lunes, 11 de mayo de 2015

"Quiero que se hagan los juicios para que se sepa toda la verdad"

Tiene 51 años. De 2007 a 2011 fue jefe de la ex Dirección de Drogas Peligrosas y durante 10 meses jefe de la policía provincial. Está preso en la cárcel de Las Flores y procesado en dos causas federales.
La Capital | 
“No estoy resignado a la pelea porque la esperanza es lo último que se pierde y la única lucha que se pierde es la que se abandona. Pero a la luz de los resultados judiciales de los últimos días está claro que me condenaron de antemano. Ahora sólo me queda esperar que se realicen los juicios orales para que se sepa toda la verdad”. Las palabras corresponden a Hugo Damián Tognoli, el comisario general que hasta el 21 de octubre de 2012 fue jefe de la policía de la provincia de Santa Fe y que desde el 5 de marzo de 2013 se encuentra detenido y con procesamiento firme en dos causas penales que lo vinculan con la protección a narcotraficantes del sur y del centro santafesino. Visiblemente demacrado y desalineado, con una incipiente barba de un par de días, con los dientes amarillos quemados por los cigarrillos que fuma sin cesar y con una mueca de tristeza permanente en su rostro, quien condujera los destinos de la ex Drogas Peligrosas durante cuatro años y la fuerza provincial durante diez meses, ahora está recluido en una habitación de la cárcel de Las Flores, en el noroeste de la ciudad de Santa Fe y a unas 20 cuadras de la casa de su suegra, donde reside toda su familia. Allí, en esa celda, recibió el jueves pasado a La Capital en el fin de una semana que le deparó dos traspiés: el lunes la Corte Suprema de Justicia de la Nación rechazó un recurso de queja que había presentado su anterior defensor (Carlos Edwards) en el marco de la causa que se le sigue en la Justicia federal con sede en la capital provincial; y el jueves la Sala B de la Cámara Penal Federal de Rosario le denegó una vez más la excarcelación en el marco del expediente que se tramita en esta ciudad. Por lo tanto, en ambos casos todo hace presumir que Tognoli deberá sentarse en el banquillo de los acusados en los próximos meses para que se decida su futuro.
 
— Lleva más de dos años preso y sin sentencia, ¿cómo se siente?

— Cómo quiere que me sienta. Cuando uno está detenido por algo que no hizo y no sabía ni siquiera que había ocurrido, que está preso por una causa totalmente política, digitada desde oficinas de Buenos Aires desde las cuales se corre a una fiscal federal (Liliana Bettiolo) porque no encontró motivos para apelar la falta de mérito que me había dictado el juez Carlos Vera Barros y se designa a un nuevo fiscal (Juan Patricio Murray) que inventa la figura jurídica de la empresa criminal conjunta, algo que sólo es usado en los juicios de lesa humanidad, con el solo objetivo de volver a apresarme, uno se siente usado, se siente manoseado, se siente mal. 

— Tanto usted como sus abogados siempre sostuvieron que es un preso político. ¿Por qué lo dicen? ¿A quién le interesa que usted esté preso?

— Yo soy un preso político del gobierno nacional. Porque acá vinieron para hacer pie en la provincia, para recuperar la provincia, y al único que le pegaron fue a mí que era (en 2012) la figura del momento, el golden boy del gobierno santafesino. Si hasta el diputado (justicialista Mario) Lacava dice en las transcripciones de las sesiones legislativas que yo era el comisario estrella de la provincia. 

— Pero ¿por qué recaen sobre usted y no sobre otro funcionario?

— Porque yo estaba haciendo una gestión exitosa en la Dirección de Drogas y hasta el día de hoy nadie pudo igualarla ni en la cantidad de allanamientos realizados, ni en la cantidad de droga secuestrada, ni en las detenciones que realizamos. Entonces yo realmente luchaba contra el narco, no lo encubría. Y eso molestaba a alguien. Entonces apuntaron contra mí porque era el tipo más débil de la cadena y era mucho más fácil que atacar que a un político. 

