domingo, 11 de septiembre de 2016

Día del Maestro y la Maestra: Cuando el aula es el alumno

Los docentes de la escuela hospitalaria y domiciliaria Nº 1392 reciben estudiantes del centro y norte provincial que quieren seguir sus estudios mientras están internados en el hospital.

por Victoria Rodríguez / victoriarodriguez@uno.com.ar

Cada alumno recibe 100 minutos de clases por día, incluso de las materias especiales. Foto: J.M. Baialardo

Hay maestras a las que todos los días sus alumnos las esperan con ansias. Hay estudiantes que ven en la escuela una oportunidad para salir adelante, olvidarse de realidades duras y progresar. Y hay docentes que ponen en su tarea diaria mucho más que los conocimientos de una materia. Pasa todos los días en todas las escuelas pero, en especial, en la Nº 1392 de la modalidad hospitalaria y domiciliaria, que funciona en los hospitales Doctor Orlando Alassia y J.B. Iturraspe.
Un grupo de maestras de esa institución dialogó con Diario UNO sobre lo que implica dar clases a estudiantes enfermos o accidentados, la relación especial que se genera con ellos y su familia, y el desafío diario que implica garantizar el derecho a la educación en una escuela poco convencional.
Para organizar la tarea, cada docente tiene a cargo las habitaciones de tres pasillos que se le asignan. Cada día se hace un relevamiento de los ingresos y se completa una ficha para poder articular con la escuela de origen –en la que estaba cursando el estudiante antes de la internación.
Cada alumno recibe 100 minutos de clase por día y tiene, además de las materias tradicionales, todas las áreas especiales como Música y Educación Física. En la escuela se brinda desde nivel inicial hasta secundario y se incluye la modalidad especial.
Una cuestión que remarcan las docentes es que el momento de la escuela es solo de educación. Por eso las enfermeras y los médicos no intervienen y se les pide a los padres que, dentro de lo posible, se retiren. Así se mantiene un ambiente que es, en esencia, escolar.

Enamoradas
En el primer piso del hospital de niños hay una puerta que marca el ingreso a la escuela primaria Nº 1392. Pero es una escuela sin aulas o, mejor dicho, con tantas aulas como camas ocupadas haya en el nosocomio. Es que los 30 educadores que se desempeñan en la institución –que también tiene una sede en el Iturraspe– trabajan con cada alumno en la habitación en la que está internado o, cuando el día y el médico lo permiten, en alguno de los jardines.
Diario UNO dialogó con algunas de las docentes del establecimientos, quienes compartieron sus experiencias y las razones por las cuales eligieron ser parte de esa escuela.
Fabiana Pérez hace 18 años que forma parte de la escuela hospitalaria; Fabiana Gauna, 13 años; y Carla Zimmermann es reemplazante hace siete años. Las tres son maestras de primaria y reconocieron que, cuando se enteraron de que existía la escuela, se sintieron atraídas pero que, una vez que la conocieron, no les quedaron dudas de que ese era su lugar.
"Yo empecé con reemplazos sin saber bien de qué se trataba mientras trabajaba en otras escuelas pero siempre opté por esta. Me enamoré y me quedé", reconoció Gauna. Y Zimmermann insistió: "Es así, empezás y te enamorás".
"La mayoría tuvimos experiencia o todavía trabajamos en escuelas comunes pero creo que acá pesa el lugar que uno le da al alumno. Generalmente nosotras trabajamos con grupos pequeñitos o uno a uno. La atención personalizada implica que también la atención con el alumno sea distinta", comentó Pérez. Y Gauna siguió: "Acá una realmente siente que el alumno te espera y que, a pesar de lo que la gente puede creer, tiene interés y ganas de aprender. Los chicos te demuestran que la escuela les resulta importante, interesante y una necesidad".
"La escuela los saca de las vivencias que tienen dentro del hospital como las enfermedades y los tratamientos", reflexionó Gauna. "Esa relación diaria hace que, realmente, sientas que estás haciendo una tarea muy valiosa. Es la esencia de la escuela. Acá el chico es el que espera a que el docente llegue. Eso es muy importante también", evaluó Zimmermann.
La educadoras coincidieron con que esa cercanía implica, también, un desafío grande porque el vínculo con el estudiante se tiene que dar desde el primer momento ya que, la mayoría de las veces, no hay un cuatrimestre o un año entero para conocerse.
Por su parte, Mariela Bustos –docente de educación especial– sostuvo: "En mi caso, trabajo con chicos que suelen estar mucho tiempo y se hace un lazo muy especial. También ocurre entre las mamás. Como la mayoría de las familias llega de afuera, se empiezan a relacionar y a contenerse, sobre todo cuando hay alguna noticia difícil. Nosotras muchas veces también las contenemos y nos contenemos entre nosotras".
No todos los días son felices en la escuela pero cada docente destaca que es más lo lindo que se llevan que lo difícil. Y lo mismo ocurre con los estudiantes porque, cada vez que regresan al hospital para hacer un control o simplemente pasan por el lugar, golpean la puerta de la escuela y entran a saludar a sus queridas maestras.
"A veces estoy un domingo en casa y me llega al celular una foto de uno de mis exalumnos y un mensaje que dice «Te extraña seño». Esas cosas te llenan", reconoció Pérez. Y Gauna contó que un alumno que tuvo hace muchos años le envía mensajes cada vez que va al Iturraspe a hacerse un control y se encuentran unos minutos en la puerta para saludarse.

