Martina Costa empezó a incursionar en el mundo del mosaiquismo hace cinco años. Con el tiempo fue conociendo la técnica y aprendiendo a trabajar con las venecitas y los diferentes materiales que forman parte de maravillosos rompecabezas. Una nueva entrega de "Los que Hacen Santa Fe".
Autor:Mauricio Centurión / Diario UNO de Santa Fe -
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Martina Costa arrancó su emprendimiento hace cinco años, casi sin darse cuenta. Ella estaba con la idea de hacer algo distinto, “algo que no haya en la ciudad”. Empezó a investigar, a recorrer las ferias que se hacían en la ciudad y en otras provincias. “Queríamos ver qué era lo que estaba en auge en la actualidad”, le dijo a Diario UNO.
En esa búsqueda se encontró con las venecitas, un material similar al vidrio “pero más blando a la hora de tener que cortarlo”. Desde un principio Martina recibe una ayuda invalorable de parte de sus padres, que colaboran en la producción y la acompañan a las ferias. Junto a ellos comenzó a hacer algunos trabajos chicos que se los fue regalando a integrantes de su familia. Y fueron ellos los que sugirieron que empezaran a producir para vender. “Ahí pusimos un poco de plata, y mamá y papá ayudaron bastante, y compramos una buena cantidad de colores de venecitas en Buenos Aires, mientras que las maderas las compramos en Santa Fe”, describió sobre sus inicios la emprendedora.
El emprendimiento ya tomaba forma y había que ponerle un nombre. “Elegí Rayuela Venecitas, por los cuadraditos y a todos les gustó”, dijo Martina. Así, tímidamente en un principio, comenzaron a ir a las ferias más chicas y a recibir pedidos de conocidos y amigos. “Después se empezó a hacer una bola más grande porque nos empezaron a decir «acá hay una feria, acá hay otra», y nosotros íbamos. Eso nos posibilitó empezar a meternos en el mundo de las ferias”, aseguró.
Eso la llevó a concentrar gran parte de la comercialización en las ferias. “Ya hace unos cuantos años que vamos de feria en feria y ahí, además de la venta del momento, también tomamos pedidos. Los espejos son los productos que más se trabajan a pedido porque generalmente se tienen que hacer de una medida determinada y se combinan los colores con los de un baño, una habitación o una sala de estar”, aseveró.
Además dijo: “La gente busca la utilidad de los objetos que se lleva, como las cajas, servilleteros, bandejas, portarretratos. Pero algunos también optan por los adornos, como los mandalas”.
La creatividad
Al ser consultada sobre cómo lleva adelante el proceso creativo, Martina dijo: “Esta técnica del mozaiquismo te permite volar, crear bastante y, sobre todo, diseñar en el momento. Fundamentalmente trabajo con venecitas, azulejos, espejos, vidrios pintados, y con todos esos materiales se puede utilizar la misma técnica”.
“Dependiendo del trabajo que haya que hacer uno puede ir combinando los materiales”, explicó y continuó: “Todo lo que no sea venecita, que es lo único que se compra, me lo voy encontrando en la calle. A veces me llaman y me avisan que encontraron un montículo de azulejos y allá vamos, juntamos en cajas y reciclamos”.
A todo el material, tanto el comprado como el que se recicla de la calle, lo tiene ordenado en cajas por colores, lo que le permite trabajar de una forma más ordenada y eficiente. “Todo ese material va aplicado a distintos productos como cajas, portarretratos y otros que fui seleccionando en base a lo que la gente más pide para poder ir trabajando”, contó.
Y luego acotó: “Para armar esos objetos, en el momento voy creando lo que se me ocurre. Todo el tiempo estoy viendo fotos e imágenes para sacar ideas. Pero es solo eso, porque por más que uno quiera copiar un trabajo, jamás va a salir igual”.
Martina varía su forma de trabajo de acuerdo a lo que tiene que hacer. En algunas ocasiones, primero, arma un diseño y luego ejecuta la idea. Otras veces directamente va armando y probando combinaciones. “A veces armo un pequeño diseño y lo pego. Eso me sirve como base para después ver qué puedo ir armando. Otras veces voy pegando pieza por pieza y veo qué es lo que queda. También hice bandejas grandes con dibujos más elaborados y eso, al ya estar marcado sobre la madera, uno corta la pieza y la pega”, explicó.
“La venecita es vidrio, pero al cortarla es más blanda de lo que parece. Esto viene con distintos colores y hay una variedad que supera los 40 tonos diferentes”, relata la emprendedora que ya cuenta con un buen stock en el taller que armó en el fondo de la casa de sus padres.
En una pequeña habitación Martina tiene varios frascos llenos de venecitas, unos cuadraditos de dos centímetros por dos, que ella ya maneja con gran experiencia.
“Hay dos pinzas de corte, aunque no producen un corte total”, explica y agrega: “Eso permite darle la forma que uno quiere. Con el azulejo también se puede lograr una forma determinada pero por lo general se utiliza mucho ir cortando y cortando para después ver cómo se intercala. Justamente esa es la técnica trencadis, la que utilizaba Gaudí, que consiste en ir uniendo las piezas tal cual están y que vaya quedando el mosaico”.
Si bien nunca hizo un curso para aprender la técnica, los cinco años de trabajo ininterrumpido ya le dieron los conocimientos suficientes para poder enseñar a trabajar la técnica. Hoy a través de Facebook está no solo difundiendo sus trabajos y tomando pedidos, sino también difundiendo los cursos que está dictando. “Eso me permite tener un abanico más amplio, relacionado a esta actividad”, indicó.
Por el momento Martina no puede vivir de este emprendimiento, pero es una ayuda económica que fue creciendo con el correr de los años. Eso se refleja en las participaciones en las ferias como la del Diseña Santa Fe. “Estar ahí nos significa entre dos y tres ferias grandes al año. Pero, además, todos los domingos los emprendedores que califican para el Diseña también tienen la posibilidad de exponer en el Mercado de Progreso, frente a la plaza Pueyrredón. En ese lugar que exige una periodicidad semanal la participación depende de la disponibilidad que dejan los compromisos familiares. Generalmente vamos siempre, sobre todo ahora que estamos promocionando el tema de las clases”, dijo.
“Además participamos de otras ferias grandes en las que nos llaman. Lo que sucede es que muchas veces en esos lugares los cánones son muy altos y depende de que se venda bien para poder recuperar el dinero que se invierte. Por eso todos los años probamos alguna feria grande para ver si rinde. Eso nos permite organizarnos para el año siguiente porque ya sabemos si se vende bien o no. Como este año volvimos a entrar al Diseña Santa Fe ya nos pusimos a producir porque es la feria más grande de fin de año”, finalizó.
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