— ¿Cuándo habla del gobierno nacional, más allá de la decisión de cambiar de fiscal que es algo que depende de la Procuradora Gils Carbó, de quién habla?

— De Agustín Rossi, el actual ministro de Defensa. El orquestó todo para ponerme preso porque quiso recuperar la provincia, siendo que en la lucha contra el narcotráfico no debería haber banderas políticas. Yo no pertenezco a ningún partido. Yo lo que hice fue sólo trabajar. 

— Pero usted llega a ser jefe de policía por una decisión política... 

— Sí, pero el gobernador hubiese podido designar a cualquiera. Yo tenía 30 años de carrera sin ninguna mancha, estaba a punto de jubilarme cuando me designaron y saltó todo esto. 

— El no ser allegado a ningún partido, como usted sostiene, ¿le jugó en contra? 

— No creo que me haya jugado en contra. ¿Por qué? 

— Porque usted asegura que Rossi orquestó su detención y el socialismo de la provincia no lo defendió.

— Es que yo no pertenezco al socialismo tampoco y no sé si se puede afirmar que me soltó la mano. 

— Pero usted fue jefe de policía de una gestión socialista y sólo lo defendieron los primeros días que estuvo preso, después parecen haberse olvidado. 

— Ellos sabrán por qué no siguieron sosteniéndome. Yo no soy una persona política y además no me interesa entrar en la discusión política. Si uno lee la causa que esta colgada en Internet (www.causatognoli. com) verá que no hay un solo indicio en mi contra. Y si no, que me digan dónde están esas pruebas. Entonces, si esto no es ser un chivo expiatorio de una pela mayor entre la provincia y la Nación, ¿qué soy? 

— ¿Le gustaría sentarse a una mesa con Rossi para preguntarle si el hizo esto y por qué? 

— Obviamente que me gustaría hablar con el hombre y preguntarle por qué yo. Qué mal le hice. 

— ¿El narcotrafico llegó a Santa Fe de la mano de Tognoli? 

— Ya estaba y vaya a saber desde cuándo. A los cinco meses de asumir como jefe de Drogas, en mayo de 2008, desbaratamos la primera cocina de drogas en Rosario que era manejada por “El Negro” Selerpe. Entonces no pueden decir que yo le abrí la puerta a los narcos. Me acuerdo que en esa época la doctora (Laura Inés) Cosidoy (camarista federal) salía permanentemente a denunciar lo que pasaba en la Dirección de Drogas y cuando hubo que designar un nuevo director se consultó a la Justicia federal. De allí salió mi nombre y mi designación. 

— Usted dijo que la policía perdió la calle. ¿Eso significa que dejó de controlar el delito, o el negocio al cual se la liga? 

— Perdió el control del delito y por eso las bandas tomaron las calles e hicieron lo que hicieron. Si yo sabía de algún negociado que hiciera mi personal lo hubiese denunciado sin dudas. Yo me crié en el Departamento Judiciales (D5) donde se investiga y se dictan las cesantías. A mí no me iba a temblar el pulso en denunciar y cesantear. 

— ¿Alguna vez supo de las cajas negras en la policía y las bandas narcos aportando a ellas? 

— No. (Se calla, piensa) Son todas habladurías. No digo que no existan, como pueden existir en cualquier trabajo. Lo que sí es que nunca lo vi ni me enteré, porque si no hubiese actuado en consecuencia. 

— ¿Usted se enriqueció en los 30 años de policía? 

— No. Vivo en casa de mis suegros hace 28 años, no tengo ni casa. Los únicos ingresos que tenemos es el trabajo de mis dos hijos y el alquiler de un galpón de mi suegra que tiene su jubilación y su pension. 

— Si yo fuera el abogado del diablo diría que usted no tiene casa pero que eso no es sinónimo de que no se enriqueció y que tiene la plata en otras inversiones. 

— A mí me investigaron por todos lados. Mandaron oficios a bancos argentinos y del exterior, analizaron propiedades, vehículos, pases de jugadores de fútbol, caballos de carrera, tarjetas de crédito, barcos, joyas, compra y venta de divisas. No hallaron nada a mi nombre y de ningún familiar. 

