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lunes, 28 de enero de 2013

SANTA FE: “Se piensa mucho en elegir una carrera con salida laboral”


Mariela Cordelo, especialista en orientación vocacional, explicó cuáles son los miedos y errores más frecuentes al momento de elegir una profesión. Este lunes reabren las inscripciones en las universidades.


“Se piensa mucho en elegir una carrera con salida laboral”
Esta semana se reabren las inscripciones a las universidades del Litoral y Católica en la ciudad y del 4 de febrero al 15 de marzo pasará lo mismo en los institutos terciarios. Pero ¿qué sucede si los adolescentes que terminaron el secundario aún no están decididos sobre qué quieren seguir? ¿De qué manera se los puede acompañar? ¿Qué hace que el primer año sea el de mayor fracaso académico en el nivel superior?


Mariela Cordelo –magíster en Salud Mental, licenciada en Psicopedagogía y responsable del Área de Ingreso de la Universidad Católica de Santa Fe (UCSF)– dialogó con Diario UNO sobre las dudas y miedos más habituales entre quienes emprenden el desafío de convertirse en profesionales. Además, brindó consejos sobre cómo enfrentar esa situación y analizó los puntos fuertes y débiles del sistema educativo.


“Es fundamental que los jóvenes se informen antes de inscribirse a una carrera. Nosotros vemos, en la universidad, que los chicos llegan teniendo vagas ideas de lo que hace un profesional de tal carrera o de tal otra. Y esas vagas ideas no siempre se condicen con la realidad. Entonces me parece que lo fundamental es que se informen fehacientemente del campo ocupacional y del trabajo de cada una de las profesiones”, marcó la profesional que lleva muchos años trabajando en la temática.


Consultada sobre cuáles son los principales errores que cometen los jóvenes al momento del ingreso, Cordelo manifestó: “En la Argentina es muy fuerte esta idea de tener que elegir algo que tenga salida laboral. Entonces eso refuerza el que se elijan las carreras tradicionales. Elegir porque mis amigos van a estudiar algo es otro de los errores”.


Después de la década del 90, cuando muchos profesionales terminaron en trabajos no calificados, en el país se generó una tendencia a pensar mucho en las carreras en función de la realidad del mundo laboral. Frente a eso hoy existen políticas públicas vinculadas a la promoción de carreras prioritarias para el desarrollo de la región y del país, como son las ciencias aplicadas.


—¿Considera que ese tipo de acciones repercute en desmedro de las carreras humanísticas o sociales?


—Hay que seguir trabajando ese tema. En mi opinión sigue prevaleciendo la vocación por las carreras sociales. Y a eso se le suma el miedo a la dificultad que presentan las carreras de las ciencias duras. Todos hablamos de la brecha entre el secundario y la universidad. Eso es palpable y muchos chicos piensan que van a vivir ese escollo y eso hace que no se inclinen por carreras de las ciencias duras porque temen fracasar. En esto hay mucho de prejuicio que habría que trabajar con los adolescentes y con las escuelas. Muchas veces se piensa que las carreras sociales son más fáciles, «que es leer y hablar». Pero no es tan así.


“Yo creo –continuó– que te tiene que gustar lo que vas a hacer, ése es el mensaje para los chicos. Hay que pensar qué es lo que se quiere, lo que a uno le apasiona saber o leer. Porque sino, no podés sostener el camino académico. Leer sobre algo que no me interesa es un padecer. Hay que tener en cuenta diferentes factores como qué quieren mis papás para mí, o cuál es la salida laboral, pero lo determinante tiene que ser lo que nos gusta, dónde nos vemos trabajando felices porque eso hace que uno luche en la carrera y el día que egrese, en un escenario social difícil para todas las profesiones”.


—De todas maneras también es difícil plantear que un adolescente, en esta generación que se caracteriza por la apatía, pueda tener tan en claro qué quiere ser dentro de varios años.

—Hace 21 años que trabajo en orientación vocacional y veo que los chicos están cada vez menos preparados. Creo que desde las universidades tendríamos que colaborar más con esta situación. Quizás trabajar en troncos comunes que faciliten los cambios entre carreras sería una alternativa. Porque sinceramente hay cierta inmadurez social en estos temas.


—¿Qué estrategias te parecen necesarias para poder rever lo que está pasando en el primer año que es cuando se da la mayor deserción?


—La UCSF intenta trabajar desde antes. Para que la deserción no esté en primer año hay que trabajar desde 4º o 5º años del secundario junto a las escuelas. Hay que acompañar al adolescente en su tránsito. Por eso se hacen talleres de simulación sobre las profesiones para que puedan ver cómo se sienten en ese rol. También hay charlas con profesionales, visitas a las facultades y cátedras abiertas. Todas las actividades que tienden a informar fehacientemente a los adolescentes son muy importantes.


“Además –agregó– detectamos que uno de los problemas más comunes es adquirir el hábito de estudio que requiere una carrera universitaria. Hay que enfrentar el estudio con autonomía y silla. Después hay dificultades en cuanto a la comprensión de textos y resolución de problemas”.

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