martes, 20 de septiembre de 2016

Los problemas de Angela Merkel en Alemania podrían ser un desafío para Europa

Por ALISON SMALE 16 de septiembre de 2016


La canciller alemana Angela Merkel en Berlín la semana pasada. Ahora que se aproximan las elecciones nacionales, parece más vulnerable políticamente que en cualquier otro momento desde que asumió la cancillería.CreditMarkus Schreiber/Associated Press

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BERLÍN — Incluso Angela Merkel, la veterana que en general se ha mantenido imperturbable ante las crisis europeas tras casi 11 años al frente de la cancillería alemana, tuvo que admitir la semana pasada que “el mundo se encuentra en condiciones críticas”, y que no tiene sentido “pintar la situación más rosa de lo que en realidad es”.

El panorama tampoco luce especialmente rosa para Merkel.

Después de gozar de un gran apoyo en casa, lo cual la apuntaló mientras se convertía en la líder más poderosa de Europa, su posición política se encuentra en el punto más vulnerable desde que asumió la cancillería ahora que se acercan las elecciones nacionales del año próximo, y eso podría tener repercusiones más allá de las fronteras de Alemania.

Cuando este viernes 16 de septiembre llegue a Eslovaquia, donde se realizará una reunión cumbre de líderes de 27 países de la Unión Europea (todos menos el Reino Unido), su capacidad para pilotear los problemas en casa será un tema que se cernerá sobre la reunión.

Desde la decisión del Reino Unido, otros gobiernos europeos han tomado escasas medidas para responder a la explosión de populismo y nacionalismo que han proliferado por toda Europa o para garantizar a sus ciudadanos que la Unión Europea puede ser una fuerza para toda su vida.

Con la atención de Merkel dividida entre fortalecer su posición en el país y contener a los enemigos de Europa, la tarea de desarrollar una respuesta unida y efectiva podría ser todavía más difícil.

Permanecer firme en su decisión de admitir a más de un millón de inmigrantes en Alemania el año pasado la ha ido aislando cada vez más de otros líderes que deben lidiar con ideas en contra de los inmigrantes y los musulmanes entre su electorado, en especial tras los ataques terroristas.

Dado que el crecimiento en la eurozona todavía “se inclina a la baja”, según declaró la primera semana de septiembre el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, la vulnerabilidad de Merkel podría afectar la capacidad de Alemania de imponer sobre el bloque su política económica basada en la austeridad, y podría incitar a un mayor gasto público en países que todavía sufren un alto porcentaje de desempleo y experimentan un crecimiento lento.

Si Alemania se concentra en sus propios problemas para debatir su respuesta a la crisis migratoria y celebrar elecciones en un año, podría crearse otro vacío de liderazgo en Europa en un momento crítico.

El presidente de Francia, François Hollande, prácticamente se encuentra contra la pared: es muy impopular y será difícil que logre la reelección el año próximo. La situación política del primer ministro de Italia, Matteo Renzi, todavía es frágil, pues ha padecido para lograr que se aprueben cambios constitucionales y reafirmar su presencia en el escenario europeo.

Además, la grieta entre las naciones más plurales de Europa occidental y los gobiernos de Europa central y oriental —algunos de los cuales se vuelven cada vez más autoritarios— ha puesto de realce la dimensión del reto que representa mantener la cohesión del continente.

Por su parte, Merkel está sufriendo cada vez más ataques de su propio bloque de centro-derecha y de una extrema derecha que ha resurgido por su política de inmigración. Además, mientras los funcionarios alemanes siguen en shock porque el Reino Unido no tiene un plan para separarse de la Unión Europea, Merkel no ha expresado con claridad cuál es su plan para mantener al bloque unido.

Los críticos de su propio bloque apenas pueden disimular su satisfacción ante la nueva vulnerabilidad de Merkel, después de que el partido de extrema derecha que se opone a la inmigración, Alternativa para Alemania, desplazara a los conservadores de Merkel al tercer lugar en unas elecciones celebradas el 4 de septiembre en el estado de Mecklenburg-Vorpommern.

Es la primera vez que el bloque de demócratas cristianos de Merkel y su partido hermano de Baviera, la Unión Social Cristiana, sufren una derrota en una elección de este tipo en la Alemania moderna. La derrota se vio acentuada porque este resultado ocurrió casi exactamente a un año de que abriera las fronteras del país para admitir a los inmigrantes atrapados en Hungría, y porque se dio en su estado político natal, que ha recibido muy pocos refugiados.


Hablar del ocaso de la era de Merkel en el poder puede ser una exageración, opinó Tina Hildebrandt, del influyente semanario Die Zeit, pero “Merkel ha sufrido una inmensa pérdida de reputación”, añadió. “Su situación casi nos recuerda el inicio de su carrera”, cuando la nada chic Merkel, una física del este comunista, fue blanco de muchas críticas por su estilo, y muy subestimada en su capacidad y voluntad para llegar a la cima.

La canciller hizo gala de sus agallas el miércoles 7 de septiembre con un potente discurso ante el parlamento, en el que defendió su política interior y el controversial pacto que negoció con Turquía para evitar que los inmigrantes de Medio Oriente cruzaran a Grecia para llegar a Europa.

Desde que se suscribió ese convenio, afirmó Merkel, casi no se ha ahogado ningún inmigrante en el mar Egeo, mientras que en los dos meses anteriores se ahogaron cientos.

Merkel asumió responsabilidad por la derrota electoral del 4 de septiembre y se negó de nuevo a emular a su país vecino, Austria, que ha limitado el número de personas que pueden solicitar asilo cada año (Austria, que comenzó a admitir inmigrantes el año pasado junto con Alemania, podría elegir a un político de extrema derecha como presidente este año).

Sin embargo, mientras los políticos se enfrentan como preámbulo a las elecciones nacionales alemanas del próximo otoño, ese límite a la inmigración se va convirtiendo en una prueba de fuego para su partido hermano de Baviera, e incluso para los socialdemócratas de centro-izquierda, con quienes Merkel gobierna el país en coalición.

Merkel se reunió con casi todos los líderes europeos antes de la cumbre de Bratislava, donde se espera que los 27 países convengan en establecer medidas más fuertes e intentar de nuevo estimular el crecimiento económico y la creación de empleos para los jóvenes.

El partido de extrema derecha Alternativa para Alemania ahora tiene escaños en nueve de las 16 legislaturas estatales del país, y ganó más este 18 de septiembre, cuando votó la ciudad-estado de Berlín.

Quizá la canciller pase con alivio al siguiente punto de su calendario: una reunión cumbre el 19 de septiembre en las Naciones Unidas, que organiza con el presidente Obama, sobre la crisis global de hasta 60 millones de inmigrantes, muchos de los cuales se encuentran en África.

Merkel pretende que se envíe mucho más ayuda y se tomen medidas para evitar que las personas que se encuentran al sur del Desierto del Sahara atraviesen Nigeria y Mali para llegar a Libia, y después a Europa.

Es posible que la actitud de Obama ante los retos que enfrenta Merkel sea más compasiva que la de muchos de sus compatriotas.

“Tal vez por haber vivido ella misma un tiempo detrás de un muro”, explicó Obama durante una visita a Alemania en abril, “Angela comprende las aspiraciones de quienes han perdido su libertad y quieren algo mejor para su vida”.

Nytimes.com

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