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domingo, 4 de enero de 2015

La deuda externa será un factor clave para 2015

Un nuevo panorama financiero se presentó en Argentina. Provocó un viraje en las previsiones para 2015 respecto de la salud de las cuentas públicas y logró ahuyentar las expectativas de devaluación que estaban implícitas.

“La combinación de noticias respecto al intento de abrir la cuenta capital (vía el anuncio de colocación del Bonar 24) con el nuevo set de precios internacionales (soja en leve suba y estrepitosa caída del petróleo), nos llevó a modificar los escenarios que planteamos en nuestro informe anterior”, señaló el estudio Miguel Bein & Asociados en sus pronósticos mensuales.

Según la consultora presidida por el economista, en el último mes, “el escenario de escasez de dólares mejoró” y lo atribuye esencialmente a que se hicieron realidad “algunas de las cajas” como el swap con China, la licitación del 4-G o el acuerdo con las cerealeras por la liquidación de divisas, que permitieron recomponer reservas al Banco Central en torno a los 29.000 millones de dólares y, al mismo tiempo, “empezar a abrir lentamente el grifo de pagos a los importadores netos”.

Por otro, según las previsiones de la consultora, el ruido discursivo contra los fondos buitre “se moderó” y apareció en el horizonte “la expectativa de inicio de negociación del fallo en enero una vez caducada la cláusula Rufo”. En paralelo, se avanzó con la decisión de abrir el mercado de crédito convalidando tasas altas con el anuncio del canje del Boden 15 que en rigor incluyó detrás la colocación de hasta 3.000 millones de dólares en Bonar 2024.

“Esta calma financiera permitió derrumbar las expectativas de devaluación implícitas en el mercado de futuros y al mismo tiempo —vía recuperación de los precios de los activos financieros en dólares— bajar bruscamente la brecha cambiaria a la zona de 36% en el mercado de contado con liquidación y a 50% en el mercado marginal”, explicó el informe.

Actividad

De ese modo, para el estudio Bein & Asociados, esto permitió moderar la caída brusca que se avizoraba para el nivel de actividad en el último trimestre del año (de -5% i.a. a -4%), el cierre de 2014 (de -2,5% a -2,2%) y el consecuente arrastre estadístico negativo para 2015 (de 2,2% a 1,7%).

En simultáneo se estabilizaron las previsiones para 2015 en función de la dinámica en los precios de los commodities con un aumento en el precio de la soja de 15% respecto de los mínimos, y un precio del petróleo que acumula una caída de casi 40% desde los máximos.

“La suba en el precio de los productos agrícolas, contribuye a sostener nuestro escenario de exportaciones que siempre incorporó un precio de la soja de 380 dólares, y nunca se hizo eco de los mínimos que llegó a tocar en plena cosecha norteamericana”, explicó el estudio que conduce Bein.

Petróleo

“La caída en el precio del petróleo tiene impactos de corto plazo ciertamente favorables en un contexto de fuerte desequilibrio en la balanza de divisas y fiscal energética y de enorme atraso en los precios internos de la energía (excluyendo los combustibles líquidos cuyos precios ya se ubican por encima de los internacionales)”, dijo.

Dicho de otro modo, según el informe si bien la caída del precio del petróleo no es una buena noticia para algunos de los proyectos de inversión en Vaca Muerta, tiene tres efectos de corto plazo muy significativos que identifica de esta manera:

   1) Reduce la brecha de divisas energética en torno a 2.700 millones de dólares, desde los 7.700 millones de dólares proyectados inicialmente para 2015 en el escenario base.
   2) Contribuye a moderar el agujero fiscal. Con semiancla cambiaria y un supuesto de traslado de sólo 70% de la caída en el precio del petróleo, los subsidios a la energía (13% del gasto público antes de intereses) se mantendrían prácticamente estables en pesos en un contexto donde los ingresos por retenciones a los combustibles han perdido total relevancia después de la pulverización de las exportaciones y la baja de las alícuotas de 2013.

  3) Amortigua las presiones inflacionarias por la estabilización en el precio de las naftas (a diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos donde el traslado al surtidor es inmediato con una caída mayor al 20%, en Argentina la noticia es que las naftas dejaron de subir luego de acumular un aumento de casi 40% en lo que va del año) y por la menor presión implícita en el reacomodamiento pendiente de precios relativos. La magnitud de la distorsión sigue siendo muy grande, tanto en gas (donde este año los aumentos al consumo residencial alcanzaron en promedio 280%) como en energía eléctrica (donde la necesidad de recomponer las tarifas se reduciría de 9 veces a algo más parecido a 7, una vez que el precio de importación del gas y/o sus sustitutos empiecen a reflejar la caída en el precio del petróleo).

Como consecuencia del cortoplacismo de la política de combustibles de los últimos años y la pérdida del autoabastecimiento, en el corto plazo Argentina quedó “corta” en petróleo, beneficiándose ahora de la caída en su precio, al igual que lo ocurrido en EEUU, Europa y Japón entre los países desarrollados y China, India, Indonesia y Turquía entre los subdesarrollados, con más margen para manejar la política monetaria en un contexto de menor presión inflacionaria.

Claro que en Argentina, por la magnitud de la brecha fiscal, sólo amortigua en el margen la dominancia fiscal, trasladando la presión sobre la estrategia de financiamiento del fisco y del manejo del resto del gasto público, tema decisivo en el año electoral.

Revisión

La combinación de noticias respecto al intento de abrir la cuenta capital (vía el anuncio de colocación del Bonar 24) con el nuevo set de precios internacionales, llevó a modificar los escenarios que planteados en informes anteriores del estudio de Bein. “Corregimos hacia abajo el nivel de importaciones en los tres escenarios, teniendo en cuenta que al precio actual las importaciones de combustibles mostrarían el próximo año una caída en sus precios en torno al 27%”, señaló.

En el escenario que no incluye arreglo con los fondos buitre, se introduce una situación intermedia en la que el gobierno “intenta abrir la cuenta capital casi en paralelo al final de la cláusula Rufo y la posibilidad de ofrecer mejores condiciones en una negociación con los holdouts”.

Convalidar tasas más altas, no tiene costos inmediatos y, si sale bien, tiene beneficios rápidos en términos de disponibilidad de dólares.

Esto no es necesariamente mejor, ya que si bien mejora la posición argentina en la negociación, en un extremo, si llega a salir “bien” podría incluso volver a posponerla si el gobierno no consigue una quita del fallo y plazos de pago que considere “justos”.

Lo que queda claro es que “el gobierno ya decidió que la deuda, es lo único que permite financiar una transición política en 2015 sin un mayor ajuste del nivel de actividad.

“Y si este es el caso, aumenta en forma directa la capacidad de la economía para que el uso del dólar como semiancla permita durante 2015 moderar la inflación y mejorar el nivel de actividad dependiendo de la disponibilidad efectiva de dólares”.

En cualquier caso, la combinación de atraso cambiario y caída en las reservas, lleva a una situación donde es probable la reaparición de la presión cambiaria, a medida que se acerquen las elecciones y al cambio de gobierno, en paralelo a una recuperación en los precios de los activos locales.

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