lunes, 26 de noviembre de 2012

Plaini defendió el paro del 20N: "Fue mucho más que los piquetes"


Cree que la manifestación fue “contundente”, y que reducirla es negar la realidad. Dice que no hay diálogo con el Gobierno y critica su lógica de “amigo-enemigo”.

Plaini defendió el paro del 20N:

Han pasado apenas 24 horas desde que la CGT de Hugo Moyano llevara a cabo el paro en el que cientos de piquetes inmovilizaron gran parte del país.
En la sede de la Federación de Vendedores de Diarios de la República Argentina desayunamos junto a su secretario general, el diputado nacional (FPV) Omar Plaini.
Plaini es un hombre inteligente, muy cercano a Hugo Moyano. Es secretario de prensa de la CGT. En otra oportunidad hemos observado, a lo largo de la conversación, su formación política y la misma huella que suele dejar la vida en aquellos que estamos siempre cercanos a la información. Plaini nunca abandonó el puesto (de venta de diarios) frente al Hospital Gandulfo.
Y mientras termina su primera taza de té responde acerca de cómo evalúa el paro del día anterior.

—Evidentemente, el paro fue contundente. De eso no hay ninguna duda. Hubo una serie de reclamos que cruzan horizontal y verticalmente al conjunto de la masa obrera. Tan es así que las cinco expresiones sindicales que hoy anidan en ella coinciden todas con este reclamo. Usted sabe bien que son los temas instalados (en el caso de la CGT) desde hace ya más de dos años y medio. Y estoy hablando de la salud de los trabajadores, que es un tema fundamental porque es un salario diferido y ahí tenemos graves problemas con el desfinanciamiento de las obras sociales. Estoy hablando de las asignaciones familiares, que teóricamente fueron universales y hoy están discriminadas. Estoy hablando también de la cuarta categoría, que es un tema de fondo a tratar. Y también estoy hablando de un aumento de emergencia que pedimos para los jubilados sin dejar de reconocer la ley de inmovilidad jubilatoria, pero usted sabrá que el 75% de los jubilados gana la mínima. Por lo tanto, la CGT pide un aumento de emergencia.
Plaini se detiene y, siguiendo el hilo de su pensamiento, advierte:
—También está el tema de la economía informal. Es un punto que está en la agenda y que muy pocas veces se instala desde el movimiento obrero porque entiendo que, a veces, los medios no consideran que el movimiento obrero organizado pueda tratar esta temática.
—Es importante.
—Es muy importante –subraya el secretario de prensa de la CGT, porque estamos hablando de más del 35% del sector que comprende la economía informal, y esto es muy negativo para el desarrollo de un país.
—Pero para un sindicalista como usted, dedicado durante tantos años a este trabajo intenso, debe resultar muy duro estar pidiendo las mismas cosas que también reclama desde la vereda de enfrente la otra CGT, ¿no?
—Bueno, yo digo que… –Plaini pesa sus palabras– en democracia es imprescindible el diálogo. ¿Qué significa esto? Bueno, que nos sentemos las partes a buscar acuerdos. Ni siquiera hablo de consenso. Acuerdos. Porque me parece que hacer una negación del tema nos afecta a todos. Y de esto se trata: mire, nadie que se siente a una mesa a dialogar renuncia a sus banderas ni baja sus principios ni sus utopías. Seguramente, en la negociación habrá cosas que se lograrán más que otras. Pero de esto se trata y es imprescindible en un Estado democrático, moderno, en un país que piense en desarrollarse, en crecer. En seguir avanzando en la restitución de derechos que nosotros no negamos. Me parece que esto es central, y no ponerlo, en cambio, en términos como “enemigo” o “amigo”, cosa que no favorece a nadie.
—No sé si me equivoco, Plaini, pero tengo la sensación de que una marca propia del kirchnerismo es justamente ésa: “El que piensa distinto es mi enemigo”. Y no hablan de “adversario”, que es algo completamente diferente.
—Bueno, ésa sería una reducción. Algo reduccionista, una simplificación. ¿De qué lado está? ¿Apoya o no apoya? Yo no creo en eso, sinceramente. Me opongo a ese criterio, porque además eso también limita al militante integral, que es el que justamente tiene que aportar ideas, criterios, pensamientos, para que luego los debatamos. Le repito que yo no acepto ese esquema de simplificación. Me opongo a él. No acepto ese esquema, y no me parece que sea el conveniente. Y le diré más: creo que, al contrario, es perjudicial.
