Magalí Rojas es egresada de la escuela Mantovani y vive en Norteamérica. Hace unos años se decidió a cambiar de carrera y optó por estudiar mantenimiento técnico de aviones. Apenas el 1 % de quienes desarrollan ese trabajo pertenece al género femenino.
Magalí Rojas en el Aviation Institute of Maintenance, de Houston, Texas.-
Magalí Rojas, santafesina de 36 años, viajó a los Estados Unidos en el 2001 cuando su hermano, que vivía allá, le regaló los pasajes aéreos para que lo acompañe en su cumpleaños. Al poco tiempo conoció y se casó con un ciudadano norteamericano, tuvo una hija y consiguió trabajo. Hasta ahí una historia similar a la de muchos argentinos que se fueron del país en épocas turbulentas y encontraron un futuro mejor en otras latitudes.
Sin embargo, lo que llama la atención es su opción de estudio por una carrera “rara”, como ella misma la califica. Hace unos años se decidió a cambiar de profesión y, sin escalas, pasó de la rama del arte a la mecánica de aviones.
Magalí es egresada de la Escuela Provincial de Artes Visuales Profesor Juan Mantovani de Santa Fe y en el país del norte se desempeñaba como diseñadora gráfica para una firma dedicada a organizar exhibiciones de museos. En 2008 empezó a investigar qué podía estudiar. “Ví un aviso en el diario para hacer una visita guiada a la escuela de mantenimiento de aviones (Aviation Institute of Maintenance, el nombre en inglés) que está ubicada enfrente del Hobby Airport, de Houston, Texas”, contó esta santafesina, que por estos días se encuentra en la ciudad.
“Llamé, me dieron el appointment (cita) y cuando me dijeron que hay menos de 14 mil personas recibidas de ingeniero-técnico en mantenimiento de aviones, de las cuales apenas el 1 % son mujeres; no lo dudé y me inscribí”, explicó Magalí, que cada tanto mezcla algunas palabras en inglés.
¿Fue una opción netamente feminista?, preguntó el diario. “Pensé que era la oportunidad de probar, crecer y demostrar que uno es capaz de hacer lo mismo que un hombre, y mejor (se ríe). Pero además siempre me interesó la aviación. Nunca la había pensado como una carrera pero cuando me explicaron en qué consistía el programa de estudio, pensé: esto es lo que quiero hacer”, contestó.
Magalí fue la única mujer de su clase. De hecho, en toda la escuela de 428 alumnos había sólo dos alumnas mujeres. Y tal como ella suponía, no sólo que “demostró” que se puede sino que lo hizo “mejor” que muchos hombres. Alcanzó el segundo promedio de su clase y obtuvo un diploma de alto honor por su desempeño. “Conseguí el magna cum laude, la segunda distinción académica detrás de otro estudiante que obtuvo el summa cum laude”, precisó.
“A nivel laboral, mi título me habilita a revisar aviones y si encuentro algo que no esté acorde al manual de construcción original de la aeronave, decido que ese avión no sale hasta que se revise y se apruebe. Tenés bajo tu responsabilidad a los pasajeros ya que el piloto solamente vuela el avión, pero no sabe nada de mecánica”, destacó.
Ahora busca convertirse en inspectora de aviones y para esto debe tener 3 años de experiencia laboral y rendir un examen. Mientras tanto, en septiembre comenzará a asistir a otra universidad -Lone Star College- para seguir la carrera de gestión en aviación.
Entre la ropa extra large y la misoginia
Durante el cursado de la carrera, esta santafesina debió enfrentarse a algunos comportamientos misóginos de sus compañeros. “Los primeros 6 meses fueron los más difíciles porque tuve que bancar que me dijeran que la mujer pertenece a la cocina, que tiene que limpiar la casa y cuidar de los hijos. Y me lo decían de frente”, indicó Magalí.
Los profesores eran todos oficiales de la marina, militares y pilotos. “Me dijeron que tenía que usar siempre remeras extra large para no llamar la atención porque en el angar debía agacharme y hacer mucho trabajo físico. Quiero aclarar que me quedé muy sorprendida porque en la aviación hay mucho código de respeto moral y social. Es muy chico el ambiente y tenés que tener mucho cuidado en el trato profesional y personal”, dijo.
Según consideró, el estudio fue “exigente” y “complicado”. “Tenía mucha matemática, física, leyes de aerodinámica, metalurgia. Pero lo que más difícil me resultó y hasta tuve que hacer una tutoría fue en electricidad básica. Cuando empecé a ver esa materia, lloraba; es la única de 30 asignaturas que pasé el final con 89 puntos porque en las otras tuve 99 ó 100”, detalló.
También debió hacer un esfuerzo en su vida personal. Cursaba de noche y después debía viajar 40 millas -unos 65 km- para volver a su casa en Cypress, condado de Harris, en las afueras de Houston. “Fueron 24 meses sin vacaciones y en los que sacrifiqué tiempo con mi hija, porque es una carrera de cuatro años pero con un cursado acelerado en dos”, indicó. “Ahora gozo de unas merecidas vacaciones”, cerró.
Vivir en otra cultura
Sociedad. “La sociedad estadounidense es muy estructurada: se levantan, van al trabajo, vuelven al hogar y así sucesivamente. Son muy individualistas, muy perseguidos con los logros. Son puntuales y nadie llega tarde porque se considera que el tiempo del otro vale dinero. La gente no visita a otros, a diferencia de la comunidad latina que sí nos juntamos los fines de semana. Pero también son muy responsables, religiosos y con un alto sentido social, por lo menos la gente que he conocido”.
Percha. “Me costó la adaptación porque allá no se abrazan ni se besan al saludar. No podés tocar a un americano, está mal visto. Sin contacto físico la relación es distinta. Yo les digo que están como colgados de una percha, a diferencia de los latinos que hablamos con el cuerpo”.
Educación. “Mi opinión personal es que Argentina no tiene nada que envidiarle a EE.UU. en la educación. Acá tenemos un muy buen sistema primario y secundario. Yo, por ejemplo, a pesar de haber salido de una escuela de arte tuve una muy buena base de matemática que me la dio la profesora Ricotti, una genia. Sí puede ser que EE.UU. tenga un mejor sistema universitario, pero también se paga y es caro”.
Discriminación. “Ni más ni menos que en todo país que un poco mira de reojo al extranjero. No tuve malas experiencias en lo personal”.
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