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domingo, 16 de octubre de 2016

Por actuar en defensa propia La Justicia absolvió a una mujer que mató a su marido golpeador

El fallo fue dictado por el juez de Sentencia de Vera, Nicolás Muse Chemes. La mujer había dado muerte a su pareja con disparos de arma de fuego. El hecho sucedió en Calchaquí, el 14 de junio de 2013.

La comunidad de Calchaquí marchó en favor de la mujer, luego de que la Justicia la incriminara por homicidio.Foto: Archivo El Litoral

Gustavo Capeletti

gcapeletti@ellitoral.com
Agencia Reconquista
El juez de Sentencia de Vera, Nicolás Muse Chemes, resolvió esta semana absolver de culpa y cargo a la docente Analía González, que estaba procesada por el homicidio calificado de su pareja Alejandro Kornicki, muerto a tiros de revólver en su casa de Calchaquí, en junio de 2013.
En su resolución, el magistrado verense entendió que obraron en el hecho de sangre circunstancias extraordinarias de atenuación contempladas en el artículo 34 del Código Penal Argentino, que establece que no serán punibles quienes obraren en defensa propia o de sus derechos, y tampoco el que obrare en defensa de la persona o derechos de otro.
El juez entendió que González actuó en legítima defensa, e hizo lugar así al pedido de la defensa representada por el abogado Virgilio Benedetto quien planteó durante el juicio que su defendida había actuado en legítima defensa el mediodía del trágico desenlace. El representante legal de la acusada, ahora absuelta, destacó el fallo del juez y dijo que se hizo justicia.
El caso
En la indagatoria tomada a días de la muerte de Kornicki, y también en el juicio, Analía González relató que ese 14 de junio “estaba con su hijo de cuatro meses en sus brazos, cebándole mates a su concubino, éste le pide que le busque un ‘foco’ y que con motivo de haberse equivocado, Kornicki comenzó a insultarla”.
En resguardo del bebe optó por irse del taller y volver a la casa, pero su marido la siguió hasta el auto y comenzó a darle patadas y puñetes en todo el cuerpo, logró sacarla del vehículo de los pelos, todo delante de su otro hijo, que le pedía al padre que no le pegue más.
Luego, seguramente por la conmoción, portando el revólver que había sacado del dormitorio fue en búsqueda de su agresor y sin mirar le disparó. Según su relato que fue tenido como verosímil, vio luego a su concubino tirado en el suelo, volviendo luego al auto para asistir a su bebé que estaba llorando.
En ese momento y apenas sucedida la muerte, un médico que asistió al lugar del crimen constató lesiones tanto en la mujer, como en su hijo de 8 años.
 
Sufrimientos físicos y psíquicos
Durante el proceso judicial, el fiscal de Cámara José Antonio Mántaras, también había solicitado la absolución de la imputada, en razón de la ausencia de antecedentes de Analía González, su estructura familiar con cuatro hijos a cargo -uno de 6 meses-, su trabajo estable como docente provincial, a lo que también sumó “el elevado concepto social”.
Testigos dieron cuenta del calvario cotidiano que padecía la mujer de manos de su esposo consistente en sometimientos, golpizas, menoscabo y sufrimientos físicos y psíquicos. Según el decir de compañeras de trabajo y vecinos, se la veía siempre “anoréxica y nerviosa, con un traumatismo de muñeca y mano, o con anteojos oscuros, vistiendo de mangas largas en veranos calurosos”.
También aseguraron “haberla visto asistir a la escuela con un ojo moreteado y un brazo quebrado. Analía sufría golpes, insultos, amenazas y todo tipo de injurias que también eran padecidas por los pequeños hijos de la pareja.
El extremo de la violencia ejercida por su pareja llego el día en que la arrojó a la fosa del taller y que le produjo la fractura de un brazo”.
Irascible e incontenible
En su dictamen final, el fiscal Mántaras había calificado a Kornicki como un “sujeto irascible e incontenible, portador de claros indicadores de desequilibrio conductual que mantenía en constante estado de violencia el seno de hogar”. Y fundamentó que la imputada González contaba en su haber con un “largo trajinar de conflictos y padecimientos, tanto físicos como morales provocados por la víctima, extensivos a todo el grupo familiar”, aflicciones que sufrió hasta el mismo momento en que cometió el acto homicida.

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