— Usted dijo que estaba entregado y que sólo le queda esperar el juicio oral. 

— Entregado jamás. Pero si uno ve y escucha el audio completo de la audiencia de excarcelación que se hizo esta semana parece que todo es cosa juzgada y que Tognoli es responsable desde 2007 a la fecha de todos los problemas del narcotráfico que ocurren en la provincia, de todos los males de la policía. Todos los problemas son anteriores y posteriores a mí. 

— Usted siempre afirma haber tenido una gestión existosa pero está preso y procesado por dos causas en las cuales se lo acusa de encubrir a narcotraficantes. ¿El justificar una buena gestión con números de allanamientos o secuestros no es una excusa? 

— No, porque si uno quiere medir la lucha contra el narcotrafico tiene que medirla por allanamientos y no por procedimientos. Para que la Justicia federal dé una orden de allanamiento tiene que haber una investigación previa, si no no la da, no la expide. Y si uno tiene en un año 379 allanamientos como yo dirigí en 2009 (busca una planilla entre los papeles de una silla donde se amontonan fojas de los expedientes) y se fija en los promedios anuales, sabrá de qué se habla cuando se habla de éxito. En 2003 hubo 149 allanamientos, en 2004 hubo 124, en 2005 llegaron a los 160, en 2006 bajaron a 131, en 2007 fueron 150 y en 2008, ya en mi gestión, subieron a 314, en 2009 fueron 379 y en 2010 un total de 336. Lo mismo puedo decir de la cantidad de droga secuestrada año por año. ¿Cómo me van a decir que no hubo lucha contra el narcotrafico?

Encerrado en un lugar precario 

El ex jefe policial tiene un camastro con dos colchones, un viejo televisor y una heladera en cuya puerta se ven las fotos de su nieta Tatiana.
 
La cárcel de Las Flores se levanta en la zona noroeste de la ciudad de Santa Fe. Cada paso que se da, desde el portón de ingreso hasta el pabellón donde está recluido Tognoli, muestra el deterioro del viejo edificio y el descuido en las instalaciones. Yuyos, alambrados oxidados, falta de pintura y varios vehículos del Servicio Penitenciario en desuso y pudriéndose al sol pintan el sector de extramuros. Adentro de los pabellones nada cambia. Cables sueltos, cielorrasos caídos, capas de pintura desgarradas en las paredes, muebles desvencijados en todos y cada uno de los rincones, baños rotos.
 
Tognoli está en una habitación de 2,5 metros de lado en un sector donde hay más de una decena de piezas iguales que confluyen a una galería común. Allí están alojados los policías y militares juzgados por delitos de lesa humanidad. El ex jefe policial tiene un camastro con dos colchones, un viejo televisor y una heladera en cuya puerta se ven las fotos de su nieta Tatiana. Abajo de la cama y en alguna sillas se amontonan cajas de cartón en las que hay hojas y hojas de los expedientes que lo tienen como actor principal y que él dice leer una y otra vez “para encontrar una prueba” que lo vincule a los delitos por los que está procesado. Un cable cruza la habitación a modo de soga para colgar la ropa. Una pequeña hornalla eléctrica donde calentar el agua para el mate que durante la entrevista no dejará de ser cebado por él.
 
Algunos estantes, una mesa redonda en el medio del ambiente y algunas sillas plásticas completan el mobiliario. En la puerta de madera que cierra la habitación hay una pequeña calcomanía que le regalaron sus hijos. En ella se lee una frase del Papa Francisco: “La soga se puede estirar sólo hasta cierto límite”.
 
"Leo las causas todos los días para saber por qué estoy preso" 

Tognoli está en una celda individual de un pabellón especial.
 
Hugo Tognoli está con procesamiento firme en dos causas tramitadas ante la Justicia federal. En la primera de ellas, instruida en la capital provincial, está acusado de encubrimiento agravado en favor del narcotraficante Daniel “Tuerto” Mendoza. Junto a él también irá a juicio el ex subjefe de Inteligencia de Drogas Peligrosas José Luis Baella. Los dos, con el agente Mauricio Otaduy, también están implicados por “coacción” en perjuicio de Norma Castaño, titular de la ONG Madres Solidarias, quien denunció la connivencia entre policías y narcos.
 
