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sábado, 27 de febrero de 2016

Bautista Moreno, el niño por el que Santa Fe rezó y el milagro ocurrió

Tras caer del primer piso de una casa en el barrio sur, el niño de siete años se recupera. El caso conmovió a los santafesinos en las redes sociales que siguieron cada paso de su internación en el Alassia.

En una entrevista con El Litoral, los Moreno repasaron la lucha del pequeño y la familia para salir de una situación límite. “Gracias a todos los que se preocuparon por Bauti”, dijeron una y otra vez.

Gigante gitano. Bautista posó para El Litoral con la camiseta del club Crai, que le regalaron jugadores de la primera división mientras estuvo en el hospital. Desde pequeño concurre a la escuelita de rugby de la institución deportiva. "Gracias al club, ahí también lo contienen mucho", dijo Gustavo. Foto: Mauricio Garin

Salomé Crespo
screspo@ellitoral.com
@salomecrespok


El 24 de noviembre a la tarde, Bautista Moreno de 7 años, cayó desde la planta alta de su casa, ubicada en el barrio Sur de la ciudad, a un patio interno. Lo frenó el frío y concreto cemento y comenzó el peor de los suplicios para la familia. Una verdadera prueba, para los que creen que hay un Dios.

La batalla en la terapia intensiva del hospital de Niños Dr. Orlando Alassia duró un mes: “Traumatismo de cráneo grave”, fue el diagnóstico y el peor pronóstico. Atravesó dos neumonías y superó la atelectasia (disminución de la capacidad pulmonar). Pero aferrado de un hilo a la vida, peleó “con uñas y dientes” y salió.

Dada la gravedad y las circunstancias del caso, la lucha de Bautista conmovió a miles de santafesinos en las redes sociales, que se unieron en cadenas de oración para rezar por su recuperación.

“Dónde están los micrófonos”, interpeló Bautista al equipo de El Litoral y sonrió con picardía. Su mamá, Betania Norman, le había explicado el motivo de la visita del vespertino. “Van a venir del diario porque la gente que se preocupó por vos quiere saber como estás. Y también para agradecerles a todos”, le dijo.

A tres meses del accidente, en la intimidad de su casa, Betania y Gustavo Moreno (el papá de Bautista) recibieron a El Litoral. Entre mates y con un nudo en la garganta, repasaron aquellos días oscuros y la recuperación de “Batu”, como le dicen sus hermanas Milagros (10) y Pilar (2). A cada momento dijeron, repitieron, insistieron con un “gracias”.

“Al personal del hospital de Niños, a la Fundación Mateo Esquivo, al personal de Ineco, a los amigos, a las mamás del colegio, a las maestras de Bauti, a la gente que se acercó y no conocemos, a la familia a la que injustamente uno nunca le agradece. Porque nunca estuvimos solos y sabemos que todos se alegran de que Bauti hoy esté bien. A todos, gracias”, remarcó Betania.

El próximo 8 de marzo, Bautista volverá a pasar por el quirófano del hospital de Niños. En la cirugía, le reconstruirán la parte frontal del cráneo.

La ciencia y la fe

El mate da vueltas por la mesa, mientras Bautista juega a la Play Station. Betania y Gustavo se prestan a la charla.

—¿Cómo recuerdan lo que le pasó a Bautista esa tarde?

—B.N.: Tenemos flashes, momentos. Me acuerdo del ruido del golpe. Estábamos en el estudio con Gustavo, sus hermanas durmiendo arriba, él mirando la tele y la mujer que nos ayuda en casa estaba planchando. No sabemos qué quiso hacer exactamente. Vimos que había acercado un escritorio a la ventana y pasó de largo. Cayó en el patio interno. Inmediatamente subí corriendo, porque pensé que alguien se había caído por la escalera. Pensé que era la más chiquita, pero no. Me asomé por la ventana y lo ví tirado en el patio. Salí a la calle y pedí ayuda en la comisaría que está acá enfrente, ellos llamaron a la ambulancia. No lo tocamos, Gustavo lo llamaba y le decía ‘tranquilo Bauti’, sabíamos que estaba inconciente, pero le hablábamos para darle fuerza. La ambulancia llegó muy rápido, en el hospital lo estaban esperando y lo ingresaron directamente a la Terapia Intensiva.

