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domingo, 3 de julio de 2016

"Los pronósticos suelen fallar, la pregunta es qué va a pasar en 2017"

Lo dijo el economista Mariano de Miguel. Sostuvo que las pyme necesitan paliativos porque "hay problemas que se sostienen seis meses pero que pueden aflorar en un año". Si bien no hubo despidos masivos, recordó: "Es el sector que más empleo genera".

por Aquiles Noseda / aquiles.noseda@uno.com.ar

Para el economista, el gobierno nacional apunta su mirada hacia el 2017, año electoral. Foto: J.M. Baialardo


Para Mariano de Miguel, el gobierno tendrá que resignar algunos objetivos pensados al inicio de la gestión y virar la política económica. Para el especialista, las Pequeñas y Medianas Empresas, sector que más empleo genera en el país, se encuentran atravesadas por la combinación de diversas situaciones que golpean su actividad.
En medio de la discusión sobre el inicio del "segundo semestre", De Miguel coloca su atención en el 2017, año electoral y por lo tanto "trascendental" para la actual gestión de Cambiemos. Además, opina sobre el método de "prueba y error" utilizado por el actual gobierno y señala: "A mí me preocupa que a veces no se observa una unidad de mando".
El economista visitó el Centro Comercial de Santa Fe, en el marco de una serie de charlas organizada por la Cámara Argentina de la Mediana Empresa. En diálogo con Diario UNO, De Miguel analizó el actual escenario económico marcado por el arribo de la segunda parte del año.
—¿Cómo encuentra este contexto a las medianas y pequeñas empresas?
—Si uno mira el margen de cuánto ganan por cada peso que venden, el sector pyme viene perdiendo desde el 2007. Hubo años, como 2010 y 2011 donde la Argentina creció 17 por ciento, una barbaridad. Entonces, las empresas perdían margen pero compensaban en volumen y en escala de venta. Hoy se combinan algunas situaciones. Hay mercado interno deteriorado y un mercado externo complicado. Además, los encuentra con los costos en alza, con un trabajador que cada vez le cuesta más al empresario pero eso no se manifiesta en poder adquisitivo y tampoco en consumo. Ese cuadro para las pyme se conjuga y encima con tasas de interés muy altas.
—¿Cree que el gobierno ha demorado demasiado en reconocer los problemas de algunos sectores de la economía?
—Ahí hay algo que hacer rápido. Porque no hay que olvidar que es el sector que más empleo genera. Hasta ahora no se ven despidos masivos, aunque hay problemas. Pero no es lo mismo un ajuste que dure seis meses, un año o un año y medio, aunque todos estemos de acuerdo en que había que hacerlo o no. Porque hay ciertos problemas que se sostienen seis meses pero en un año afloran.
—¿Qué te preocupa de la actual gestión política y económica del gobierno nacional?
—A mí me preocupa que a veces no se observa una unidad de mando. En el gobierno anterior sucedía algo similar con Mercedes Marcó del Pont, Moreno, Lorenzino y Kicillof. Uno no tenía bien en claro quién era el ministro de Economía. Hoy se puede observar que hay decisiones que están en manos de Frigerio; hay otras que están en las figuras principales de la Jefatura de Gabinete, como es el caso de Quintana; otras en manos de Prat Gay y algunas en Sturzenegger en el Banco Central. Hay claramente muchas discrepancias, algunas de ellas se han manifestado en los diarios mismos.
—Más allá de las diferencias que puedan existir internamente, ¿cree que el gobierno tiene en análisis modificar o postergar algunos objetivos a propósito de la actual situación?
—A mí me parece que el gobierno ha empezado a virar la política económica. Me parece que está dando avisos de que hay algunas cuestiones que va a resignar, como es el tema de la meta fiscal. El déficit fiscal va a ser mayor que el del año pasado. El gobierno con algunas cosas dijo: "A esto hay que resignarlo, por ahora no se puede". Y por otro lado, como vio que la devaluación fue acompañada con la inflación, creo que el tema de la competitividad a través del tipo de cambio también la va a resignar. ¿Qué quiero decir? No me extrañaría que el gobierno se encamine a una estrategia de "ancla" cambiaria con financiamiento externo. Vieron algunos indicadores que los alarmó, creo que van a priorizar algunas metas.
—Se espera una inyección de dinero en obra pública. ¿Cuánto puede favorecer?
—Creo que va a existir un plan de obra pública bastante agresivo. Lo que tiene que suceder es que lo hagan con estrategias. Porque la obra pública es algo que rinde muy rápido en términos de actividad y es fácil de hacer, pero si uno lo hace sin estrategia no contribuye a cambiar nada desde el punto de vista estructural.
—El gobierno dio marcha atrás con algunas medidas. Si bien uno podría decir que "reconocen las malas decisiones", también es cierto que incomoda esta modalidad de "prueba y error".
—El gobierno está notando que los costos de las políticas que está implementando son mayores a los que esperaban. Esto se suma a desequilibrios estructurales muy grandes, que en algún caso los minimizaron. Con respecto a las economías regionales, por ejemplo, me parece que el gobierno no tenía mucha idea de la magnitud del impacto. En estas transiciones siempre hay marchas atrás y adelante.
—¿Le faltó olfato al gobierno para reconocer los posibles inconvenientes de algunas medidas económicas?
—Tiene un sentido razonable. Cuando sintió que tenía un respaldo y un caudal político fuerte tomaba medidas de costos económicos grandes. Uno de los aumentos vino después de la visita de Obama.
—¿Qué segundo semestre cree que no esperaba encontrar el gobierno?
—Quizás la variable estrella que muestra este escenario es la actividad. La actividad económica va a terminar cayendo probablemente por abajo del 2 por ciento. La inflación se pronosticaba en 25 por ciento y ya el propio Frigerio reconoce que no iban a alcanzar esa meta y se colocan objetivos cerca del 40 o encima del 40 por ciento. Es muy propio de la economía que los pronósticos fallen en algún punto. La pregunta clave es qué va a pasar en el 2007. Me parece que ahí el gobierno es donde tiene puesto todos los cañones. Esencialmente porque es un año electoral y me parece que para Macri y para Cambiemos es decisivo ganar esas elecciones.
—¿Cómo encuentra este momento a los asalariados?
—Hay que recordar siempre que el salario es quizás el costo más importante de la economía, es cerca del 45 por ciento del costo productivo pero al mismo tiempo es la principal fuente de la demanda, del consumo. La inflación empieza a arrastrar otras variables. El pronóstico era 25 por ciento a fin de año y las paritarias en promedio cierran en 30 por ciento. Se esperaba que el salario real creciera. Pero con una inflación por encima del 40 por ciento y paritarias cerrando al 30, el salario real cae. Que la actividad caiga más de lo esperado está relacionado con una caída del salario real mayor al esperado, lo cual está relacionado con una inflación más alta de la que se esperaba. Las tarifas y la inflación deterioran el poder adquisitivo de toda la población pero sobre todo en los niveles de ingreso más bajos.

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