domingo, 8 de julio de 2012

El trabajo infantil como eje de debate en la ciudad de Santa Fe

Fue uno de los temas en la agenda de las II Jornadas Nacionales sobre Estudios Regionales y Mercados de Trabajo que se realizaron esta semana en la capital provincial.

Según una investigación sobre trabajo infantil publicada por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de Santa Fe el año pasado, en base a datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) de 2009; al menos el cinco por ciento de los chicos y chicas de 10 a 17 años relevados en los grandes aglomerados urbanos de la provincia tiene una ocupación laboral.

La cifra es en realidad una aproximación, porque al no ser declarado por empleadores ni reconocido en su concepto por numerosos grupos familiares es difícil conocer números exactos que trasciendan a la cantidad de limpiavidrios menores o a aquellos que se dedican al cirujeo; y abarquen también, por ejemplo, a aquellos que se desempeñan en un comercio o se hacen cargo de tareas dentro del hogar que catalogarían como trabajo.

El tema fue objeto de debate esta semana en la capital provincial, en el marco de las II Jornadas Nacionales sobre Estudios Regionales y Mercados de Trabajo que organizó la Red Simel (Sistema de Información del Mercado Laboral) junto con el Centro de Estudios en Gestión del Desarrollo Territorial Sustentable y la Facultad de Ciencias Económicas de la UNL.

Durante dos jornadas, investigadores y docentes de todo el país compartieron experiencias sobre diferentes temáticas. Uno de los ejes se vinculó en forma específica con el trabajo infantil y adolescente.
Entre otros, disertó sobre este tópico Alejandra del Castillo, becaria del Instituto Superior de Estudios Sociales (Conicet-UNT), y expuso acerca de la incidencia de la pobreza en adolescentes de acuerdo a las conclusiones de una experiencia que realizó en barrios periféricos de San Miguel de Tucumán.

“Los estudios se basan en el presupuesto, ampliamente demostrado, que la pertenencia a hogares en situaciones de privación moviliza a este grupo etario a inserciones laborales tempranas, y este tránsito abrupto al mundo del trabajo provoca el abandono –temprano también– del sistema escolar, con el consiguiente déficit para lograr acceso a empleos que requieran niveles altos de calificación”, explicó en diálogo con Diario UNO.

—¿Cuál es la opinión que manifiestan estos adolescentes en torno a la educación?
—Hay una valoración positiva del sistema educativo. Los chicos relacionan la educación con la posibilidad de conocimiento, pero también hacia un futuro mejor. La asocian a la posible oferta de mejores trabajos, pero sin embargo quienes desertaron no expresan deseo de continuar. Lo que quiero significar es que la deserción escolar no se vincula con una valoración negativa de la escuela sino con las condiciones socioeconómicas.

—¿Son aplicables las conclusiones que destaca de esta experiencia en Tucumán a la realidad santafesina?
—Creo que sí, porque si bien es un estudio de casos es una realidad que se repite con resultados muy parecidos, por lo cual en sectores con características parecidas puede tener la misma explicación. Se trata de barrios muy pobres, en los cuales a partir de los 10 años aproximadamente los chicos comienzan a colaborar con su familia y tener ingresos propios.

—¿Cuál es la diferencia entre los chicos y las chicas trabajadores?
—En general, la inserción laboral comienza primero en el varón y fuera del hogar. En el caso de las mujeres, aparece encubierta la cuestión laboral, porque sobre ellas recae la colaboración dentro de la casa. En muchas entrevistas, estas adolescentes se reconocieron como amas de casa por ejemplo.

“La perspectiva del futuro de estos chicos llama la atención, porque muchas veces contestan que no pensaron o no saben qué quieren hacia adelante; pero los que contestan se proyectan con una familia y con el deseo de una casa y un trabajo, que son hoy las principales carencias con las que conviven”, concluyó Del Castillo.

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