El 12 de septiembre de 2003 moría Johnny Cash. Tenía 71 años y su carrera se había revitalizado en el último tiempo. El gran amor con June Carter. Sus adicciones y su problemas con la justicia. El día que inició un incendio forestal. Por qué lo llamaban “El Hombre de Negro”
Hola, Soy Johnny Cash. Así se presentaba ante el público en cada uno de sus recitales. La costumbre nació en sus primeras actuaciones, festivales múltiples, conciertos colectivos, en los que la gente no conocía demasiado a los que se paraban frente al micrófono. Luego se convirtió en una súper estrella. Pero la costumbre no la perdió. La voz grave, ahuecada y resonante, la guitarra y sus canciones de perdedores, derrotados, desesperados, marginales y descastados harían el resto. La pose amenazante, el peligro traducido en su garganta y un puñado de versos.
Podría, al presentarse frente al público, haber dicho que era El Hombre de Negro, también lo hubieran reconocido. Había sido el título de uno de sus discos, esa denominación era más que un apodo, ilustraba su monocromática manera de vestirse y también describía el humor que habitaba sus canciones y también en su propia vida.
Johnny Cash se convirtió en un mito mucho antes de su muerte. Triunfó en tres géneros diferentes: el country, el góspel y el rock (integra los Hall of Fame de los tres géneros). Vendió más de 90 millones de discos. Pero su leyenda es mucho más grande que la historia de su fluctuante trayectoria. Hay canciones, claro, pero también peligro, ilegalidad, un amor indeleble, infidelidades, excesos, problemas con la policía, rebeldía hasta los últimos días y un comeback espectacular, poco antes del final, cuando ya nadie parecía esperar nada nuevo de él.
Para más de una generación, Johnny Cash es ese hombre mayor, con la cara cincelada por las arrugas, de piel gruesa trazada por la vida, y voz de sótano que con un frugal acompañamiento —apenas piano y guitarra la mayoría de las veces— llegó al corazón, expuso el alma, de canciones de U2, Tom Waits, Tom Petty, Leonard Cohen, Depeche Mode y Nine Inch Nails. Sus covers del proyecto American Recordings (producido por Rick Rubin) se convierten, en muchas ocasiones, en las versiones definitivas de esos hits, que en su voz parecen ser, al mismo tiempo, canciones grabadas por primera vez (las escuchamos como si nunca antes hubieran sonado) y volverse inmediatos standards.
Nació en Arkansas el 26 de febrero de 1932. Ya desde la elección de su nombre se vio que la vida no sería convencional. El padre le puso J.R. Así, sólo las iniciales con los esos dos puntos. Aunque no se sabe bien el motivo, muchos prefieren creer que fue porque los padres no lograron ponerse de acuerdo en cómo llamarlo y el padre al llegar a anotarlo se decidió por las iniciales del nombre preferido por él y del de su esposo; la J sería de John y la R de Ray.
Tuvo una infancia dura. Desde muy joven trabajó en los campos de algodón. A los 12 años su hermano mayor murió en un accidente laboral en un molino. Todo se oscureció en su vida a partir de ese instante. Y, tal vez, nunca más se despejó del todo. En ese momento comenzó a escribir algunas canciones. También tomó unas pocas clases de canto pero su maestro le pidió que no regresara, le dijo que no quería arruinar con indicaciones técnicas las dotes naturales que había recibido. Ya entrada la década del cincuenta se acercó a los estudios Sun para ofrecer sus canciones góspel, las que cantaba los domingos en la iglesia. Sam Phillips lo escuchó y elogió su voz, pero lo rechazó: “Andá, cometé varios pecados, escribí sobre ellos y recién ahí volvé”, le dijo. Y Cash le hizo caso. Cuando regresó con sus temas country obtuvo un contrato, era otra persona. El dueño de la discográfico quitó esas enigmáticas iniciales de su nombre y lo bautizó Johnny. Sus primeros temas tuvieron un cierto éxito en Memphis.
Una tarde de 1956, mientras Carl Perkins grababa algunas canciones nuevas acompañado por Jerry Lee Lewis en el piano, Elvis Presley entró al estudio. Poco después, llegó Johnny Cash. Los cuatro comenzaron a improvisar y cantaron algunas canciones góspel. Lo que no sabían era que Sam Phillips, el dueño del estudio y de la discográfica que los tenía bajo contrato, Sun Records, dejó las cintas corriendo y grabando el encuentro de celebridades. Al tiempo sacó un disco, The Sun Sessions, con esas canciones: el registro de una jornada histórica. Para ese entonces los cuatro triunfaban.
