miércoles, 21 de septiembre de 2011

CENTRAL DEBERÁ CORREGIR LOS ERRORES DE MANERA INMEDIATA

Si de los errores se aprende, a veces está bien pararse y volver la vista atrás. Ahora, si el ejercicio de corrección de esos yerros no se lleva a cabo de la manera indicada, esa retrospectiva puede resultar un arma de doble filo.

Si de los errores se aprende, a veces está bien pararse y volver la vista atrás. Ahora, si el ejercicio de corrección de esos yerros no se lleva a cabo de la manera indicada, esa retrospectiva puede resultar un arma de doble filo. El fútbol, y sobre todo el clima que afloró en el Gigante en el partido ante Guillermo Brown de Puerto Madryn, fueron dos postales de esas que, desde hace ya un tiempo, vienen martirizando a Rosario Central. Porque la falta de ideas desde lo futbolístico generó el malestar en las tribunas, esa impaciencia le nubló más la vista a un equipo que lejos estaba de poder marcar la diferencia (desde el juego y el resultado) frente al hoy conjunto más endeble de la categoría, y a partir de ahí todo fue parte de un círculo vicioso de terminó con una impotencia generalizada. ¿Los puntos cruciales por los cuales este Central se pareció al del torneo pasado? La falta de resolución y, sobre todo, los errores propios, que volvieron a entregarle chances a un rival de poco fuste. Por supuesto todo con el fastidio tribunero como entorno. El primer análisis que debe hacerse es que el hincha demostró una vez más esa falta de paciencia de la que este equipo supo hacer gala en partidos anteriores. Porque bastó que Alderete cometiera la infracción que terminó en el gol del empate transitorio para que las muecas de enojo aparecieran, aún con muchos minutos por delante. Entendible por lo que era (y había mostrado hasta ese momento) el rival. Cuestionable, solamente, por la impaciencia propiamente dicha. Después, el derecho a expresarse, siempre que sea en buenos términos, es un bien innegociable. Mirar atrás también podría servir para analizar que el equipo hoy tiene prácticamente el doble de puntos de lo que había cosechado en la campaña anterior (11 contra 6), pero está claro que con eso no alcanza. Hoy todo se asemeja más a una especie de ruleta rusa que otra cosa. Pero claro, los basamentos futbolísticos ayudan para que eso suceda. Porque si el fútbol no aparece (hasta aquí se vio en ciertos pasajes de algunos partidos), el desequilibrio en el área rival se torna más difícil de alcanzar y a partir de ahí el resto. Pero lo que más irritó fueron los errores propios. Que fueron una constante con Merlo, con Rivoira y con Palma, pero que hasta aquí no habían aparecido en gran magnitud. Ocurrió en el segundo gol, cuando Broun tuvo una mala elección, complicando a Lequi, quien tampoco mostró capacidad de resolución. Desde ese momento el calvario tomó cuerpo y forma. Ya nadie recordaba aquella imagen de las populares (la de Cordiviola en el primer tiempo y la de Regatas después) aplaudiendo a Fatura mientras el arquero levantaba una de sus manos y con la otra se golpeaba el pecho a la altura del corazón como respaldo por lo sucedido en Jujuy. Porque todo fue silbidos, insultos y reprobación. Y así, mientras las intenciones futbolísticas de Central se alejaban cada vez más del libreto que se debía utilizar, la exigencia era cada vez mayor. Y si el gol de Medina no alcanzó para aplacar los ánimos fue porque el descontento, la desilusión, la angustia y la bronca a esa altura de la noche jugaban un rol protagónico en una película ya muchas veces vista.

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