dinero público y con figuras que no eran muy conocidas. No estaban Nelson Castro, (Luis) Majul, Lanata. Eran cinco periodistas desconocidos. ¿Por qué no se preguntan todos esos pelotudos que hablan por qué un programa tan chiquito, tan ordinario, como dice Lanata, tan poco inteligente y bruto, tiene tanta audiencia?", disparó. En otro pasaje, Barone le responde a Horacio Verbitsky que en una nota con la revista Noticias sugirió que 6.7.8 no es "periodístico sino propaganda política": "El también fue propagandista. Confesó haber sido jefe de inteligencia de Montoneros", aseguró el escritor. "Creo que 6.7.8 es un programa político que no puede compararse con uno de análisis periodístico, porque el soporte es distinto y los tiempos del programa son distintos. El periodista que no se da cuenta de esto es un pelotudo", señaló para refutar al "Perro". Sobre la recordada visita de Beatriz Sarlo al programa, Barone aseguró que su participación “no fue productiva. ¡Fue un desastre! Yo pagué como loco. No le repliqué, ella no me contestó mis preguntas, me prepoteó e hizo abuso de género. Y los periodistas no hicimos uso del programa. ¡Admitimos que no somos abiertos! ¡Hay que ser como somos! ¿Acaso La Nación te da la posibilidad de escribir sobre (Hugo) Moyano cinco páginas que hablen a favor? Nosotros invitamos a (Ricardo, uno de los impulsores de Carta Abierta) Forster, y ella no dijo nada inteligente". A su vez, dijo que Sarlo "no es una persona que parezca importante en mi vida cultural. Ellos ponen el debate entre el bien y el mal, como hace (Mariano) Grondona. Llaman a Alfredo Bravo y lo ponen con el torturador; el torturado y el torturador: ¿Qué es eso? Estamos hablando de los medios argentinos", dijo al recordar el día que Bravo y el represor Miguel Etcholatz discutieron en Hora Clave. Sobre la renuncia de Mike Amigorena en El Pacto, la miniserie que relata la versión del oficialismo sobre la compra de Papel Prensa y en la que el actor encarna el rol del CEO de Clarín, Héctor Magnetto, el periodista opinó: "No podés poner a un actor que cree que es neutral, que piensa que puede estar en los dos mundos". Sobre su paso por la redacción de La Nación, diario al que hoy critica desde su silla en 6.7.8, dijo que ocupaba - como "en todos los medios donde estuve" - un lugar marginal: "Si yo voy a La Nación, no debo hablar mal de Bartolomé Mitre, del polo, de las empresas que bancan a los grupos agropecuarios, del Teatro Colón, etc. En cualquier medio, uno puede hacerse el libre siempre que no conspire contra la empresa, por eso es fácil hacer una serie como El Puntero, o hacer Diario Popular, en el que las notas no tienen nombre y apellido". En tanto, sobre sus columnas en Clarín durante la última dictadura admitió que "no era avanzada la represión" en 1976, cuando le tocó llevar tapas del diario a la Casa Rosada para que fueran autorizadas: "Yo colaboraba, iba con mi nota y hacía el reportaje. No tenía nada que ver. No se contaba nada de eso en el suplemento. Ahí se hablaba de un concierto de Fito Páez, de una conferencia sobre historia del Medioevo. Imaginate cómo era la temática para no herir al Gobierno Militar. No participaba del conflicto bélico. Mi rol era secundario".
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