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domingo, 3 de mayo de 2015

La corrupción en democracia, tema de un film mexicano que podría ser argentino

Un político entra en éxtasis "olfateando" dinero y un escándalo tapa al otro, hay sobornos millonarios, carpetazos y hasta un atentado disfrazado de suicidio.
Infobae | 

 La dictadura perfecta se abre con una advertencia al espectador: aunque los nombres son ficticios, lo hechos no lo son y "cualquier parecido con la realidad no es mera coincidencia".
La corrupción en democracia, tema de un film mexicano que podría ser argentino
Y ese es justamente el sentimiento que despierta esta última producción de Luis Estrada, realizador mexicano –conocido entre nosotros porEl Infierno- que se especializa en radiografiar con crudeza, sarcasmo e impecable factura artística el sistema político de su país: la sensación de que la realidad supera incluso esta ficción, pese al estilo algo brutal y sarcástico del relato. "La moral es un pinche arbusto que da moras", es la frase de uno de los protagonistas, que sintetiza el divorcio entre ética y política.
Para el espectador argentino, la película tiene un inconfundible aire de familia... Medios que ponen y sacan funcionarios –y hasta "hacen" presidentes-, políticos que denuncian "complots" cuando son pescados con las manos en la masa, ingentes recursos públicos destinados a campañas de imagen y mucho, mucho más.
La trama
Un Presidente pronuncia una frase desafortunada, sus colaboradores logran evitar que se filtre a la prensa tradicional, pero no a las redes donde aceleradamente se convierte entrending topic...
  
¿Qué hacer? Gabinete de crisis. Como un escándalo bien puede tapar otro, un medio amigo desempolva el video de un Gobernador recibiendo un soborno. Que el hombre sea del mismo partido que el Presidente es un detalle menor, dadas las circunstancias; el escándalo servirá para instalar otro tema en la opinión pública. Pero la televisora denunciante se mostrará sensible a las contundentes "razones" que, para frenar el escándalo, el Gobernador pondrá sobre la mesa....
  
Pero el escándalo ya se trasladó al interior, donde la oposición pide la renuncia del Gobernador corrupto. El equipo de manejo de crisis que la televisora pone a disposición del atribulado funcionario busca desesperadamente un caso para distraer la atención, una noticia con la que la gente se identifique. "¿Se acuerdan de los mineros atrapados?", pregunta el asesor de imagen... Y, milagrosamente, la noticia aparece. Y con ella el desopilante manejo sensacionalista de los medios.
  
Todo va bien hasta que el diablo mete la cola: un diputado opositor consigue pruebas del millonario contrato que el Gobernador firmó con la televisora y decide denunciarlo. Desde ese momento, todos los cañones apuntan contra el aguafiestas: campaña sucia en su contra y, si con eso no alcanza, se impondrá el montaje de una escena de suicidio... de impactante parecido con la tragedia que vivimos aquí en enero cuando un disparo en la cabeza de un fiscal abrió un caso sin resolución a la vista y una trama sin final.
  
Imperdible epílogo: los protagonistas del caso resonante acaban en la tele, el cronista policial asciende a presentador de noticias y el Gobernador tiene la vía libre hacia la presidencia...
La advertencia final para el público argentino debería ser que cualquier candidato con "libre" disponibilidad de fondos estatales y el favor de la prensa puede llegar hasta la cima.

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