“El problema de la señora Castaño es personal. Ella estuvo casada con el sargento Marinacci, quien prestaba servicios en Drogas Peligrosas y del cual se separó. Entonces se juntó con oficial principal Britos, que prestaba servicios en la misma dependencia. Si uno busca en Google la nota «Yo acuso», esa mujer el 8 de enero de 2008 copia una denuncia que ya había realizado en 2003 contra las autoridades de Drogas de aquel momento y que le fue rechazada. En 2003 fue porque su primer marido fue relevado de la sección. Por entonces yo trabajaba en Judiciales. Cuando en septiembre de 2010 su nueva pareja choca un auto oficial de la Direccion de Drogas, el informe de la comisaría dice que tenía aliento etílico y no tenía carné habilitante para conducir. Por eso fue desplazado y la señora Castaño me pidió que no le hiciera sumario al marido y que yo como jefe afrontara los gastos. Yo decidí iniciarle sumario y no trasladarlo desde Esperanza a Santa Fe. Entonces ella hizo una denuncia igual a la de 2003”, dijo Tognoli.
 

— ¿Entonces es una revancha? 

— Son inventos. El problema de la señora Castaño es con sus maridos. Y encima aprovecha su posición para participar en política. Fue candidata a diputada provincial en la lista de Oscar “Cachi” Martínez (Frente Renovador). 

— ¿Usted ordenó filmar un video para extorsionar a Castaño y que retire la denuncia en su contra? 

— Yo de ese video me enteré con posterioridad a que el mismo fuera remitido a la Justicia y mal puedo querer coaccionar a alguien con un elemento que no tengo. Supuestamente yo mandé a filmarla para extorsionarla a fin de que levante la denuncia en mi contra, denuncia que no puede levantar porque el titular de la acción es el Ministerio Público Fiscal y no ella. 

— ¿Usted piensa que en un juicio oral va a tener las pruebas para dar vuelta la acusación? 

— La señora Castaño declara el 11 de mayo de 2011 ante la Fiscalía que Daniel “Tuerto” Mendoza no vendía más drogas y que la amenazaron con que si seguía con las denuncias le iban a plantar la droga. Entonces, si Mendoza no vendía más, cómo podría yo ayudar a Mendoza para evadir la accion de la Justicia. Aparte resulta obvio que si Mendoza dejo de vender drogas lo hizo porque no tenía cobertura policial y porque tenía miedo a que lo investiguen. Y es por eso que Mendoza, según relata Castaño el 23 de mayo, se iba a ir de Santa Fe. Si el tenía acuerdos con la policía ¿por qué se iba a ir? Es contradictoria Castaño y además es vidente, porque el 7 de octubre de 2012 declara en Fiscalía que a la denuncia la hizo el 3 de marzo porque sabía que la habían filmado, pero el video es del día 22. 

— ¿Por qué recuerda días, fechas, fojas? 

— Porque leo la causa todos los días y quiero encontrar una razón o motivo que me dé indicios para saber por qué estoy procesado. Cómo puede ser que la Fiscalía me acusa de no investigar a Mendoza si en el oficio que me mandan no dice eso. Del registro de causas no salió entonces el nombre de ese Daniel Mendoza. 

— Castaño también denunció que Mendoza le ofreció plata para que retire la denuncia... 

— Esa señora dice que dejó constancia de eso en una escribanía y que a posteriori recibió la plata y la depositó en esa escribanía. Pero el 4 de abril de 2013, al declarar en Fiscalía, no recordaba en que escribanía había hecho la denuncia y el depósito. Y la Fiscalia, ¿por qué no ofició al Colegio de Escribanos a ver dónde estaba ese dinero? No hay constancia alguna de eso. 

— ¿Usted conoció a Carlos Ascaíni, el narco de Villa Cañás al que supuestamente protegía? 

— No conocí ni a Ascaíni, ni a Mendoza. 