En 1958 grabó el primer LP de Sun Records, álbum que vendió muchísimo. Su primer gran hit fue Folsom Prison Blues. Pocos meses después llegó una de las canciones insignias de su carrera, Walk The Line.
Disconforme con las regalías que le pagaba Phillips y tentado por una gran oferta de Columbia, Johnny se mudó de discográfica. El impulso que le dio el gigante discográfico fue fuerte. Publicidad, buenas condiciones de grabación y lanzamientos constantes. Su éxito se multiplicó. A pesar de la nueva situación durante unos años se produjo un fenómeno extraño: aparecían discos suyos en dos sellos diferentes. En Sun había dejado un vasto catálogo de grabaciones inéditas, que su dueño fue publicando con regularidad para aprovechar la popularidad de Cash.
Esos fueron años en la carretera y de lanzamientos de discos permanentes, hasta cuatro cada doce meses. Su imagen se instaló definitivamente, su voz era reconocible para el público. Y muchas historias y leyendas comenzaron a correr sobre él.
Algunos, por su hábito de vestir de negro, lo llamaban El Sepulturero. Cuando le pedían explicación por su vestimenta, Cash se limitaba a responder que la ropa negra se manchaba menos, la suciedad era menos evidente y eso era muy importante para alguien que siempre estaba de gira. Con el tiempo elaboró otra explicación y habló de los postergados y de los que sufrían, de que era una manera de representarlos.
Lo más importante de Folsom Prison Blues, más allá de instalarlo en Estados Unidos como cantante country, sucedió una década después. En 1968 Johnny fue hasta la cárcel de Folsom, a la que le había cantado, y dio un recital para sus reclusos. Luego se convirtió en un disco en vivo. Hubo otros dos discos que registraron sus presentaciones presidiarias. Al año siguiente el de San Quentin y otro posterior en Estocolmo en 1972.
Live From Folsom Prison fue otro gran suceso: vendió más de 6 millones de ejemplares. Y fue el causante de la etapa más mainstream de Cash, aquella en que logró saltar el cerco del country. Encabezó un programa televisivo nocturno durante más de dos años y las ventas de sus discos se dispararon. También participó en capítulos de varias series. Las dos más notables fueron Columbo y La Familia Ingalls (mucho después, con su gran regreso, lo haría también en Los Simpsons).
Johnny Cash no era parecido a nadie. Paul Hemphill, historiador del country, lo describió de esta manera: “Cash vistiendo todo de negro, Cash con el sufrimiento en sus ojos profundos y en su cara torturada, insolente y provocando desde el escenario, Cash en su largo sacón negro con pantalones del mismo color como si fuera un elegante sepulturero, Cash revoleando su guitarra, apuntando a los espectadores como si tuviera un arma larga en sus manos”.
Para ese entonces la imagen de Johnny Cash como alguien en el límite de lo legal, como un hombre de los bordes y marginal se había consolidado. Muchos creían que los conciertos en las cárceles los había dado por su condición de recluso. Hay al menos siete episodios registrados en los que fue detenido por la policía. Conducir alcoholizado, peleas callejeras, daño a la propiedad privada (peleas en un bar estando borracho), resistencia a la autoridad. Nunca pasó más de una noche en una celda. Todos quedaron reducidos a episodios menores, anecdóticos, a registros de una caída efímera. El incidente más grave ocurrió en 1965. Fue detenido con más de 688 pastillas de anfetaminas y 475 de tranquilizantes en su auto luego de cruzar la frontera con México; los policías creyeron que encontrarían algo de cocaína o un poco de heroína pero dieron con un arsenal farmacéutico. Pero a esa altura ya era un artista consolidado y demasiado célebre y los mecanismos de la indulgencia y de la laxitud de la justicia con los famosos se puso en marcha y su estadía, una vez más, no superó las 24 horas.
Ese mismo año (se ve que 1965 no fue un año fácil para él) provocó un incendio forestal de grandes dimensiones. Acampando con una casa rodante en el parque nacional de Los Padres prendió una fogata que no apagó –se supone que por efectos de las drogas- y que se descontroló incendiando primero el vehículo pero extendiéndose a los bosques de alrededor. En total se prendieron fuego más de 200 hectáreas. Hubo daño en árboles y animales. Un especialista, en el juicio que se le siguió, le enrostró que el incendio había destruido la vegetación de tres montañas, había matado decenas de animales y había ahuyentado a 49 de los 53 cóndores californianos en peligro de extinción que vivían allí bajo el cuidado de especialistas. Cash respondió: “Me importan muy poco sus cuervos amarillos”. Logró evitar, una vez más, la prisión pero fue castigado con una multa de 125.000 dólares. Se cree que en algún acuerdo posterior logró reducirla a 85.000 dólares.
