"Me preocupan los clientes", sentenció Eduardo Casatro,un comerciante de Barrio Roma. El viernes por la noche cuatro delincuentes ingresaron armados y robaron el local.
“Hace 42 días que abrí el negocio y ya me robaron”, sacó cuentas Eduardo Castro, administrador del Mercado Popular Minorista, ubicado en calle 1ª Junta al 3.600. El hecho ocurrió el viernes a la noche, entre amenazas con armas de fuego a empleados y un despliegue de gritos y corridas que paralizó a los clientes.
“La moraleja de todo esto es que si estás pensando en abrir un comercio, tenés que tener en cuenta que va a ser imprescindible que tengas personal de seguridad: privados o policías que hagan horas adicionales. Pero con pagar los impuestos no alcanza”, reflexionó Castro.
En el mercado trabajan unos 15 empleados que por día atienden a entre 400 y 500 clientes. El viernes, casi al cierre de la jornada, cuatro hombres ingresaron al local y los empleados les vieron caras conocidas. El día anterior habían estado merodeando y los notaron nerviosos. Dos de ellos tienen rasgos físicos particulares: uno tiene la cabeza rapada, con una cicatriz y el otro un lunar en la mejilla izquierda.
“Una de las empleadas se dio cuenta y le hizo seña a la otra, que corrió hasta la escalera a avisarnos a nosotros, que estábamos en la oficina”, relató Eduardo. Pero la joven no alcanzó a pedir ayuda. La apuntaron, la rodearon entre dos y –golpeando el arma en la mesada de la caja registradora– le exigieron el dinero.
“Nosotros escuchamos gritos y sollozos. Una de las chicas estaba en estado de shock y estaban todos los empleados afuera viendo hacia dónde escapaban. Unas motos los esperaban a media cuadra, sobre calle San Juan”, detalló Castro. El episodio ocurrió a una cuadra de la comisaría 4ª, de barrio Roma. “La policía llegó rápido y nos sugirió que contratemos personal adicional”, finalizó.
“La moraleja de todo esto es que si estás pensando en abrir un comercio, tenés que tener en cuenta que va a ser imprescindible que tengas personal de seguridad: privados o policías que hagan horas adicionales. Pero con pagar los impuestos no alcanza”, reflexionó Castro.
En el mercado trabajan unos 15 empleados que por día atienden a entre 400 y 500 clientes. El viernes, casi al cierre de la jornada, cuatro hombres ingresaron al local y los empleados les vieron caras conocidas. El día anterior habían estado merodeando y los notaron nerviosos. Dos de ellos tienen rasgos físicos particulares: uno tiene la cabeza rapada, con una cicatriz y el otro un lunar en la mejilla izquierda.
“Una de las empleadas se dio cuenta y le hizo seña a la otra, que corrió hasta la escalera a avisarnos a nosotros, que estábamos en la oficina”, relató Eduardo. Pero la joven no alcanzó a pedir ayuda. La apuntaron, la rodearon entre dos y –golpeando el arma en la mesada de la caja registradora– le exigieron el dinero.
“Nosotros escuchamos gritos y sollozos. Una de las chicas estaba en estado de shock y estaban todos los empleados afuera viendo hacia dónde escapaban. Unas motos los esperaban a media cuadra, sobre calle San Juan”, detalló Castro. El episodio ocurrió a una cuadra de la comisaría 4ª, de barrio Roma. “La policía llegó rápido y nos sugirió que contratemos personal adicional”, finalizó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario