domingo, 3 de julio de 2016

Niñas madres, entre un Estado ausente y los estigmas sociales

Informe. Se presentó en Santa Fe el relevamiento sobre el flagelo en Latinoamérica. Susana Chiarotti, de Cladem, analizó que en el país, en los últimos años, no hubo políticas sobre el tema o bien no fueron efectivas

por Victoria Rodríguez / victoriarodriguez@uno.com.ar


Análisis. "El diagnóstico nos indigna y la respuesta del Estado nos da vergüenza", sintetizó.


La problemática de las chicas menores de 14 años que son forzadas a continuar embarazos, muchas veces productos de violaciones, fue el tema central del planel que se desarrolló durante la presentación de "Niñas Madres. Embarazo y maternidad infantil forzada en América latina y el Caribe", el informe que elaboró el Comité de América latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (Cladem).
La presentación, organizada por Casa Socialista, Partido Solidaridad e Igualdad, Insgenar, Cladem y la Multisectorial de Mujeres de Santa Fe, se realizó en la Facultad de ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral.
Susana Chiarotti es rosarina y es la representante en la Argentina de Cladem. Ella dialogó con Diario UNO sobre el trabajo que se realizó y las principales características de una problemática que genera un parto por día en hospitales públicos de la provincia de Santa Fe.
"Yo sintetizaría la situación de la Argentina con una frase de la diputada Silvia Augsburger durante el panel: «En el balance de niñas madres, el diagnóstico nos indigna y la respuesta del Estado nos da vergüenza». Eso es una síntesis de lo que sentimos frente a la visibilización de un tema que estaba escondido en la bolsa de los embarazos adolescentes", indicó.
La referente de Cladem Argentina explicó que la principal dificultad que encontraron para el relevamiento es que no se contabilizan por separado, los embarazos de niñas menores de 14 años, sino que los mismos se incluyen en la estadística que contabiliza madres hasta los 19 años, es decir dentro del embarazo adolescente.
"Si se habla de embarazo adolescente se están ocultando realidades muy diferentes, tanto en las causas como en los riesgos, las consecuencias", marcó y detalló: "En el caso de las adolescentes predomina, como causa, la iniciación sexual precoz. Mientras que en las niñas, la violencia sexual. O sea, las diferencias son grandes en ambos grupos".
Consultada sobre las situaciones en las que las menores de 14 años quedan embarazadas, Chiarotti hizo hincapié en que siempre existe una violencia ya sea de un agresor o del Estado. "En la mayoría de los casos que investigamos hay violencia sexual pero puede haber habido una iniciación sexual temprana, aunque eso no significa querer quedar embarazada y ser madre. Ahí lo que vemos es que esas niñas no recibieron la suficiente educación sexual como para poder prevenir un embarazo y tener relaciones seguras. Hay una situación de violencia por la omisión de la responsabilidad estatal en no haberles dado educación sexual integral. En un país donde hace 10 años que tenemos un programa maravilloso, que todavía las escuelas privadas se nieguen a implementarlo es lamentable y tienen que asumir la responsabilidad".
—¿Cuáles son los riesgos y consecuencias que enfrentan las niñas que quedan embarazadas?
—Una niña que todavía no tiene desarrollado su físico, que necesita el calcio para crecer, que no tiene las membranas del útero totalmente formadas, ni el sistema cardiovascular preparado, debe dar vida a otro ser cuando aún no terminó de crecer. Eso tiene consecuencias serias para su cuerpo y para su proyecto de vida. En general, más del 51 por ciento suspende la educación y cuando la retoman es en espacios de menor calidad o que no tienen nada que ver con el que tenían antes. Pierden a sus compañeros, a su grupo. Eso luego tiene consecuencias económicas porque se afectan sus posibilidades de inserción en el mercado laboral.
—¿Cuáles son las consecuencias sociales para esa nena?
—Una niña que queda embarazada, en general, tiene que portar el estigma como si la culpa fuera de ella. Eso es gravísimo. Al embarazo le sigue un aislamiento muy grande por parte de la familia y de los familiares de las amigas. Muchas personas no quieren que sus hijas se sigan juntando con una niña que está embarazada. Es impresionante todo lo que rodea al estigma y no se tiene en cuenta.
—¿Por qué esos embarazos, en general, llegan al parto y no son interrumpidos antes?
—Hay situaciones en las que hay una decisión de continuar el embarazo, hay presiones sociales o de determinadas organizaciones, o hay demora en las niñas en contar su situación. A veces se da todo junto. A mí me impresionó mucho el caso de una niña en Brasil que se descompuso en la escuela, fue a parir y nadie en la familia sabía que estaba embarazada. Eso habla de un abandono hasta en la mirada. Hay muchos indicadores que pueden dar luz sobre la situación que está viviendo la niña, entonces lo que hay ahí es una niña sola, a la que nadie vio. Es terrible. También hay mucho miedo de las nenas a contar lo que pasó porque, en general, en los abusos sexuales infantiles, hay amenazas para que no cuenten. Si el embarazo es incestuoso la niña puede sentir que traiciona a alguien de la familia con esa relación que le imponen. Los sentimientos son muy confusos, la psiquis de la niña se hace trizas y no se siente en la seguridad de confiar lo que le pasa. Entonces pasa el tiempo y cuando se nota ya es tarde.
—Según el informe ¿cómo sobrellevan la maternidad esas niñas?
—Obligar a una niña a seguir un embarazo durante nueve meses de por sí ya es gravoso y más lo es cuando se la obliga a ser madre para toda la vida. Si partimos de la idea de que la maternidad es algo lindo, tierno o noble pero que también acarrea mucha responsabilidad, te tenés que preparar para ser madre. Ser madre también implica poder criar a ese bebé al que vas a darle vida.
En ese sentido, Chiarotti remarcó: "No es cuestión de que digan «Que lo tenga y después lo dé en adopción a alguien que realmente pueda cuidarlo» porque ahí está el imaginario de una familia de clase media educada y con más medios económicos. Ahí aparece el estereotipo discriminatorio de mujer instrumental, como una simple reproductora, que es lo que queremos evitar porque eso trae consecuencias de culpa durante toda la vida y de búsqueda de identidad de las criaturas, plantea una serie de problemas gravísimos. Por eso, el tema es cómo prevenimos que eso pase".