El derecho a estudiar
El equipo docente de esa institución trabaja con niñas, niños y adolescentes que están internados –durante pocos o muchos días– para que no pierdan clases, trabajen los mismos contenidos que sus compañeros y puedan reincorporarse sin problemas a sus escuelas comunes cuando estén recuperados. "De esa manera se busca evitar que se atrasen en los contenidos y corran el riesgo de repetir o abandonar", explicó a Diario UNO, Cecilia Villarreal, coordinadora provincial de la modalidad.
El objetivo de la escuela es ser parte de la vida de los alumnos mientras estén internados y lograr que adquieran los mismos conocimientos que están trabajando sus compañeros en su escuela de origen. De esa manera, los estudiantes podrán reintegrarse sin retrasos a sus cursos y continuar sus estudios.
María del Carmen Martínez es la responsable de las tareas administrativas y de generar el contacto con las escuelas de origen para poder realizar el mejor acompañamiento académico de los chicos. Hace 22 años que trabaja en la escuela y la eligió, entre varias razones, porque "el trabajo uno a uno permite ver los resultados más rápido".
Martínez explicó: "Yo hablo con las escuelas, les cuento que los chicos están internados, que van a tener justificadas sus inasistencias porque están en la escuela hospitalaria y les consulto los temas que están trabajando en clase. La recepción es muy buena. En muchos casos desconocen que el chico está internado así que consultan su estado y evolución".
Y agregó que para las familias también es un espacio muy importante: "También vienen los padres a decirte que el nene volvió a ingresar o que tiene que seguir con la modalidad domiciliaria porque valoran el espacio de aprendizaje".
El trabajo sostenido de las escuelas hospitalarias y domiciliarias, y el hecho de que su gestión haya pasado al ámbito público (ver nota vinculada) generó que cada vez más estudiantes puedan acceder a esa modalidad educativa.
El año pasado, solo en nivel inicial y primaria de la escuela Nº 1392, hubo 1100 alumnos a cargo de 15 docentes, secretarias y directivos de esos niveles. Y, solo en el primer semestre de este año, la modalidad hospitalaria atendió a 867 alumnos –incluye a los que asistieron a la escuela Nº 1391 de Rosario.

Los pilares
Las escuelas hospitalarias surgieron hace 28 años, una en Santa Fe y otra en Rosario, de la mano de la gestión privada. En el caso de la institución de la capital provincial, su creación y administración estuvo a cargo del Sadop Santa Fe, hasta que, en 2011, ambas fueron trasladadas al Estado provincial para su gestión.
"Tenemos docentes comprometidos con una tarea muy particular como es garantizar el derecho a la educación en una situación de salud muy especial que requiere un acompañamiento específico", remarcó Villarreal y agregó: "El objetivo es que los chicos sigan aprendiendo más allá de la situación en la que se encuentran. Trasladar la escuela al hospital es un desafío que se da a partir del trabajo de los docentes. El gobierno provincial reconoce la importancia de esa tarea y asume el compromiso de garantizar la educación de niñas, niños y adolescentes. Pero sin la tarea de los docentes es imposible pensarlo".
La escuela Nº 1392 puede no parecer una escuela como las demás pero su esencia y razón de ser es, sin dudas, la que marca el quehacer diario en las aulas de toda la provincia: garantizar el derecho a la educación de niñas, niños y adolescentes más allá de los contextos difíciles que atraviesen. Y eso solo es posible con docentes comprometidos con su tarea. ¡Feliz día!

El desafío de incluir a todos los santafesinos
Cecilia Villarreal, coordinadora provincial de Educación Hospitalaria y Domiciliaria, se refirió al crecimiento que han tenido ambas modalidades y cómo eso se tradujo en más estudiantes alcanzados.
"El desafío sigue siendo llegar a todos los lugares en los que se necesite la modalidad. Queremos que ningún chico quede por fuera del sistema educativo. Y para eso, obviamente, se necesita el trabajo de cada uno de los que integramos el Ministerio de Educación", resaltó.
Y siguió: "Queremos seguir construyendo educación de calidad con los chicos en el sistema y seguir trabajando con las familias porque cuando se abre un hogar para recibir al maestro domiciliario o cuando un papá recibe en la sala al docente hospitalario que va con una calidez y un profesionalismo".
Sobre la tarea que llevan adelante los docentes hospitalarios, la funcionaria evaluó: "Ellos van a ocupar un lugar profesional no de asistencialismo. Apuntan a enseñar y aprender con los chicos. Y, al pie de la cama, construyen un vínculo con toda la familia".
Además dijo que es necesario pensar la educación hospitalaria junto a la domiciliaria –que es la que reciben los alumnos que se están recuperan durante lapsos largos en sus casas de la mano de los mismos docentes que tienen en el aula o, si ellos no puede, de otros que proporciona el ministerio. Y sobre esa otra línea que tiene la modalidad subrayó también el crecimiento que tuvo en los últimos años ya que solo en el primer semestre alcanzó a 456 alumnos en toda la provincia. E insistió con el compromiso que demuestran los educadores para acompañar a los alumnos.

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