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viernes, 9 de agosto de 2013

TRAGEDIA DE ROSARIO: "No recuerdo cómo rescaté a mi hijo Enzo de los escombros"

Néstor Ferlatti es obstetra y tiene 48 años. Vivía en el 4º piso del edificio que se derrumbó. No recuerda cómo rescató a su hijo de abajo de los escombros. Y, después de haber visto cómo quedó su departamento, no se explica cómo se salvaron. Está convencido de que volvió a nacer y conmovido por la solidaridad de la gente.
.La Capital | 

 El martes pasado, la esposa de Néstor, Andrea Oliva, de 42 años, se levantó como de costumbre a las 6.30 y sintió olor a gas. Ya sabían que ese día iban a cortar el servicio porque cambiarían la válvula. En un momento, abrió la puerta para ir a ver a su papá que vivía en el departamento de al lado y el olor fue tremendo. "Había como una tormenta de aire y un ruido ensordecedor" recuerda la esposa, que sufrió serios daños en los oídos. Tuvo que cerrar la puerta inmediatamente. Y se dirigió hacia los ventanales para que entrara aire. En ese instante, todo explotó. Ella recuerda que quedó inmóvil, aturdida, mareada, hasta que escuchó el llanto de su hijo Enzo, de 4 años.
Su marido Néstor se había despertado media hora antes de lo habitual, pero con la explosión quedó inconsciente y dice que no se acuerda nada. Sin embargo, Andrea le explica: "Vos me ayudaste, sacamos a Enzo de abajo de los escombros. Estaba tapado por pedazos de heladera y microondas. Sólo se le veía la carita". Y sigue: "Cuando abrí los ojos vi mi casa totalmente destruida", confiesa. "Corrimos al balcón que da al supermercado La Gallega porque el fuego subía desde adelante (calle Salta)", relatan con un quiebre en la voz. "Bajamos la escalera pero fue tremendo porque veíamos a la gente que pedía auxilio y no la podíamos ayudar", continúa Andrea quebrada en llanto.
Néstor la toma de la mano y ella sigue la conversación: "Le dimos a Enzo a alguien que lo llevó hasta el Sanatorio de Niños y después nos asistieron a nosotros". Andrea inquieta por su hijo salió a buscarlo y acompañada por una rescatista caminó por Oroño hasta que encontró a su pequeño que estaba en terapia intensiva, con una quebradura sobre la órbita del ojo. El chico ya está en una sala común y es probable que mañana o pasado le den el alta.
Andrea tuvo que ser intervenida en los oídos y recuperó sólo la audición del derecho. Y Néstor sufrió un fuerte golpe en la cabeza con heridas cortantes y, como él dice, "de milagro" no tiene secuelas neurológicas.
Agradecidos. Andrea y Néstor se sienten afortunados y están más que agradecidos. "Dios existe porque no se entiende cómo estamos vivos y que a nuestro hijo no le haya pasado nada grave", remarcan los dos.
"Hoy me falta todo y no me falta nada porque lo material lo podés recuperar, pero a la vida no y yo tengo a mi mujer y a mi hijo vivos", expresa Néstor.
"La solidaridad de la gente no tiene explicación", repite emocionado el hombre que se salvó.
"Hasta que uno se siente necesitado no entiende el verdadero sentido de la solidaridad y nosotros no podemos creer la cantidad de muestras de afecto de gente que se acercó y nos dejó ropa, zapatillas y juguetes para Enzo".
Entre otras muestras de solidaridad, los padres destacaron al colegio Dante Alighieri donde asiste Enzo, donde no sólo les juntaron ropa y dinero, sino que también les suspendieron el abono de la cuota y les ofrecieron pagarles el alquiler de un departamento. Además, la Asociación Médica, el Colegio Médico y miles de amigos se acercaron para ofrecer apoyo. "Estoy muy emocionado porque no puedo creer cuánto nos están ayudando", continúa Néstor e interrumpe la charla para atender un llamado. Es Cintia, una mujer que dejó en el sanatorio una donación de juguetes. "No la conozco pero me dice que su hijo, que también tiene 4 años, quiso regalarle todos sus juguetes a Enzo, porque sabe que mi hijo perdió todo", señala. Néstor se emociona hasta las lágrimas.
Tanto Néstor como Andrea saben que no será fácil volver a empezar, sobre todo porque faltará el abuelo de Enzo que, según los informes, falleció en el momento de la explosión.
Se sienten "abrazados" por el cariño de la gente que se acerca para ayudarlos, amigos y familiares que no los dejan.
Y sobre todo están seguros de que viven de milagro. "Al ver como quedó el edificio ¡no se puede explicar cómo nosotros estamos vivos! ¡Enzo estaba enterrado y no se puede creer que sólo tenga una pequeña fractura en la frente y que estemos acá sentados charlando", reconoce Néstor y agrega: "En mi inconsciencia algún ángel de la guarda me levantó y me dijo: Dale loco, que tenés que salir de acá".

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