—Justamente en estos días, cuando se recuerda el abrazo Perón-Balbín, parece algo ocurrido en otro país, algo imposible hoy día. Y, por ejemplo, la palabra “militancia” aplicada al periodismo, usted que es también un periodista, Plaini, ¿cómo la analiza?
—Soy un vendedor de diarios. El hecho de que uno conozca… creo que uno, en la vida, bueno… todos militamos en la vida. Militamos por una causa, por un derecho. Hasta militamos con amor por el amor. A mí, estas conceptualizaciones no son las que me afectan. A mí me afecta, en cambio, el término éste de simplificar las cosas en “amigo-enemigo”, porque creo que hay un camino en el medio y creo que nosotros tenemos que reivindicar ese compromiso militante que uno puede tener, pero también respetar al otro. Es más: frases que yo rescaté de Néstor Kirchner son importantes en este sentido cuando decía “toda verdad es relativa”. Y es así: mi verdad es relativa y la del otro también es relativa, pero pienso que en un mundo de tanta evolución, de tanta dinámica en la era del conocimiento, me parece importante que todos podamos aceptar al otro desde las diferencias. Esto sí lo creo fuertemente, y respeto esas diferencias (más allá de que pueda compartirlas o no), porque me parece que la democracia se consolida precisamente en las diferencias.
—Tiene razón, pero la última vez que hablamos con Hugo Moyano (si mal no recuerdo) dijo que prácticamente no le atendían el teléfono en la Casa Rosada. Esto sigue siendo así, ¿no?
—Sí. El diálogo con el Ejecutivo se cortó en septiembre de 2011. Y ésta fue una decisión unilateral del Gobierno. No fue nuestra. Y desde allí venimos reclamando ese diálogo; ese sentarnos en una mesa a discutir y a debatir la agenda que nosotros vemos. Porque hay una cosa que quiero que quede muy clara: nosotros hemos acompañado todo este proceso del Gobierno y rescatamos, como peronistas, las bases de este modelo.
—¿Cuáles son, exactamente?
—A mi criterio, en primer término haber revalorizado el sentido de la política y el valor de la política como discusión central en la Argentina. A partir de allí, los instrumentos que se aplicaron, la intervención del Estado en el proceso socioeconómico (nosotros creemos que debe ser muy fuerte), el consumo. Aumentar la cadena de valor. El desendeudamiento. Estas son todas políticas que nosotros acompañamos en su base central. Ahora bien: nosotros decimos que probablemente haya herramientas que cambiar. A veces uno se enamora de las herramientas para un modelo, para un proyecto. Y seguramente habrá que rediscutir esas herramientas, que en esta etapa son varias.
—Perdón, pero lo que pasa, insisto, es que no hay discusión.
—Bueno, precisamente, lo que queremos es discusión. Para nosotros el modelo se profundiza con debate. Y no, en cambio, cerrando el debate. Nosotros valoramos la restitución de derechos que se ha hecho en esta etapa. Valoramos el rol del Estado, por supuesto, como peronistas. Valoramos haberles posibilitado a los sectores minoritarios de la sociedad más equidad, más igualdad y más participación. Valoramos la recomposición del tejido social. Pero ¿esto es suficiente? No. Nosotros creemos que hay que avanzar más; que hay que pensar la Argentina para los próximos treinta años. Mire, le doy un solo ejemplo: yo, como bonaerense, vivo en un territorio de la provincia de Buenos Aires, que es el 40% de todo en la República Argentina. Es, prácticamente, el motor productivo de la Nación. El territorio bonaerense tiene 307.500 kilómetros cuadrados y casi 16 millones de habitantes. Ahora, ¿cómo puede ser que en el siglo XXI, el 80% de esa población todavía siga viviendo en menos del 2% de ese territorio? Yo quiero discutir esto. ¿Cómo planificamos esa Argentina para los próximos treinta años? Y en esto, el eje central es el movimiento obrero. Estoy convencido de esto. Y lo ha sido siempre por propia historia, por pertenencia. A mí me parece que, sin el movimiento obrero como sujeto (y no objeto) de construcción de ciudadanía, avanzar en un proceso y en un proyecto nacional y popular se hace muy complicado y muy difícil, porque precisamente la burguesía nacional no ha respondido. La historia indica que, cuando tuvo que responder en estos procesos, siempre se dio la fábula de la rana y el escorpión. Y ésta es la duda que tenemos los trabajadores. Sin descalificar absolutamente a nadie y reconociendo a todos los sectores y actores de la sociedad, que deben tener su propio protagonismo.
