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domingo, 28 de septiembre de 2014

Yo puedo sola. Ser eficiente no es igual a ser independiente.

Yo puedo sola




Muchas mujeres se encuentran muchas veces en la situación o en la necesidad de demostrar constantemente de que todo lo pueden hacer solas y de que no les hace falta la ayuda de un hombre, de sus hijos o de sus amigas. De esta manera, exageran su parte segura y se vuelven mujeres hiperindependientes que buscan rodearse de personas que no sepan mucho para sentirse más poderosas, algo que, sin dudas, ¡es un gran problema! Sin embargo, no tener de esa ayuda, muchas veces nos juega en contra y terminamos quejándonos y agotándonos. A continuación voy a compartirles algunos secretos acerca de la independencia.

1. Ser eficiente no es igual a ser independiente. Algunas mujeres suelen decir: “Estas tareas las hago yo sola porque así me las arreglo mejor. No necesito de nadie”. Aunque hacer las cosas con dedicación y esfuerzo es positivo, cuando hacemos algo solas terminamos limitando la cantidad de actividades que podemos realizar. El problema de hacer las cosas sola es que tu fuerza llega en algún momento a un límite y terminás estancándote en la vida. Quizás te preguntes: “Con todo el esfuerzo que hago para trabajar y estudiar, ¿cómo es posible que no pueda avanzar en la vida?”. Lo cierto es que aunque las actividades que realices las hagas con excelencia, al no poder delegar tareas en otras personas terminás haciendo siempre lo mismo y no lográs superarte. Por eso, es muy importante que aprendas a delegar.

Al momento de decidirte a delegar alguna actividad necesitás tener en claro qué es lo que estás delegando, a quién y en qué momento lo vas a hacer. Si, por ejemplo, querés que tus hijos te ayuden con las tareas domésticas, tendrás que delegarles aquellas que son acordes a su edad, a la pasión y al empeño que tengan para hacerla. Si le vas a pedir a tu esposo que saque los residuos a la calle, no se lo vas a decir justo en el momento en que está tomando un baño. Lamentablemente, pese a que muchas mujeres que son hiperindependientes se esfuerzan de una manera descomunal y son grandes trabajadoras, no crecen ni avanzan en la vida porque no tuvieron la habilidad de delegar.

2. Independencia no concuerda con queja. Hay mujeres que hacen todo solas, pero constantemente se quejan: “Nadie colabora conmigo”, “Me ven cansada pero nadie me ayuda” o “Son unos inútiles. Encima de que nunca me preguntan qué necesito, tengo que estar cubriendo todas sus necesidades”. Por una parte, estas mujeres se quejan porque se ponen en el rol de víctima. Este, a su vez, es un lugar seguro, porque al no recibir ayuda de los demás piensan que son imprescindibles: “Si me muero, esta casa se viene abajo”. Al sentirse en un lugar de poder expresan sus quejas en voz alta buscando que toda la familia o sus compañeros de trabajo las escuchen: “Yo me arreglo solita. No necesito a ninguno de ustedes porque soy superior”. Por otra parte, se quejan para expresar lo que no quieren que el otro les diga: “¿Para qué le voy a decir que haga algo si al final no lo va a hacer?”. Antes de escuchar comentarios como: “No lo voy a hacer porque no quiero” o “No tengo ganas de arreglarlo”, prefieren expresarlo ellas primero a modo de queja.

3. Trabajá en equipo. Este punto es especialmente importante en el caso de una pareja, ya que para que esta funcione como tal, debe haber trabajo en equipo. ¿Cómo sabés si estás trabajando en equipo? Cuando el logro del otro lo sentís como propio. Si no están trabajando en equipo, esa relación no es de pareja, sino que se trata de dos seres individuales que en algunas situaciones se complementan. Una pareja es como un equipo de fútbol en el que cada uno tiene una función específica, pero cuando alguien logra algo el resto lo celebra. Si te ponés contenta por lo que el otro consigue significa que estás trabajando en equipo y eso justamente es lo que hace a una pareja.

4. Generá deseo en el otro. Quizás digas: “Mis hijos nunca hacen nada. Si no lo hago yo, nadie lo hace”. ¿Qué tenés que hacer entonces cuando le pedís algo al otro y no lo hace? Tenés que generar deseo en el otro. Esto implica que le des el debido espacio y lo motives a que realice determinada actividad. Si, por ejemplo, le decís a uno de tus hijos que te ayude con algo y luego no lo hace, de nada sirve que le digas: “¡No me ayudés en nada! ¡Dejá que tu madre haga todo sola como siempre!”. Dale espacio y tiempo para que realice esa tarea, ya que si no lo hacés, nunca se acostumbrará a realizar eso que le pediste.



¡Dejate cuidar!

Mientras en un extremo algunas mujeres dependen lastimosamente de alguien a quien siempre le ruegan que las cuide, en el otro extremo se encuentran las mujeres hiperindependientes que nunca se dejan cuidar. Lejos de esos dos extremos, una mujer que es verdaderamente autónoma se reconoce como una parte de un todo y dice: “Yo no puedo hacer todo. Hay cosas que puedo hacer, pero hay otras que deben hacer los demás”.

Cuando creés que sos omnipotente, es decir, que podés hacer todo y estar en todos lados, no te dejás cuidar por los demás y tu vida termina estallando. En cambio, cuando reconocés que sos una parte de ese todo aprendés cuáles son tus límites y te dejás cuidar. No es un acto de debilidad, sino un reconocimiento de que no estás sola y de que has construido relaciones buenas para que te sostengan en los momentos difíciles.

Preguntate qué tipo de relaciones construiste en tu vida: ¿una relación de pareja?, ¿relaciones de amistad?, ¿relaciones con gente querida en la que te podés apoyar? Tené en cuenta que esos vínculos que construiste con otras personas van a determinar cuánto avancés en tu vida.



Alejandra Stamateas/Especial para Ser UN@

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