El relevamiento fue realizado por los vecinos, que piden límites para las obras en altura. El próximo jueves el municipio elevará su proyecto de ordenanza al Concejo Municipal.
La Capital |
Un mapa de las 80 manzanas del barrio de Arroyito muestra a las claras por qué sus vecinos están reclamando que se suspendan las demoliciones y nuevas construcciones en los barrios: desde 2006 se levantaron 67 edificios, casi uno por cada hectárea del viejo vecindario de calles arboladas y casas bajas. El relevamiento fue realizado por dos arquitectos que viven en el barrio, Yanina Nicastro y Adrián Fabbro, quienes encabezaron la movida para agilizar la discusión del nuevo código urbano para los barrios de la ciudad.
La presión de ese grupo de vecinos, tanto como los que se armaron en Alberdi o La Florida cuando el llamado boom de la construcción se mudó del centro de la ciudad, se hizo oír en el Concejo Municipal donde el martes la oposición presentó un proyecto para suspender por 90 días la entrega de permisos para nuevas edificaciones. Los impulsores de la iniciativa, Héctor Cavallero y María Fernanda Gigliani, del Partido del Progreso Social, advirtieron que de no aplicarse restricciones "se corre el riesgo de que barrios tradicionales pierdan su identidad y fisonomía".
Y si bien el bloque oficialista adelantó su rechazo a la propuesta, el secretario de Planeamiento del municipio, Pablo Barese, anunció ayer que a más tardar el jueves próximo se enviará al Palacio Vasallo el proyecto para la regulación urbana de los barrios que acotará (ver aparte).
Luz y aire. "Nuestra intención es que se limiten las construcciones en altura y, de esta forma, se mantenga la escala del barrio. Con la aparición de tantos edificios, las casas bajas pierden luz natural y ventilación, por lo tanto se humedecen y se hace más complicado calefaccionarlas en invierno; además de empezar a tener problemas con los servicios" advierte Nicastro y niega que acotar las alturas tenga como consecuencia una disminución de la actividad "porque en realidad lo que se genera es una mayor cantidad de pequeñas construcciones no pocos emprendimientos monopolizados por tres o cuatro empresas", señala. En junio pasado, la joven arquitecta realizó un relevamiento de la sección catastral 7ª, que corresponde al barrio de Arroyito.
En unas 80 manzanas, delimitadas por avenida Alberdi, el río, French y el parque Alem, hallaron 67 edificios construidos con posterioridad a 2006, más de la mitad de entre 6 y 17 pisos. Un número que sextuplica los existentes antes de esa fecha, cuando apenas llegaban a 11. La mayoría, levantados sobre las avenidas Alberdi y Génova.
La elección temporal no fue casual. Ese año empezó a discutirse el código urbano del área central que limitó la construcción de torres en la zona comprendida por bulevar 27 de Febrero, avenida del Valle, Vera Mujica y el río. Tras la entrada en vigencia de la norma, dos años después, los barrios quedaron huérfanos de regulación y aparecieron como zonas muy atractivas para la inversión inmobiliaria.
"Desde 2009 la construcción de edificios se disparó por todos lados. Allí los vecinos empezamos a pedir el tratamiento de la normativa urbanística para el segundo anillo de la ciudad. A finales del 2011 el municipio presentó públicamente el nuevo reglamento, pero estamos en agosto de 2012 y todavía no se presentó en el Concejo".
En carpeta. La mora alentó la especulación inmobiliaria. Por las calles de Arroyito sobran los relatos de vecinos a quienes le ofrecieron cambiar su casa por dos o tres departamentos. Tantos, como las viviendas que, de un día para otro, desaparecen.
En el relevamiento realizado en junio pasado los arquitectos encontraron 14 demoliciones recientes "y esto está en constante redefinición", apuntó Nicastro y reclamó otra vez agilizar el tratamiento de la nueva ordenanza urbanística "para que la protección no llegue sobre el hecho consumado".
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