—Fíjese qué interesante, Plaini: en 2008 no hubiéramos pensado que ustedes, la CGT, iban a avanzar ayer con una pata de la Mesa de Enlace.
—A ver… mire, yo tenía un viejo profesor, don Miguel Gazzera, que fue un maestro para mí y para toda mi generación. A mi juicio, uno de los intelectuales más brillantes que tuvo el movimiento obrero. Y Gazzera solía decirnos a Germán Abdala y a mí (estábamos en la Central Latinoamericana de Trabajadores): “Miren, muchachos, ¿saben qué sucede? Que no todos los buenos están de un lado y los malos del otro. Estamos mezclados”. Entonces, volviendo a su comentario, a esta altura a mí me tiene sin cuidado con quién quieran o pretendan asociarme, porque cada uno sabe y conoce en qué lugar estuvo en cada etapa de la historia. Es como si yo pensara que, cuando en el Congreso un bloque oficialista acuerda con un bloque opositor una ley, el bloque oficialista comparte con ese bloque opositor su concepción ideológica. Eso no cabe para el oficialismo, y mucho menos para nosotros, que hemos demostrado la coherencia a través de nuestra historia.
—Me quedé pensando en ese septiembre de 2011, en el que usted recordaba que se había cortado el diálogo con la Casa Rosada, y no puedo dejar de ubicar una escena. Nestor vivía todavía. En la cancha de River, Moyano dijo que en 2015 quería a un trabajador en la Casa Rosada, y Cristina se levantó rápidamente y dijo que ella había trabajado desde los 17 años. Me imagino que Moyano se refería a un sindicalista en Casa de Gobierno, ¿no? Me imagino también entonces que la brecha entre el kirchnerismo y los sindicalistas empezó a ahondarse ahí.
—No sé si ése es el punto central… Lo que dijo el secretario general de la CGT en aquel momento fue que él aspiraba, ansiaba, que en algún momento de la historia (y no le puso fecha), tal como se había dado en países hermanos, un hombre surgido de las entrañas del movimiento sindical (y esto es lo que, en realidad, quiso decir Moyano) asumiera la presidencia.
—Dijo “trabajador”.
—Claro, pero… a ver: todos sabemos (porque leemos entre líneas lo que Moyano estaba diciendo) que, obviamente, la Presidenta es una trabajadora. Y en este caso del intelecto, de una profesión. Todos somos trabajadores. Lo dice el propio secretario general de la CGT: sea con el músculo, con la pluma, con el intelecto, todos somos trabajadores. Hablaba de que surgiera de las entrañas del sindicalismo, pero creo que eso no debería molestar a nadie porque es una cosa natural. Máxime teniendo en la Argentina al movimiento obrero como el sujeto histórico del nacimiento del peronismo. Así, pues, si se dio en Brasil, ¿por qué no en Argentina en algún momento de la historia? En ese aspecto no veo que esto tenga que haber causado nada que no resulte lógico, y me parece que se fue dando una serie de factores que habrá que revisar, pero estimo que cuando hay desencuentros hay también equivocaciones de uno y otro lado.
—Como experiencia de vida también es impresionante reconocer que, cuando hablamos de kirchnerismo, no estamos hablando de justicialismo. Es otra cosa.
—El peronismo es un movimiento nacional muy amplio, muy heterogéneo en su composición. Básicamente son los trabajadores como sujetos históricos, y después se compone de todos los sectores de la sociedad. Creo que nadie puede negar que tanto Néstor como Cristina Kirchner son peronistas. Es innegable. Todo lo contrario. Ahora, el tema es si el peronismo sigue siendo ese movimiento transformador y revolucionario o alguien puede pensar en una etapa superadora. Tiene todo el derecho de hacerlo si quiere. Ni siquiera califico a quién, ni digo quién. Tampoco seguimos creyendo que el peronismo se adecua a todas las etapas y que sigue siendo el movimiento nacional de transformación. De hecho hay que reconocer que, en algún momento, el peronismo se desvía de su historia. Me refiero a la etapa de los años 90 como algo que surgió del peronismo (no hay que negarlo) y desvió el camino histórico del peronismo. Luego se retomó en la etapa de Néstor Kirchner. ¿Con qué? Pues, precisamente, con las políticas, porque el peronismo tiene tres principios: la independencia económica, la soberanía política y la justicia social. Luego, una serie de valores que nosotros, los hombres y mujeres peronistas, nos encargamos de revalorizar y poner en práctica. Ahora, uno reconoce que este gobierno ha puesto en práctica esos principios del peronismo, y la pregunta sería: ¿es suficiente? No. No es suficiente porque hubo cincuenta años de política de capitalismo casi salvaje en algunas etapas y directamente salvaje en otras. Entonces, en diez años, restituir todo lo que se perdió… cuesta. Pero que hay que seguir profundizando, sí, de esto no tenemos ninguna duda. La pregunta es: ¿con quién se profundiza? ¿Con la reconstrucción de la burguesía nacional o con los trabajadores como sujeto histórico de cambio y de transformación? Esta es la decisión que hay que tomar.
