domingo, 22 de diciembre de 2013

Un santafesino que fabrica objetos artesanales con lo que otros desechan

Darío Cejas trabaja de portero en un colegio. Allí comenzó a hacer artesanías reciclando hierros y viejos repuestos. Hoy sus creaciones le brindan un ingreso económico extra que le ayuda a vivir.
Diario Uno

Darío Cejas recuerda que de chico no se perdía una película de la saga Viaje a las Estrellas. Gran parte de su trabajo artesanal hoy está alimentado por el mundo de la ficción cinematográfica, que ya excede largamente a Star Trek. A sus 45 años, Cejas comenzó a desarrollar un emprendimiento que se basa en el arte de reciclar. A partir de repuestos de moto y auto en desuso, hierro y las cosas que se vaya encontrando en el camino, este santafesino empezó a armar objetos artísticos y otros que combinan arte y utilidad, como veladores, posa botellas o pequeños muebles.

Si bien hace ya algunos años en los que viene trabajando, recién a mediados de noviembre pasado participó junto a su mujer, Mónica, por primera vez en una feria de emprendedores mostrando sus productos. Fue en la ex Estación Belgrano, donde 300 emprendedores de toda la provincia mostraron el potencial de la economía social.

Todo empezó en el colegio evangelista Juan Marcos del barrio Acería de Santa Fe. Allí, Cejas realizaba tareas de mantenimiento. “Hacía trabajos de pintura, electricidad, algo de plomería. Como en el taller había una soldadora, cuando tenía un tiempito empecé a fabricar cosas para regalar. Un día el director del secundario me preguntó si me animaba a hacer juegos de ajedrez. Hice uno y él me conectó con alguien del Ministerio de Desarrollo Social donde me dieron un microcrédito para trabajar todo lo que yo hacía con hierro”, le contó a Diario UNO.

Después, Cejas pasó a ser el portero del colegio tanto en el turno mañana como por la tarde y eso lo dejó con poco tiempo para las artesanías. “Cuando llegaba a las 7 de la tarde a mi casa no me quedaban ganas de nada. Pero hace poco más de un año me quedé con un solo turno y una de las secretarias del colegio que trabaja en el ministerio me insistió para que siguiera y ahí me largué a hacer muchas cosas para exponer”, aseguró.

Uno de los primeros trabajos que hizo fue el Enterprise, la nave que él veía de chico en el cine y la televisión junto al Señor Spock y el resto de la tripulación. “El Enterprise es muy pesado y un poco incómodo de trasladar, por eso no lo llevo a las muestras”, explica Cejas, quien tiene una serie de piezas “que no tienen precio”.

Entre esas obras se encuentra un avión antiguo que pronto viajará a Córdoba como obsequio para su cuñado, que es piloto y fanático de los aviones. Ese trabajo (ver foto) está compuesto por un caño de escape de moto, la tapa de un lavarropas cortada por la mitad, una pieza que es sostén de faro de moto, un engranaje y ruedas de coches viejos.

En esa lista de obras invaluables también se anota un músico, que mide cerca de un metro de alto. El proyecto de Cejas es armar toda la banda, para lo que ya está preparando el baterista.

Esa idea no surgió sólo por casualidad. La música está muy presente en su vida y, además de las esculturas, Cejas también se construyó un instrumento. “Hice un cajón peruano porque me gusta la música. Hace tiempo tuve una batería y algo sé de percusión. Para hacer este cajón tuve que probar con varios antes, pero con las primeras maderas que los hice resultaron ser muy finas, quedaban muy livianitos”, relató.

“En el último que hice utilicé una madera pesada que me permite un mejor trabajo. Además, le puse bordona (los alambres que tiene un redoblante) para que suenen mejor los agudos. Eso me permite tener los agudos en la parte superior del cajón y los sonidos más graves abajo. También le agregué una pandereta que suma otros sonidos. Para este cajón usé fenólico y un terciado que es más blando y sirve para que los principiantes puedan practicar, porque es más blando. Esto suena rápido, a los otros cajones hay que pegarles más fuerte”, explicó.

Pero el artesano ya realizó varios trabajos en madera. El último que hizo fue un mueble que es un cambiador que tiene un cajón para guardar la ropa del bebé. “Después, cuando el chico crece eso se puede reutilizar como escritorio y para guardar los juguetes”, dijo y añadió: “También hice un púlpito para una iglesia, una base para una consola de sonido con tapa, y un mueble que sirve para tener un proyector y una notebook sin tener que estar apilando cosas para lograr la altura necesaria. Eso se lo hice con la altura regulable”.

Todo en la imaginación
“Tengo varios proyectos. Por ejemplo, donde una persona ve un poste de madera, yo veo un velador terminado trabajado en hierro y madera. Para trabajar me voy dejando las cosas en el camino. En el caso del avión me dejé el caño de escape de la moto en el camino hasta que se me ocurrió qué hacer”, señaló.

“Eso lo hago con la mayoría de las piezas –continuó– y cuando tengo una idea, la empiezo a trabajar. Sino me cuelgo las cosas en la pared para ir viéndolas. Empiezo a trabajar y voy viendo cuáles son las piezas que voy a necesitar. Si hay alguna que no tengo, dejo ese trabajo y sigo con otro. Cuando armé la mantis religiosa (ver foto en esta página), ni bien vi el repuesto ya sabía para qué iba a ser. Después fui encontrando las otras piezas”.

El artesano confiesa que va armando con lo que tiene a mano. En determinados momentos de la creación apela al caos y vuelca los baldes llenos de repuestos y a partir de ahí ve qué es lo que puede hacer. De esa manera, un tornillo grande, de cabeza redonda junto a otros elementos se transforma en una langosta que devora una hoja metálica.

—¿Cómo consigue las piezas?
—Tengo un compañero de trabajo que tiene un hermano que tiene un taller de motos. Después me traen cosas las maestras y las madres de los alumnos. La otra vez un cerrajero me dijo que pase a buscar unas cosas y así van saliendo los elementos de trabajo. Además, intento aprovechar las propiedades que tienen los materiales con los que trabajo. Por ejemplo, hago veladores giratorios. A todo lo que le puedo poner movimiento, se lo pongo.

Una de las premisas que mueve a este santafesino es que “todo sirve”. Hace poco tiempo le llevaron un router (aparato que brinda internet inalámbrica) que ya no funcionaba para ver si podía hacer algo. “Yo digo que la cuestión es saber trabajar los elementos para que no se arruinen. A esto (en referencia al router), que es plástico, le voy a poner una planchuela de hierro y con eso ya lo puedo empezar a trabajar como quiero, a darle forma”, definió.

En la feria que se hizo el 14 de diciembre en la avenida Facundo Zuviría, la segunda exposición a la que asistió, Cejas vendió una moto posa botella. “Uno no sabe lo que la gente va a querer”, dijo y agregó: “A veces llevan algunas cosas como adorno y otras veces prefieren algo que tenga alguna utilidad, como los veladores. Pero muchas veces todo se va complementando. Ahora estoy haciendo una mesa para picadas que va a ser giratoria. Además, abajo va a tener para guardar botellas. Es un adorno que va a tener una utilidad”.

La venta de sus trabajos entre los sus conocidos y las primeras ferias hicieron que lo que había comenzado como un hobbie se transformara en un aporte a la economía familiar. “Esto me sacó del agua más de una vez. Eso fue lo que me hizo ver esta actividad como un emprendimiento”, concluyó Cejas.

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