Sus problemas con el alcohol, las anfetaminas y otras drogas fueron conocidos y visibles durante muchos años. Eso provocó diversos inconvenientes en su vida personal y que su carrera profesional se viera perjudicada. Suspendía algunos conciertos y su conducta sobre el escenario (y debajo de él) se volvió errática y violenta. Regresó al circuito del country y sus discos dejaron de venderse. Hubo algún rebote cuando se juntó con Kris Kristofferson, Willie Nelson y Waylon Jennings en giras y una trilogía de discos. Pero esde fines de los años setenta y durante la década del 80, Cash se convirtió en un consumo de nostálgicos. Parecía que su carrera sólo podía vivir del pasado, del recuerdo y la repetición perpetua de sus viejos hits (Ring of Fire entre ellos) y de algún que otro cover que lograra impactar ocasionalmente. Sin embargo, Johnny tenía una vida más, cambiaría la piel (musical) otra vez.
Es difícil entender a Johnny sin June, sin la historia de ese amor zarandeado, complicado pero intenso que los unió. June Carter cantaba en un grupo familiar, Carter Family. Muchas veces los Carter fueron compañeros de cartel de Cash. Se conocieron en un festival en el centro de Estados Unidos. Era 1956. Se miraron y hubo algún coqueteo pero no pasó mucho más. Ella era muy joven y él, que ya estaba casado y tenía varios hijos, excesivamente problemático. Carácter difícil, malos hábitos, peores compañías. Se reencontraron en 1964 y se convirtieron en amantes. La relación tuvo altibajos. Johnny le prometía que dejaría a su esposa y June a veces le creía y otras lo abandonaba. Hasta que en un concierto en Ontario, Johnny le pidió matrimonio. Se casaron en 1968. Ella lo acompañó y lo instó a dejar las drogas, a asentarse, a cuidar el dinero. Tuvieron un hijo. Pero poco después, y en medio del momento de auge artístico y comercial de Johnny, se supo que él había dejado embarazada a otra mujer. June perdonó ese hijo extramatrimonial y continuó a su lado intentando alejarlo de sus demonios personales, aunque ella también tenía los propios. Fue June quien logró que Cash ingresara varias veces a rehabilitación y quién no lo abandonó tras su recaídas.
La historia de amor de ellos quedo cristalizada en Johnny y June, la biopic protagonizada por Joaquin Phoenix y Reese Whiterspoon.
Cuando parecía que nada nuevo se podía esperar del menguante Cash, una tarde recibió en su casa a Rick Rubin. Para él sólo se trataba de un pelilargo desconocido. No tenía idea quién era. Rubin era un muy exitoso productor de rap, hip hop y heavy metal. En su sello Def Jam Records había editado y producido a los Beastie Boys, Run DMC, Public Enemy, L.L. Cool J, Meat Puppets, Husker Dü, Slayer entre otros. En 1994 Rubin cambió el nombre de su sello, le puso American Recordings. Su primer proyecto quería hacerlo con ese señor ajado y algo cansado que lo recibía en su casa y que hacía más de 15 años (en 1993 había grabado The Wanderer con U2 y había recobrado notoriedad) que no conseguía un hit. Le propuso a Cash grabar seis covers de canciones recientes y otras tantas escritas especialmente para él. No irían a un estudio; lo harían en su casa y sólo con la tradicional guitarra de Cash. El disco se llamó American Recordings y tuvo un gran éxito comercial y de crítica. Hubo otras cuatro entregas (en la segunda la banda de apoyo fue Tom Petty and the Heartbrekers). Grabó desde One de U2 hasta I Won´t Back Down de Petty, de temas de Tom Waits pasando por canciones de Paul Simon. También registró Personal Jesus de Depeche Mode y su gran hit, Hurt de Nine Inch Nails.
Apenas la escuchó no quiso saber nada con ella y con todo ese ruido. Rubin, con paciencia, le pidió que escuchara la letra. A Trent Reznor, el autor, tampoco le gustó la idea. Y se negó a escuchar la versión durante un tiempo, hasta que una tarde mientras tenía puesta la tv en MTV apareció el video de la canción. Al terminar la versión de Cash, Trent Reznor tenía los ojos llenos de lágrimas. Tiempo después dijo: “Ahora la canción es de él”.
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