—Pero para los que miramos desde afuera (y usted también es colega, así que le pasará lo mismo), las divisiones se marcan dentro de los mismos grupos. Esta gente que entró ayer a romper bares en la Avenida de Mayo tenía la remera de los Gastronómicos. Es absurdo: nadie va a romper cosas con una remera que dice a qué agrupación pertenece. Es como decir “me llamo fulano de tal”. ¿Usted piensa que los servicios de inteligencia están interviniendo?
—El propio gremio se encargó de desmentirlo. Además, ocurrió casi frente a la sede de la propia organización sindical. Me parece irracional desde todo punto de vista que alguien pueda hacer eso desde una organización sindical. Francamente no lo creo, y para eso está la Justicia. Los afectados tendrán que denunciar en la Justicia. Ahora hay una serie de versiones que dicen todo lo contrario. Tampoco quisiera quedarme en este tema, porque también quisiera que la prensa –que tiene un rol tan importante en la humanidad, y aquí cito a Ramonet cuando subraya el rol de los medios de comunicación– hubiera estado en las fábricas, en el puerto, en los aeropuertos, donde no hubo ningún piquete. Entonces me parece que reducir todo esto a dos o tres hechos que pudieran haber sucedido no me parece que sea lo pertinente. Es más: como le decía, las propias autoridades de esta organización sindical (Gastronómicos) salieron a desmentir estos hechos. Será la Justicia la que determine si hubo pruebas. Me parece que el paro de ayer fue muy importante, muy contundente como para reducirlo a algunos hechos. Y otro tema que tendríamos que discutir son los piquetes: en esto comparto lo que dijo la Presidenta. El piquete tiene todo un contenido sociológico porque nace con la misma industrialización, con la revolución industrial. Con los anarquistas, socialistas y comunistas que hacían piquetes. En la Argentina se ha transformado en un fenómeno sociológico que se instala con mucha fuerza a partir de Cutral Có. Lo que yo llamo la segunda Década Infame: hoy se juntan diez vecinos porque no les llega la cloaca y hacen una manifestación y un piquete. Tendríamos que analizarlo. Reducir todo lo de ayer a los piquetes me parece que es darle la espalda a la realidad que estaba sucediendo: la contundencia de una medida de fuerza de los trabajadores.
—Pero usted habrá observado que el término “piquete” y el enojo presidencial no son contemplativos como lo que usted señala.
—Yo no lo comparto –se apura a aclarar Plaini–. Me parece que no tenemos que agitar. Al contrario, tenemos que tranquilizar y buscar mecanismos que nos permitan sentarnos a encontrar respuestas. Insisto: quiero pensar en la Argentina de los próximos 25 años. Reconozco a este gobierno. Soy parte del bloque de diputados oficialistas. Valorizo la mayoría de las políticas y las bases de este modelo, pero no estoy dispuesto a que se cierre el debate para discutir cómo profundizamos el modelo. Y le explico por qué: frente a un mundo capitalista donde un tercio de la humanidad vive con dos dólares por día, creo que la participación de los trabajadores en las decisiones políticas y en las relaciones empresa-trabajador debe tener mucho más protagonismo. ¿Por qué? Pues porque es la forma de avanzar hacia una sociedad más justa, más equilibrada, donde podamos caminar definitivamente hacia la justicia social. No podemos vivir en un mundo en el que ciertas personas que tienen mucho se tienen que encerrar en barrios privados para ver si así logran tener un poco más de seguridad. Es el reino del revés.
—Pero también, Plaini, ¿qué pasa con la seguridad?
