Dió detalles de su relación y denuncia haber sido golpeada por él. La pelea por la tenencia del hijo en común.
- Usted conoce a Ottavis desde hace mucho tiempo.
- Laura Elías: En el 2000. El era duhaldista en aquel momento. Nos conocimos, empezamos a salir como novios y en el 2001 nos mudamos a un departamento de dos ambientes súper chiquitito en Córdoba y Sánchez de Bustamante. Vivíamos con lo justo, una historia económica muy apretada. Francisco nació en 2003, en octubre de 2003 nos mudamos a Caballito. Ahí tiene como su primer cargo importante que fue en el Inaes. La violencia física hacia mí empezó en el tercer mes de mi embarazo. Primero eran cachetadas o piñas en el brazo o tirones de pelo o empujones, y cuando nació Francisco todo fue como mucho más fuerte. Los golpes tenían ya como otro tenor.
—¿Originada por qué? ¿Por hechos particulares, repetitivos?
—Al principio, la primera vez que me pegó él tenía una cena, yo le había planchado una camisa blanca y él había pensando en ponerse una celeste. Yo estaba embarazada, además tuve diabetes en el embarazo de Francisco. Planché la camisa equivocada y entonces me reprochó y le dije “planchátela vos, estoy agotada”... Y me pegó una cachetada que me tiró arriba de la cama. Después se volvieron moneda corriente. Nos mudamos a Adrogué en octubre, vivimos ahí desde octubre de 2004 hasta mayo de 2005. Fue el momento de la violencia más atroz, de pegarme trompadas y dejarme tirada en el piso, patearme en el piso. De golpearme y obligarme a tener relaciones sexuales para demostrarle que no le guardaba rencor. Yo empecé a decirle que lo iba a denunciar, él ya estaba trabajando en la Casa Rosada en ese momento y me decía: “Yo soy funcionario público. Andá a denunciar y vamos a ver a quién le creen. Andá a denunciar”. Cuando yo le digo del divorcio me plantea que hagamos terapia de pareja. Fuimos un par de veces juntos y en la primera oportunidad que fui sola le expliqué al terapeuta que era golpeada ferozmente, que tenía miedo de que me matara.Me ayudó. Le empezó a decir a él que tenía otras perspectivas y que todo podía ser distinto. Y el 4 de abril de 2006 tuvimos una discusión. El se iba de viaje a la madrugada. Por supuesto, siempre que me pegaba era delante de Francisco, de mi hijo. Esa noche me pegó, me golpeó contra la pared. Y cuando se fue me dijo: “Yo estoy pensando seriamente la posibilidad de divorciarme”. Yo lo llamé al día siguiente, era un sábado, me acuerdo que era Pascuas y le dije: “¿Vos seguís pensando que te querés divorciar?”, me dijo que sí y me dijo: “El lunes cuando voy a casa junto mis cosas y me voy”. Yo llamé a una amiga y juntamos todas sus cosas, se las pusimos en una caja y se las mandamos a la casa de Juan Manuel Piriñoco, que era su íntimo amigo en ese momento. Y él se fue a vivir ahí. Eso fue en el 2006. Yo ya sabía para esa época que él estaba con Mayra Mendoza, yo sabía que él tenía una relación con ella.
—¿Y durante ese tiempo hizo alguna denuncia policial?
—Mientras estuve casada, no.
- Laura Elías: En el 2000. El era duhaldista en aquel momento. Nos conocimos, empezamos a salir como novios y en el 2001 nos mudamos a un departamento de dos ambientes súper chiquitito en Córdoba y Sánchez de Bustamante. Vivíamos con lo justo, una historia económica muy apretada. Francisco nació en 2003, en octubre de 2003 nos mudamos a Caballito. Ahí tiene como su primer cargo importante que fue en el Inaes. La violencia física hacia mí empezó en el tercer mes de mi embarazo. Primero eran cachetadas o piñas en el brazo o tirones de pelo o empujones, y cuando nació Francisco todo fue como mucho más fuerte. Los golpes tenían ya como otro tenor.
—¿Originada por qué? ¿Por hechos particulares, repetitivos?
—Al principio, la primera vez que me pegó él tenía una cena, yo le había planchado una camisa blanca y él había pensando en ponerse una celeste. Yo estaba embarazada, además tuve diabetes en el embarazo de Francisco. Planché la camisa equivocada y entonces me reprochó y le dije “planchátela vos, estoy agotada”... Y me pegó una cachetada que me tiró arriba de la cama. Después se volvieron moneda corriente. Nos mudamos a Adrogué en octubre, vivimos ahí desde octubre de 2004 hasta mayo de 2005. Fue el momento de la violencia más atroz, de pegarme trompadas y dejarme tirada en el piso, patearme en el piso. De golpearme y obligarme a tener relaciones sexuales para demostrarle que no le guardaba rencor. Yo empecé a decirle que lo iba a denunciar, él ya estaba trabajando en la Casa Rosada en ese momento y me decía: “Yo soy funcionario público. Andá a denunciar y vamos a ver a quién le creen. Andá a denunciar”. Cuando yo le digo del divorcio me plantea que hagamos terapia de pareja. Fuimos un par de veces juntos y en la primera oportunidad que fui sola le expliqué al terapeuta que era golpeada ferozmente, que tenía miedo de que me matara.Me ayudó. Le empezó a decir a él que tenía otras perspectivas y que todo podía ser distinto. Y el 4 de abril de 2006 tuvimos una discusión. El se iba de viaje a la madrugada. Por supuesto, siempre que me pegaba era delante de Francisco, de mi hijo. Esa noche me pegó, me golpeó contra la pared. Y cuando se fue me dijo: “Yo estoy pensando seriamente la posibilidad de divorciarme”. Yo lo llamé al día siguiente, era un sábado, me acuerdo que era Pascuas y le dije: “¿Vos seguís pensando que te querés divorciar?”, me dijo que sí y me dijo: “El lunes cuando voy a casa junto mis cosas y me voy”. Yo llamé a una amiga y juntamos todas sus cosas, se las pusimos en una caja y se las mandamos a la casa de Juan Manuel Piriñoco, que era su íntimo amigo en ese momento. Y él se fue a vivir ahí. Eso fue en el 2006. Yo ya sabía para esa época que él estaba con Mayra Mendoza, yo sabía que él tenía una relación con ella.
—¿Y durante ese tiempo hizo alguna denuncia policial?
—Mientras estuve casada, no.
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