—¿Cómo fueron los días en el hospital? Betania respira profundo y levanta la mirada, como para no abrirle el cauce a las lágrimas.
—B.N.: Durísimos. Del primer día diría que no me acuerdo, no sé que ocurrió primero. Quiero destacar lo que hicieron en el hospital por Bauti. Siempre me dijeron “si te pasa algo, andá al Hospital de Niños” y hoy sé que si íbamos a otro lugar, Bauti se moría. Hay tanta gente trabajando ahí, tantos aparatos. No tengo palabras para describir la atención que recibimos. Los médicos que lo operaron, Elena Zemma y el jefe del servicio, Miguel Ibáñez, tuvieron las manos iluminadas. Lo llevamos a controlar al Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco) en Buenos Aires y nos dijeron que no tiene secuelas por la rapidez con la que lo intervinieron, sino el cerebro se iba a empezar a dañar, producto de la inflamación. De hecho, en el hospital nos pidieron para ocuparse de la rehabilitación y ni lo dudamos. Trabajaron con él durante más de 20 días y hoy no presenta secuelas, aunque tiene que seguir con actividades y cuidados para recuperarse totalmente.
—G.M.: Ni bien llegó lo operaron. Ingresó al quirófano a las 19, nos explicaron los neurocirujanos la gravedad del caso. Salió como a la medianoche. Estuvo más de 20 días en Terapia Intensiva, había que esperar que las cosas cambien de hora a hora. Uno de los principales problemas que tuvo fue la presión del cráneo, no la podían bajar. Pero nunca fue para atrás, siempre estuvo estable o evolucionó.

—¿Cuándo sintieron que lo peor había pasado?
—B.N.: Si bien tenía el problema de la presión, la seguía peleando. Un día le pregunté al médico de terapia, si había hecho algún paro cardiorespiratorio entre que se cayó y llegamos al hospital y me dijo: “Me di cuenta que tu hijo la iba a pelear, porque no daba más y sin embargo seguía respirando y dejó que lo entubáramos”. Pasaron 12 días que no lo podíamos tocar y cuando superó el problema de la presión, se tenía que despertar. Entonces les pedimos a las mamás y papás de los amigos que le mandaran audios. Le decían “Bauti dale, ponete bien, vamos a jugar, te invito a la pile”. Le poníamos audios de las hermanas y los primos, le leíamos. A los 20 días, abrió los ojos pero no hablaba y le mostramos videos de los amigos y se empezó a reír. Así lo conectamos de a poco con su mundo.
—G.M.: Los enfermeros le ponían canciones de Rombai y Marama. A ellos también queremos agradecerles. Nos ayudaron tanto, nos decían “dale papá que esto va bien, dale, dale, dale”, o “hay que seguir mamá, hay que seguir, no se nos vengan abajo” y así Bauti fue saliendo.

La magia de la Navidad

El 24 de diciembre los Moreno recibieron la mejor noticia: podían volver a su casa con Bautista. Es que el entorno, sus hermanas, sus juguetes, le iban a dar el último empujón que necesitaba para salir definitivamente.

—¿Cómo vivieron lo que pasó con la gente, en las redes?
—B.N.: Después de ingresar al hospital no le habíamos avisado ni a nuestras familias, estábamos solos. Les mandé un mensaje de audio a las mamás del colegio de Bautista, ahí siempre hacemos cadena de oración cuando alguien lo necesita. Les dije que se había caído, que rezaran porque estaba muy mal. A partir de ahí, yo no podía saber lo que pasaba afuera, pero empezó a ir gente al hospital que me decía “vos no me conoces, pero te traje esta estampita, rezale que es milagrosa”. Así me llevaron de todo. No podía creer la solidaridad de la gente, cómo de la nada iban hasta ahí a acercarnos algo.
—G. M.: También se nos acercó Diego Esquivo, de la fundación “Mateo Esquivo” para ofrecernos que nos quedáramos en la casa que tienen al lado del hospital. Les vamos a estar eternamente agradecidos. Nos abrieron las puertas de ese lugar que es mágico.

—Después de semejante prueba, uno no vuelve a ser el mismo. ¿En qué los cambio lo que le pasó a Bautista?
—B. N.: En todo momento al hospital venía gente que me decía “yo no rezo nunca y lo estoy haciendo por tu hijo, vas a ver que se va a salvar”. “Yo no voy nunca a misa y estoy yendo a rezar por él. Va a salir adelante”. Creo que todo lo que pasamos no fue para nada. En otros lugares habrá muchos otros Bautistas que hicieron que la gente se una tanto y rece tanto, eso para Dios es fundamental. Bauti fue el instrumento que tuvo Dios para hacer que la gente se acercara y tenga fe.
—G.M.: Por supuesto que nos tomamos las cosas de otra manera. Antes nos complicábamos con pavadas. Ahora digo “si se puede, bien, si no, no importa”. Si tenemos bien y si no, también. Eso se le intentamos trasmitir a los chicos.

Bautista buscó la camiseta del club Crai, a cuya escuelita concurre y se acomodó junto a sus padres para la foto. Miró a la cámara canchero, con una sonrisa a la que le faltan un par de dientes —por los que el Ratón Pérez seguro pagó una buena suma—, pero ese agujero gracioso es lo de menos, porque hoy Bautista sonríe.

En el hospital no sólo Bauti recibió la mejor atención, también nosotros. Desde el director para abajo, nos contuvieron en todo momento, supieron manejarnos y nos entregamos a ellos”
Gustavo Moreno
Papá de Bautista

Recibimos contención desde lo espiritual. No es fácil enfrentarse a padres que están pasando por ese momento tan crítico. La doctora Zemma me dijo ‘recé antes de operarlo’. Fue realmente un milagro”.
Betania Norman
Mamá de Bautista

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