—Es un tema central. Sin duda. Y está cruzado por muchos factores. Uno es, precisamente, la falta de previsiones y respuestas profundas que tenemos que dar para que cada habitante, cada ciudadano, conviva en otras condiciones. Usted sabe que la pobreza trae un montón de flagelos. Cuando una persona no se desarrolla en un hábitat donde pueda pensar en su futuro, comer todos los días y cobrar un salario digno que le permita tener una vivienda digna y estudiar, entonces se está desarrollando en un submundo que genera condiciones terribles.
—La droga, por ejemplo.
—Un mundo cruzado por el narcotráfico, donde la droga juega un papel central. La droga prostituye, enferma, trae la inseguridad, y si a eso agregamos el componente de la pobreza, la solución se hace muy difícil. Estas son las cuestiones centrales que el movimiento obrero quiere discutir, porque son parte del desarrollo de la nación.
—Pero, escuchando a la Presidenta, no transmite para nada la sensación de que esté dispuesta a sentarse a discutir con ustedes, que en este momento constituyen la fuerza opositora más importante y homogénea del país. Por lo menos yo lo veo así; ¿y usted?
—Creo que si esto no sucede estamos en un grave problema, porque la base de sustentación de este proyecto y del modelo popular de la clase trabajadora, de los sectores más humildes, más necesitados, debe ser mantenida. Creo que hay que sentarse a discutir esas diferencias que tenemos. No sería acertado que esto no se produjera. Porque, insisto, no va a ser la burguesía nacional, que históricamente ha traicionado a los movimientos populares, la que va a estar en los momentos en que la situación actual se agrave y se profundice. Lo dice el Gobierno mismo: “Estamos en un momento muy difícil de la historia del capitalismo”.
—Entonces ustedes están dispuestos a sentarse a una mesa y conversar, ¿no es así?
—Por supuesto. Si el Gobierno nos convoca, ¿cómo no vamos a ir? Y, como dice el secretario general de la CGT, si no quiere darnos una respuesta a nosotros personalmente, que se la brinde al conjunto de los trabajadores.
—Estaba viendo hoy que en la reunión de La Juan Domingo, Scioli llama a la unidad del justicialismo y, al mismo tiempo (y esto quiero confirmarlo con usted), Moyano en algún momento dice que le gustaría ver a Scioli en las listas para 2015. ¿Es así?
—Lo que Moyano expresó claramente es que, en primer lugar, para 2015 falta mucho tiempo.
—No tanto.
—Y, al mismo tiempo, dice que indudablemente Scioli (al igual que otros) es uno de los candidatos, pero Moyano no definió una posición por un candidato. En ningún momento definió una posición por un candidato, repito. Es más: yo creo que de lo que tenemos que hablar hoy es de gobernar… todo el tiempo hay que hablar de gobernar. Este es el tema fundamental. Pero también seguir resolviendo problemas, seguir incluyendo socialmente y profundizar las secuelas de la economía informal. Tenemos trabajadores precarizados. Necesitamos que el trabajador tenga un salario digno y hablar con los empresarios: “Señores, generen más puestos de trabajo”, “donde hay dos turnos, hagan tres”.
—Pero la Unión Industrial está muy amiga del Gobierno.
—Mire, le tendría que repetir lo mismo: ojalá que la Unión Industrial, en los momentos difíciles del país, no actúe por conveniencia propia. Ya hemos hablado de esta situación: son estatistas en algún momento. En otro, son privatistas. En otro, apuestan a las finanzas. Entonces, me parece que lo genuino, más allá de los dirigentes, es la clase trabajadora y es la que ha estado siempre al lado del proyecto nacional y popular y la que va a acompañar a la Presidenta en todo momento. Es imprescindible sentarse a dialogar. Y es fundamental que encontremos respuestas a cada uno de los problemas. Voy a hablarle vulgarmente: los trabajadores siempre le ponemos el lomo a la patria. ¿No tendría que ponerlo primero, para sostener el costado fiscal, el sector financiero? ¿Los jueces, que en Argentina no están gravados? Y, después, si hace falta, veremos cómo contribuimos los trabajadores con los salarios más importantes.
—Me parece que ayer ni la Presidenta ni Kicillof ni Abal Medina dejaron un atisbo de “conversemos y veamos”.
—Le repito lo que le dije al comienzo de este desayuno: agudizar las contradicciones es una actitud que está demostrando que no hay voluntad para dialogar.

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