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domingo, 28 de octubre de 2012

STA FE: La lenta reconstrucción de la vida cotidiana a una semana del temporal


Los pobladores, en su mayoría pescadores, de las orillas del arroyo San Lorenzo, miran al sol como pidiendo que marche más lento en su carrera hacia el oeste, para que seque la ropa, los colchones, los muebles que han sacado al exterior de las viviendas luego de que permanecieran sumergidas en las aguas de una creciente que les quiso robar lo poco que tienen.
La Capital | 
La lenta reconstrucción de la vida cotidiana a una semana del temporal
A Pablo Zapata, el pescador que vive casi al lado del puente de la avenida que cruza el arroyo para unir a San Lorenzo con Puerto General San Martín, no parecen importarle los rumores sobre un posible derrumbe de esa estructura. “Habría que hacer uno nuevo”, dice como al pasar, más preocupado por su acuciante realidad y por el recuerdo de cómo “el agua se vino con todo. No nos movimos de acá porque tuvimos miedo de que nos robaran lo que tenemos”, dice, mientras un enjambre de chiquitos de todas las edades revolotea por el patio de una vivienda humilde pero grande, en la que vive con todos sus familiares directos y algún pariente, unas ocho personas, entre pibes y adultos.
  El patio de la casa es un aquelarre de colchones secándose al sol, montañas de ropa del hogar y de los chicos, muebles casi desarmados, con todas sus puertas y cajones abiertos de par en par para que el sol llegue a todos lo rincones, todos bajo el mismo cielo junto a una canoa con todos sus elementos de pesca.
  “El agua subió y alcanzó más de medio metro dentro de algunas piezas”, dice Pablo, mientras su esposa y los chicos trajinan en busca de poner en la vivienda un orden que aleje el recuerdo de la crecida, mientras libros y revistas se secan en una ventana
  
“No sé para qué digo esto”. El cronista sabe la respuesta, pero pregunta igual por la presencia en la zona de algún funcionario. Con sonrisa de descreído, el pescador indica: “Saquen todas las fotos que quieran. No sé para qué les digo esto, si total, aunque salga escrito nadie nos va a venir a ayudar nunca, Los políticos a veces vienen a hacer promesas que después no cumplen, y ya ni eso”. Una voz femenina se cuela en el diálogo desde la cocina: “Daba miedo ver el agua venir”, casi una paráfrasis de “esta vuelta las aguas me dan más miedo”, del chamamé “Apurate José” de Teresa Parodi.
  
Puentes. Mientras tanto, con algunas diferencias, el panorama se repite a lo largo de todas las humildes viviendas ubicadas a la vera del arroyo y allá arriba, en la avenida San Martín, el personal municipal de Puerto General San Martín agrega alambre tejido al vallado ya existente para clausurar definitivamente el puente.
  La estructura muestra sus columnas inferiores débiles y desgatadas, así como sus respectivas cabeceras corroídas por la corriente, la que ya alcanzó su nivel normal tras varios días.
  Todas las acciones parecen provenir de Puerto General San Martín. Del lado sanlorencino de la frontera, un camión vuelca una montaña de tierra sobre el pavimento a modo de obstáculo de dudosa utilidad para automovilistas. Unas cuadras más al este, está el puente Homero Manzi, una estructura de hierro y madera que permite el paso de vehículos hacia el norte, a razón de uno por vez. La inspectora de tránsito puertense se queja ante quien quiera oírla que desde San Lorenzo no reciben ninguna ayuda para la circulación: “No pusieron ni un inspector que ordene el tránsito del lado de ellos”, dice señalando hacia la vecina ciudad.
  Otro puente que muestra un estado preocupante es el que cruza el arroyo San Lorenzo sobre la ruta 11. El tránsito por el lugar está prohibido y las riberas del cauce muestran el derrumbe de algunas instalaciones y una gran erosión en las barrancas.
  El elemento común hoy a todas las localidades vecinas a Rosario afectadas por las últimas tormentas es la presencia de gran cantidad de residuos y ramas y troncos de árboles, recogidos con mayor o menor prolijidad y generalmente volcadas en cordones y banquinas. También es común hoy ver en la zona a gran cantidad de carteles publicitarios carreteros doblados, desprendidos, caídos.
  Pasados algunos días desde la tormenta, la vecina Granadero Baigorria es la ciudad de la región que se mostraba más respuesta. Algunas calles ofrecían el panorama de numerosas bolsas de residuos prolijamemte ubicadas sobre los cordones y los numerosos restos vegetales fueron debidamente acumulados en espera de su recolección y entre los destrozos se destacaban los daños sufridos por una escuela, la provincial 6.418 Rosario Vera Peñaloza, que por la caída de grandes ramas de los árboles de su patio perdió el techo de algunas aulas y galerías, por lo que debió suspender sus actividades.
  
Más complicados. Algo más complicado fue el panorama en la vecina Capitán Bermúdez. La intersección de la ruta 11 con las vías del ferrocarril Belgrano en las inmediaciones de la planta Martín Coppa mostraba restos de gran cantidad de carteles publicitarioo destruidos,.así como cenizas de los duros piquetes instalados por vecinos en reclamo de demoradas o escasas ayudas oficiales.
  Otra localidad que en la que la tormenta sacó a flote algunos conflictos sociales fue Fray Luis Beltrán, cuyo edificio comunal mostrana aun los rastros de los incidentes ocurridos, con la quema de cubiertas y la presencia de piquetes.
  Dos jóvenes que prefirieron no identificarse indicaron que las zonas sur y oeste de Beltrán fueron las más afectadas por las tormentas registrándose en esos días gran cantidad de vidros rotos y techos dañados por los vientos y el granizo.

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