lunes, 15 de agosto de 2011

ROSARIO...Un chico estuvo 48 horas cautivo de un narco para el que vende drogas

Tiene 17 años y despacha en un quiosco con puerta blindada en Jauretche al 8200, barrio Godoy. Su madre denunció que el dueño del negocio lo retuvo y que ella pagó rescate. A su vez, un hermano del chico desaparecido también estuvo cautivo.

Un chico estuvo 48 horas cautivo de un narco para el que vende drogas

Un adolescente de 17 años permaneció 48 horas retenido contra su voluntad en el marco de un sórdido episodio de comercialización de drogas que investiga la Justicia Federal de Rosario. El chico, según la investigación en ciernes, atendía un quiosco de venta de estupefacientes en una habitación de material en una villa del barrio Godoy, al oeste de la ciudad, cercano al límite con Pérez. De acuerdo a la pesquisa el chico fue retenido en ese bunker por un hombre dedicado a ese negocio ilegal. Este individuo, que está prófugo, habría cobrado dinero de la madre del menor de edad, a modo de rescate para que fuera lilberado.
A su vez, un hermano del chico desaparecido también estuvo cautivo, pero regresó a su casa el sábado al mediodía. Los pesquisas señalaron que la motivación pudo ser un acto de venganza. "Presumimos que los chicos se quedaron con droga o con dinero producto de la comercialización de la droga y por esa razón sufrieron una represalia del encargado del negocio", comentó un oficial de la Jefatura de la policía rosarina que sigue de cerca el caso.
Un quiosco fortificado. Los protagonistas de ese episodio son Diego R., de 19 años, y su hermano Franco, de 17. El escenario donde los pibes fueron privados de su libertad es un reducto compacto de 2 metros 50 por cada lado sellado de tal modo que sea imposible su acceso forzado.
Es un quiosco donde se comercializa droga en un asentamiento de la calle Arturo Juaretche al 8200, a dos cuadras al sur de avenida Rivarola. El sábado a la noche, efectivos de Seguridad Personal llegaron al lugar señalado. Fuentes de esa repartición señalaron que no localizaron a Franco y que el sitio había sido abandonado por quienes lo ocupan habitualmente.
Según contó el comisario Marcelo Gómez, jefe de la dependencia policial a cargo del operativo, el aspecto externo de la casilla allanada no difiere con el paisaje del racimo de ranchos que se levantan en la villa pero en su interior parece un bunker, similar a otros detectados en distintos barrios de Rosario. "Es una modesta edificación de material, con paredes de 30 centímetros de ancho, un techo de hormigón y una puerta de hierro blindada", explicó el oficial. Por un agujero construido en la abertura, los compradores de droga "pasan la plata" a quienes se las proveen.
La semana pasada, los hermanos Diego y Franco R. atendieron el quiosco, pero el viernes pasado estalló un conflicto. Ese día, el encargado del refugio, un hombre al que conocen como Víctor, decidió que los jóvenes no podían regresar a su casa ubicada, en una villa de Cerrito al 7500. La lógica del negocio de traficantes es rigurosa dentro del bunker: los vendedores no pueden moverse hasta que llega el relevo y se contabiliza el dinero cobrado contra la mercadería despachada. Recién entonces se le permite la salida.
La madre denuncia. Diego, según el portavoz policial, estuvo retenido hasta el sábado y pudo volver a su vivienda, pero su hermano no corrió la misma suerte. Entonces, poco después, la madre de los muchachos, Clara B., se contactó con Víctor y pactó un rescate de 800 pesos para que lo liberara. La mujer le entregó el dinero al captor y éste le anunció que liberaría al adolescente. "Esperalo, que dentro de un rato va a estar en tu casa", le dijo Víctor según la mujer.
El tal Víctor aún no está formalmente identificado por la policía. Fuentes de la fuerza dijeron que en la zona del quiosco predominó en la venta de estupefacientes la llamada Banda de los Monos de barrio Las Flores.
Clara B. denunció el caso en la comisaría 32ª, que controla la zona donde ocurrió el hecho. A partir de ese momento la sección Seguridad Personal comenzó la búsqueda de Franco. Desde esa sección señalaron que Diego se comunicó ayer a las 19 para decir que su hermano menor había sido liberado y estaba con ellos. Los pesquisas no pudieron ubicar anoche a la madre de los dos chicos. La mujer y sus hijos abandonaron la casilla de Cerrito al 7500, donde vivían. "Los vecinos dijeron que se fueron por el miedo a que les pasara algo", comentó Gómez.
En la villa de Jauretche al 8200, según el portavoz policial, impera el miedo, y por eso nadie abrió la boca para contar lo que había ocurrido. El comisario Gómez señaló que los dealers (vendedores de drogas) suelen utilizar menores de edad para comercializar estupefacientes porque en algunos casos no son punibles penalmente. "Los van cambiando a diferentes lugares para hacer su negocio, explicó.
El oficial consultado indicó que Franco había sido detenido dos meses atrás cuando atendía un quiosco de venta de droga ubicado en Juan José Paso al 6300. La investigación del caso está a cargo del juez federal Nº3, Carlos Vera Barros, y del fiscal Mario Gambacorta.

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