Dos argentinos, que están presos, entablaron una relación con un libanés de 74 añosque estaba solo en Buenos Aires y lo mantuvieron cautivo para robarle
Crédito foto: Nicolás Stulberg
El hombre vivía desde principios de 2012 en un apart-hotel de Barrio Norte con su esposa belga. Comenzaron a compartir charlas y salidas con una pareja de argentinos que residía en el mismo hotel. La mujer del empresario libanés- a quien llamaremosAhmad- tuvo que viajar a Europa para asistir a un familiar que estaba mal de salud. Ahmad estaba solo. En enero de este año, y ante la soledad de Ahmad, la pareja incrementó la intensidad de la relación. Comenzaron a salir los tres. A almorzar, a pasear por Buenos Aires. Al libanés le interesaba estar acompañado. Y a la pareja le interesaban las millonarias cuentas que Ahmad tiene en Francia. Lo convencieron de que dejara de vivir en el hotel y se mudara con ellos. Carlos Fajre Faour, de 72 años, yNidia Semmi, de 60 años, le cobraban a Ahmad 7 mil pesos mensuales de alquiler, un precio menor al que él pagaba en el hotel.
Pero la amistad cambió de golpe. Un día le quitaron las llaves del departamento y lo dejaron encerrado. El libanés comenzó a padecer un sometimiento grave. Lo drogaban con tranquilizantes, lo golpeaban y lo amenazaban con armas. Lo humillaban.Evitaban que hablara son los familiares que lo llamaban a su celular. Quisieron doblegarlo para conseguir dinero. Mucho dinero. Bajo presión le hicieron firmar un fax que enviaron al banco Indosuez. Pedía que le depositaran 150 mil dólares en una cuenta en un banco de Estados Unidos porque se tenía que operar del corazón en la Fundación Favaloro. La ejecutiva de cuentas de Ahmad, acostumbrada a que su cliente le pidiera giros, sospechó. Es que el empresario jamás le hacía un pedido escrito en una computadora. Lo hacía a mano. Llamó a su cliente y este actuaba raro. Una mujer tomó el teléfono y le dijo que era médica de la Fundación Favaloro. La empleada del banco, que conoce a su cliente desde hace una década, llamó a la Fundación Favaloro para chequear los datos: no había ninguna operación programada para Ahmad y la médica no existía. Desde el banco llamaron a Ahmad con un intérprete que hablaba árabe para, de ese modo, lograr que el hombre se expresara en su lengua natal y evitar ser entendido por quienes lo tenían bajo control. Así y todo, Ahmad no podía explicar el porqué de la necesidad de la transferencia y nuevamente la mujer terminó abruptamente la llamada. Desde el banco hicieron la denuncia en la Policía Federal.
El caso está a cargo de la jueza María Servini de Cubría y del fiscal Eduardo Taiano. Comenzaron a investigar por la dirección que había dejado Ahmad como contacto en el banco. Fueron al departamento donde estaba secuestrado y la secuestradora dijo que se había vuelto a su país natal. Montaron una guardia y al día siguiente hallaron a los tres cuando llegaban al departamento. Secuestradores y secuestrado. A mediados de marzoterminó el calvario de Ahmad, quien había pasado casi dos meses a merced de quienes se habían ganado su confianza y su amistad.
Mientras lo tenían bajo dominio absoluto, los secuestradores intentaron hacerlo salir del país con un documento falso. A mediados de febrero lo iban a llevar a Montevideo, Uruguay, para que con sus tarjetas de crédito retirara dinero allí. Semmi lo acompañaba. Pero el viaje se frustró. La Prefectura detectó que el DNI era falsificado y lo detuvo. Ahí comenzó a intervenir el juez federal Sergio Torres para investigar la falsificación del documento. Ahmad fue liberado por los prefectos luego de la orden de Torres. Y volvió al hotel de donde se lo llevó su secuestrador.
Una mañana del mes pasado, el abogado de Ahmad se presentó en el juzgado de Torres para preguntar si allí sabían donde estaba su defendido. No lo podían hallar. La familia ya estaba al tanto de la situación sospechosa detectada por el banco y suponían cosas horribles. Su mujer había regresado desde Bélgica, temerosa porque no podían encontrarlo. Ese día el abogado se enteró de que un piso más arriba en el mismo edificio de Comodoro Py 2002, el fiscal Taiano, a cargo de investigar el secuestro, sabía que Ahmad había sido liberado de sus captores por la División Antisecuestros de la Policía Federal.
El hombre recuperó su vida normal. Está aún en la Argentina, a la espera de la renovación de su pasaporte. Servini de Cubría procesó a los secuestradores y el jueves pasado la Sala II de la Cámara Federal confirmó la decisión de la jueza y los mantuvo detenidos.
La historia del libanés millonario, que tiene nacionalidad argentina, que no puede renovar su pasaporte nacional y que estuvo bajo el dominio de sus secuestradores por casi dos meses, terminó bien.
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