martes, 6 de septiembre de 2011

SANTA FE...“Es muy grave lo que pasó, ya teníamos denuncias previas a la golpiza"

Lo dijo el subsecretario de Derechos Humanos de la provincia, Horacio Coutaz, sobre los policías detenidos por apremios ilegales contra tres menores de edad. "Lo positivo es que se actuó muy rápido, los policías acusados están detenidos y la Justicia está investigando el caso”, señaló Coutaz.


El calificativo corresponde a los hechos denunciados por tres menores que residen en el centro El Refugio, quienes manifestaron en sede judicial haber sido golpeados y picaneados por agentes de la fuerza de seguridad pública en la comisaría 3ª. La jueza Susana Luna procesó a siete hombres y a una mujer por delitos de vejaciones, imposición de torturas como de haber evitado hacer cesar dichos hechos aun cuando carecieran de la competencia para hacerlo. Por su parte, la directora provincial de la Niñez, Carolina Galcerán, destacó que desde que se conocieron los hechos “a los menores se los acompañó en todo momento y se les garantizó la protección y seguridad suficiente como para que puedan relatar lo que les ocurrió”. Si bien en un principio se informó que los menores fueron trasladados a la dependencia policial a partir del llamado de un vecino de barrio Candioti, donde está ubicado El Refugio, Galcerán le restó importancia a las opiniones en contra del funcionamiento de la institución en la zona. “Así como hubo comentarios en contra, también hay muchos vecinos que colaboran con la institución y que se solidarizaron con los chicos y con los trabajadores. Es importante aclarar que los niños y adolescentes que viven en el centro no están allí porque cometieron delitos sino porque vivieron una situación de vulneración de sus derechos tan grave que tuvieron que irse de su casa”, indicó. De esta manera, la funcionaria explicó que El Refugio es una institución “abierta” y que los residentes están autorizados para salir. “Ellos viven allí y hacen la vida normal de cualquier adolescente o joven de su edad. Van a la escuela, a talleres y circulan libremente. No tienen por qué estar encerrados. Hay algunos vecinos que aceptan la situación de mejor manera que otros, pero están incluidos en el barrio y participan de los espacios comunitarios”. En El Refugio viven entre 10 y 14 chicos de manera estable que –según explicó Galcerán– construyeron una continuidad y cotidianidad a partir de vivir juntos. Además, la funcionaria destacó que la institución para ellos funciona como una “casa” y no simplemente como un lugar de estadía, donde pueden permanecer hasta que logren armar “un proyecto de vida”.

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