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domingo, 12 de octubre de 2014

SANTA FE: Niños baleados: cuando el impacto dura toda la vida

Como se difundió tras la muerte de Sebastián Maciel, en lo que va de 2014 asistieron a 61 chicos heridos por armas de fuego en el Alassia. Un recorrido por las imborrables secuelas de la violencia.
Autor:Manuel Testi / Archivo Uno -
Como se supo hace poco más de una semana, y luego de la penosa muerte de un niño de 11 años en barrio Pompeya cuando lo alcanzó una bala, en lo que va de 2014 el hospital Orlando Alassia de la ciudad de Santa Fe atendió a 61 chicos heridos por armas de fuego.

Un análisis duro de los datos, que solamente representan una estadística que subsume –y de algún modo borra– un sinnúmero de historias individuales, familiares, sociales inenarrables, cuyas dimensiones solamente sus afectados conocen, puede hacerse de los registros que aporta el doctor Osvaldo González Carrillo, director de este hospital.

La “culpa” no es de la estadística, la casuística o la epidemiología. Gracias a Dios, ellas nos permiten tener una radiografía macroscópica de estas tristes microhistorias que son, o intentan ser, abordadas desde el Estado entre todos sus sectores, en red e interdisciplinariamente, según lo que la singularidad del caso demande.

Volviendo a los registros hospitalarios, en ellos se distingue que, de los 61 pacientes de 0 a 14 años afectados, “20 fueron por hechos de inseguridad y los demás por accidentes”, según González Carillo.

“De ellos –continuó el pediatra e intensivista–, 12 necesitaron ingresar a Cuidados Intensivos; otro todavía está internado y en recuperación, y otro falleció al ingreso al hospital”.

“El que falleció fue Sebastián Maciel. Tenía 11 años y era de Pompeya. Llegó ya con paro cardiorrespiratorio y, a pesar de los intentos por ser reanimado en el shock room, no logramos salvarle la vida”, lamentó el director del Alassia.



Cuerpos que duelen

Consultado González Carrillo sobre las consecuencias físicas de las lesiones que estos chicos experimentan, explicó: “Los pacientes generalmente necesitan rehabilitación cuando la herida afecta su sistema nervioso central. La misma se realiza tanto en nuestro hospital como en el Vera Candioti y, generalmente, interviene un equipo interdisciplinario”.

“Cinco chicos –precisó– quedaron con estas secuelas motoras en 2014, con pérdida de función en miembros y/o sensibilidad. En ellos, se realiza apoyo psicológico por parte del hospital durante la internación y otro por parte de Seguridad Comunitaria a nivel familiar, con intervención de psicólogo, terapista ocupacional, trabajador social, y el profesional de la salud que fuese necesario”.

—Doctor, ¿qué interpretación hace usted de esta información que nos proporcionó?

—Un primer análisis es que un gran número es accidental. Por lo que hay que aconsejar a la población no guardar armas en la casa, y menos manipularlas, sobre todo delante de menores. Y el otro punto serían los niños lesionados: la mayoría se encontraron en medio de una balacera, cuando jugaban o caminaban por el barrio. Ahí tenemos un problema muchísimo más complejo, multifactorial, cuya solución tiene que ser abordada desde varios puntos interdisciplinarios e interministeriales.



Intento por reparar lo irreparable

Consultado por su parte Ramiro Arola Lecour, director de Planificación y Evaluación del Ministerio de Seguridad de la provincia, explicó cuál es la intervención que ellos realizan en el momento inmediatamente posterior a la atención de la urgencia médica, con el paciente, sus familiares y entorno.

Y, particularmente, sobre el impacto psicológico de estos niños tras ser objeto de una agresión tan grave o al tomar conciencia de las secuelas físicas que los acompañarán el resto de sus vidas.

“Desde el Ministerio de Seguridad venimos llevando adelante un dispositivo de acompañamiento de familiares de víctimas de hechos violentos, y, puntualmente desde este año, lo hacemos de forma multiagencial. De esta manera hemos diagramado un sistema de aviso ante situaciones como las planteadas, ya sea por vía policial o del sistema de salud: se nos comunica el hecho y a partir de allí se activa una serie de acciones interministeriales a fin del acompañamiento”, explicó.

—En el caso particular de estos niños baleados, ¿cómo intervienen?

—Lo primero es el contacto con la familia en un plazo máximo de las 72 horas, dependiendo de las particularidades de cada situación; y estimar el impacto de esta lamentable situación con la finalidad de entablar lazos para un primer acompañamiento y contención de los familiares. Posteriormente, se realizan articulaciones interministeriales a fin de poder trabajar la angustia o abordar las múltiples aristas que se presentan, ya sea desde lo emocional, social, sanitario, judicial y de seguridad, entre otros aspectos.



Seguimiento en territorio

—¿Qué estrategias tienen pensadas para ello y cómo se componen los equipos?

—Dependiendo del diagnóstico de impacto y las características de la situación, intervendrán distintos equipos previstos para contención y cobertura. Si involucra niños, se convoca al equipo profesional de niñez; si hay violencia de género, convocamos a la Dirección provincial de Políticas de Género. Así, procedemos coordinadamente entre los ministerios. En sí mismo, el dispositivo cuenta con diversos recursos que son fruto de la composición de este espacio interjurisdiccional. Posteriormente, las estrategias se construyen de forma especial para cada caso, desde la inclusión en centros de día, acompañamientos personalizados, facilitamiento de botones de alerta, preservación de la integridad física, acompañamiento social, espacios con profesionales de la salud, albergue, entre otras acciones.

—¿Qué análisis hace de los efectos en ellos y en sus familias a posteriori, en lo subjetivo, familiar, entorno, barrio?

—Todos y cada uno de los hechos de violencia que se produzcan en cualquier lugar, más allá de su magnitud o sus consecuencias, transforman y conmueven la vida del barrio o de una familia para siempre. En lo particular, el impacto es tan distinto como lo es cada sujeto, cada persona, y es por ello que tratamos de concebir para cada uno de ellos una respuesta diferente que les permita poder retomar de la mejor manera posible sus vidas, sabiendo que en muchas ocasiones hay pérdidas irreparables que el Estado nunca podrá llenar. Pero no hay que dejar de mencionar que además de esta línea de acción, donde se trabaja con posterioridad a los hechos, también se aborda la parte preventiva. Y en este sentido, desde la secretaría se llevan adelantes distintas acciones como lo son los Buzones de la Vida, el Proyecto Furman o el Programa Juventudes Incluidas. En el marco del Plan Abre que el gobernador lleva adelante, se ha puesto gran énfasis en la construcción de convivencia.

Y concluyó el funcionario: “En este sentido, el Programa Juventudes Incluidas trabaja en los barrios de mayor complejidad de la ciudad de Santa Fe con jóvenes en situación de vulnerabilidad social, construyendo junto a ellos trayectorias de vidas alternativas a la violencia y el delito. Eso se realiza a través de abordajes integrales y multiagenciales, basándose en ejes como: construcción de convivencia, promoción y garantía de derechos, y formativo laboral, en el cual se promueve la inclusión sociocultural de los jóvenes como estrategia de prevención inespecífica.



Por Mariano Ruiz Clausen / Diario UNO de Santa Fe

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