Una mujer viuda de 59 años le donó un riñón a su yerno treinta años menor. El hecho pone en su lugar un par de cosas, la enorme dimensión humana de la donante que vive sola y depende de su trabajo y el fin de uno de los mitos militados por los hombres: con la suegra no hay relación posible más allá de las pastas del domingo.
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Pero Mercedes Ojeda y Germán Riotob dieron vuelta la historia, el trasplante fue hace 20 días y ambos se recuperan más rápido de lo previsto, tal vez por la mutua empatía que siempre sintieron.
"Acá es donde se aplica perfecto eso de que no existen palabras para decir gracias", dijo Germán, un rosarino que en noviembre pasado se fue a vivir a Ibarlucea para que Cielo, su hijita de un año con síndrome de Down y un severo problema en un ojo que está superando, creciera en un ambiente de verde y veredas. En este nuevo escenario la familia espera su segundo hijo para diciembre.
Cuando un año y medio atrás Germán se descompensó feo supo que el síndrome urémico hemolítico que lo afectó de bebé, estaba de regreso y con las peores señales. Perdió la función renal y pasó a depender de la diálisis. Su vida había dado una vuelta de campana después de haber formado una familia y trabajado con entusiasmo en distintos rubros.
En medio de esa desazón lo visitó Mercedes y le dejó el corazón latiendo a otro ritmo. "Me dijo que me iba a donar un riñón, lo tomé como un aliento pero en el fondo tenía la ilusión de que fuera cierto", contó el joven. El ofrecimiento le llegaba del lado menos pensado, una relación de familia política que no parece obligar a gestos heroicos, quizás asimilables en vínculos más estrechos.
"Los vi preocupados con un problema de enfermedad tan serio que no lo dudé", explicó Mercedes que nació en Rosario y vive en San Nicolás desde hace tiempo donde trabaja en una empresa de limpieza, atiende su casa y sus tres mascotas y se luce con los canelones. Eso sí, respetuosa de los espacios familiares de sus cuatro hijos. "No hay mesas domingueras por obligación, no somos los Benvenuto", dijo a La Capital.
La decisión. Entre aquel ofrecimiento y su concreción pasaron varios meses. "Ellos no me decían que sí, siempre era yo la que insistía con la idea, los alentaba, mi hija decía que sentía mucha responsabilidad frente a sus hermanos, tenía doble temor, pero al final aceptaron", expresó Mercedes.
Pero al no ser consanguíneos, el primer paso tuvo que darse ante la Justicia. "Allí se asombraron; yo les dije que si Dios me dio vida y salud para criar cuatro hijos, quiero que ellos tengan la misma posibilidad con sus propias familias, por eso tomé la decisión", argumentó y agregó que para una situación solidaria llama la atención que no se disponga de un abogado de oficio.
Después comenzó un recorrido que los tenía a la par, yerno y suegra, en consultorios y estudios médicos. Las primeras diligencias fueron para certificar compatibilidad. El pasado 15 de julio se internaron en el Sanatorio Parque, en habitaciones contiguas. Y otra vez afloró la buena pasta de Mercedes.
"Es increíble, hasta se levantaba para venir a preguntarme si necesitaba algo, para darme agua, no sabía cómo decirle que no se preocupara tanto, que descansara", relata Germán. La operación fue un éxito para los dos. Según el joven, apenas volvió a ver a su suegra, le dijo que no sabía cómo decir gracias.
Para Germán, además de imposible de retribuir, el gesto de Mercedes es inesperado por donde se lo mire. "Mis amigos me decían ¡no puede ser!, los médicos y enfermeros hacían bromas sobre las relaciones con la suegras", relató en consonancia con el imaginario colectivo.
Por Cielo, por el bebé en camino, por haber recibido una acto de amor tan grande como es un órgano, Germán ya está pensando en proyectos. Fue cortador de ropa, maestro pizzero y amasador, soldador y encargado de depósito. De cualquiera de estos rubros espera ahora recibir alguna propuesta.
Su esposa Evangelina Ríos, ya experta en dar batallas y salir adelante, siente que su orgullo está fundamentado por partida doble, una madre extraordinaria y su familia otra vez de pie. "Uno a veces se enoja cuando le pasan cosas, pero al final aprende que también llega la fortaleza, se aprende que de todo se puede salir", aseguró.
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