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domingo, 28 de diciembre de 2014

ROSARIO Empleado de un shopping denunció una pesadilla vivida en la seccional décima

Según dijo en Asuntos Internos, lo detuvieron sin causa tras ser atropellado por un patrullero. Además, sostuvo que un supuesto preso se hizo pasar por el jefe para extorsionarlo.
/La Capital | 
Empleado de un shopping denunció una pesadilla vivida en la seccional décima
 Jesús Acosta tiene 25 años y es empleado en un local de uno de los shopings de zona norte. Sin quererlo, según dice, se vio envuelto la noche del 14 de diciembre en una maraña policial cuando un patrullero del Comando Radioeléctrico le chocó la moto y lo llevó por delante. Luego de ese incidente terminó detenido de manera irregular en la seccional 10ª durante toda la noche, fue víctima de una extorsión en la misma comisaría y lo hicieron hablar con lo que él supone era un preso que se hizo pasar por el jefe de la repartición para así extorsionarlo. Entonces le pidieron dinero para devolverle la moto secuestrada. El muchacho, que cuenta con un antecedente penal por tenencia de un arma de fuego familiar, denunció la situación ante la Dirección de Asuntos Internos y espera poder recuperar algunas pertenencias que sostiene le robaron los inescrupulosos policías que lo mantuvieron cautivo.
   La noche del 14 de diciembre Acosta salió de trabajar del shopping a las 23. Montó su vehículo tipo mini enduro y enfiló para su casa, en la zona de avenida Sorrento y Casiano Casas. Dobló en una rotonda de esa zona y al tomar por calle Esquivel observó que lo seguía un patrullero del Comando Radioeléctrico que una cuadra después lo llevó por delante. “Cuando me atropellaron se bajaron dos policías: un hombre y una mujer. La mujer era medio gorda y con mechitas y me apuntaba con una escopeta. El otro policía era gordo, medio pelado, de unos 40 años y me apuntaba con una pistola. Entonces yo le desplacé el arma con mi mano y le dije que venía de trabajar”, contó Jesús Acosta la tarde de ayer en su humilde casa del barrio Casiano Casas.
   “Cuando le corrí el arma el policía me dijo que por qué me hacía el canchero y que me me iban a armar una causa por desacato. Me llevaron a la seccional 10ª y me dijeron que iba a quedar detenido por averiguación de antecedentes. Me sacaron la billetera con 300 pesos y las tarjetas de colectivo, de débito y crédito y los documentos. Además me obligaron a firmar mi propia acta de detención. Lo que me llamó la atención es que cuando llegué a la comisaría un preso viejo estaba barriendo y acomodando las cosas de la cena y entraba y salía del calabozo de enfrente, pero después no le di importancia”, manifestó Acosta sin saber que ese dato fue fundamental en su posterior denuncia.
Sin nada. Así fue que el joven quedó detenido en un calabozo hasta la mañana del lunes 15 de diciembre. “Al dejarme ir me entregaron la mochila con el uniforme de la empresa en la que trabajo, unos papeles y nada más. No me dieron ni la billetera con la plata ni los documentos y me dijeron que no me iban a dar la moto por que no tenía papeles en regla, cosa que es mentira”, dijo Acosta.
   En una charla informal un sumariante le pidió dinero para devolverle su moto, sino sería secuestrada y enviada al corralón. Acosta se opuso a darle plata y ante eso, el oficial le dijo que “debía hablar con su superior”, por lo que lo obligó a ingresar a una oficina.
   A partir de ese momento la víctima de la extorsión creyó estar en medio de una pesadilla con ribetes cómicos. “El que estaba sentado en el escritorio y me dijo que era el jefe de la seccional era el mismo tipo que la noche anterior había visto limpiando las celdas y acomodando las cosas de la cena cuando me detuvieron. Para mí era un preso viejo que lo usan para engañar a la gente”, aseguró Acosta. Y así lo denunció luego en una acta en Asuntos Internos.
   Acosta no estuvo dispuesto a darle dinero a nadie y sin más les dijo a los policías, y a quien él supone el falso comisario, que iba a denunciar la situación: “Directamente les dije que de ahí me iba a Asuntos Internos. Entonces me dijeron que no me convenía por que yo tenía una causa abierta por la portación de un arma calibre 22 que era de mi padre y que encontraron en casa después de un allanamiento. Pero yo no tenía nada que ver con el arma y esa causa está a punto de cerrarse, así que me fui denunciar lo sucedido y dije que no me querían devolver la moto”, expresó.
Final de corralón. En Asuntos internos le plantearon a Jesús que podían darle dinero judicializado y hacer una entrega controlada para dejar así en evidencia a los empleados policiales, pero el muchacho quería sólo recuperar sus cosas. Fue luego a la Fiscalía de Flagrancia y allí el fiscal habló “con alguien” de la comisaría para que le entregaran la moto.
   Acosta comenzó allí un periplo: “Fui hasta la 10ª y en vez de darme la moto me dijeron que la habían llevado al corralón municipal, a Tránsito. Fui a Tránsito y ahí me dijeron que estaba todo en orden y me cobraron 100 pesos por el acarreo y así pude tener la moto. Ahora, de la plata y los documentos, nada”, dijo con cierta resignación.
   La víctima certificó todo lo que dijo con resoluciones judiciales y denuncias. En un sobre de papel madera guardó prolijamente cada documento y ante la pregunta de por qué denunció ésto, a sabiendas de que iba a tener problemas, lo sintetiza de manera sencilla: “Quiero hacer las cosas bien. Yo trabajo, no ando en nada raro y estos policías me jodieron. Hice las denuncias y estos trámites por la forma de actuar de esta gente y para que no me molesten”, contó muy seguro.

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