Sin respuestas
Chiarotti señaló que en el país no hubo avances respecto a la prevención del problema de las niñas madres. Además remarcó que en muchos casos en los que el flagelo toma estado público hay organizaciones que operan para forzar a esa nena –y a su familia– a continuar la gestación y no acceder a una interrupción legal del embarazo, de acuerdo a lo que habilita la legislación vigente.
"El hecho de que la Argentina tenga la misma estadística a lo largo de los años muestra que no hubo ninguna política para frenar el problema o prevenirlo o bien que las que se implementaron fueron inadecuadas. Cuando ves los números no hay otra respuesta porque si no los números hubieran disminuido", remarcó la referente de Cladem.
Y aclaró que "en los embarazos infantiles, los más visibles son los de las niñas pobres porque recurren a los hospitales pero también pasa en las clases sociales medias y altas. Lo que pasa es que los mecanismos de resolución son totalmente diferentes y, en general, quedan invisibilizados. Es muy difícil que las niñas de clase media se conviertan en madres".
—¿Qué rol ocupan las organizaciones no gubernamentales, vinculadas a la Iglesia católica, que suelen intervenir para que esas niñas que se atienden en los hospitales lleven a término el embarazo?
—Lo patético es que esas organizaciones no actúan con dineros propios sino con el de nuestros impuestos. Es decir, reciben subsidios del Estado laico, deberían tener más cuidado de brindar una atención que no estuviera sesgada por su postura religiosa. Sin embargo, no tienen ningún problema en violar la libertad religiosa e imponer su punto de vista para forzar a las niñas a que continúen con sus embarazos. Después pasan dos cosas: la convencen a la niña de dar a la criatura en adopción o desaparecen y la chica queda sola haciéndose cargo de una criatura que va a repetir el ciclo de pobreza.
—¿No hay un acompañamiento de esas niñas por parte de las ONG?
—No, después desaparecen. Nosotros hicimos un seguimiento del caso de la niña de 14 años en Misiones que, cuando estaba embarazada, estaba rodeada de muchos grupos que le regalaban ropita, le prometieron vivienda y subsidios, pero cuando nació la criatura desaparecieron. Entonces esas niñas interrumpen sus estudios, no tienen un peso y están solas. Esa es la realidad.
—¿Cómo se consideran los casos en los que ONG intervienen para que no se realicen interrupciones legales de embarazo y se obliga a las niñas, que no lo desean, a continuar con el embarazo?
—Cuando cuando se obstaculiza, demora o impide que la niña interrumpa un embarazo que no quiere tener hablamos de embarazo forzado siguiendo los lineamientos del Estatuto de Roma, que habla de esa situación como un crimen de guerra y de lesa humanidad. Nosotros entendemos que cuando se le impide a una mujer interrumpir el embarazo se está cometiendo un trato cruel, inhumano y degradante, y los autores podrían ser responsables de tortura.

Susana Chiarotti: "Esperamos más de nuestra provincia"
El mes pasado se conocieron datos del Ministerio de Salud santafesino que indicaban que en la provincia se atendía, en promedio, un parto por día, en hospitales, de niñas de 10 a 14 años. Según se publicó en el diario La Capital, los datos indican que, cada año, entre el dos y tres por ciento de los nacimientos en el sector público corresponden a esa franja etaria.
Al respecto, Susana Chiarotti –referente de Cladem Argentina– dijo: "Esperamos más de nuestra provincia. Si en Santa Fe por mes son 30 0 33 nacimientos es una cifra que se puede abordar. Brindarles la atención adecuada no es algo que vaya a condicionar el presupuesto de la provincia. Creo que ahí tienen que trabajar más las áreas de infancia y adolescencia".
En ese sentido, analizó que "es un número que se puede controlar, hay cosas que se pueden prevenir. Se debe fortalecer el trabajo en ESI (educación sexual integral) para empoderar más a las niñas y que puedan decir «No, yo estas caricias no las voy a soportar. Yo esto lo voy a denunciar». Lo importante es que se sientan apoyadas para hablar estos temas en la escuela o en la familia".
Y, por último, hizo hincapié en el rol del Estado en relación a los médicos y el sistema de salud: "También hay que avanzar con protocolos de atención específicos para niñas porque no pueden ser tratadas de la misma manera que las adultas. Y hay que avanzar con la corporación médica. No puede ser que haya médicos que hagan objeción de conciencia con las niñas pobres, con las que no tienen otro lugar al cual recurrir. Mientras ellos garantizan que sus hijas tengan toda la atención adecuada. Hay mucha hipocresía. Entonces hay que garantizar el acceso de médicos y médicas que realmente garantizan los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres".

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