— En la causa que instruye la Justicia federal de Rosario hay dos pruebas importantes. El uso de una clave del Registro Automotor con la cual se detectó que autos de la Policía de Seguridad Aeroportuaria seguían a Ascaíni y un mensaje de texto del ex policía Ledesma que le dice a la dueña de un prostíbulo en Venado Tuerto que para vender drogas hay que arreglar con usted y comprarle a Ascaíni... 

— Pero Ledesma dijo después que eran sólo rumores. A fojas 1396 del expediente se lee que el comisario Alenadro Druetta investiga a Ascaíni y a Aldo Orozco e informa la versión de que éste le pagaba 30 mil pesos a la Brigada de Drogas del departamento General López, es decir al mismo Druetta, para trabajar tranquilo. Por lo que puedo presumir que es sólo un comentario de la zona. 

— ¿Y en cuanto al uso de la clave para saber de quién eran los autos que seguían a Ascaíni? 

— Hay una gran confusión en los jueces y camaristas sobre eso. Ya lo dijo el juez Carlos Vera Barros cuando dictó la falta de mérito y conforme a los dichos del perito Likerman: el único con acceso a la base de datos es el usuario de la clave. Y si yo no tengo clave, no tengo acceso y no soy usuario, ¿cómo hago para controlar? Es lo mismo que controlar todos los correos electrónicos de los policías de la provincia sin tener claves. Aparte, el hecho de constatar la patente de un vehículo oficial no es delito alguno. La clave se entrega como una herramienta de trabajo, al igual que el arma reglamentaria. Entonces, si un policía sale y mata o roba con el arma reglamentaria, ¿es responsable el jefe policial? Esto es una barbaridad. ¿Cómo puedo saber a 400 kilómetros de distancia que una persona chequeó una patente? Si el juez repite en dos oportunidades que el responsable de la clave es el usuario, en ese caso el comisario Norberto Fernández, ¿por qué estoy procesado yo? 
 
 
"Sólo tengo que pedirle perdón a mi familia"
"Yo extraño mucho a mi nieta", confiesa Tognoli.

Hugo Tognoli está preso desde el 7 de marzo de 2013. Antes, en octubre de 2012, ya había estado detenido otros 15 días apenas se conoció su presunto vínculo con los narcos en una nota que publicó el diario Rosario/12 con el título “La línea blanca”. Sus días en el penal, dice, “son aburridos”, y asegura: “Camino por la paredes y tengo que tomar ansióliticos para poder dormir”. Cuenta que lee “los expedientes una y otra vez, veo un poco de televisión, tomo mates”. Y se muestra emocionado cuando adelanta que está “escribiendo mucho con la idea de contar la verdad en un libro”.
 
“Fumo dos atados de puchos por día y los viernes mi familia viene a visitarme. Yo extraño mucho a mi nieta”, dice . Y revuelve papeles para buscar los dibujos que la pequeña Tatiana le ha escrito. Entonces se quiebra, los ojos se le enrojecen y cae alguna lágrima. 

— ¿Usted dijo que tenía ganas de escribirle al Papa? 

— Sí, quiero que alguien interceda y me explique por qué estoy preso. Ya lo voy a hacer. 

— ¿Algún compañero de la policía sigue contactándolo? 

— En las malas la mayoría se olvida de uno. Pero hay algunos incondicionales que me visitan, me hablan. Pero no quiero hacer nombres. Cada uno sabe quién es Hugo Tognoli. 

— ¿Tiene rencores o pasará facturas el día que salga? 

— No. Lo que sí estoy seguro es de que más que pasar facturas le tengo que pedir perdón a mi familia por haberle restado tiempo durante 30 años trabajando sin límites, por haberla descuidado a lo largo de mucho tiempo y hoy estar detenido por el solo hecho de trabajar. 

— Un policía se pasa la vida deteniendo gente y ahora está preso. ¿Qué implica eso? 

— Es algo horrible, impensable. Máxime a esta altura de mi vida. Tengo 51 años y nunca hice nada ni tuve una tacha en mi legajo. Sin embargo, estoy preso.

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