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domingo, 20 de mayo de 2012

SANTA FE - Todos los días un motociclista ingresa a la terapia del Cullen

El 85% de esos pacientes necesitan estar conectados a un respirador mecánico. Los heridos más graves son los que presentan traumatismo encéfalo craneal, el 27% de los accidentados.

La semana pasada los santafesinos se conmovieron ante dos accidentes de tránsito que tuvieron como puntos en común a niños a bordo de motos. El problema es muy complejo de abordar, pero los números marcan que es necesario hacerlo con decisión política y cuanto antes.

Mientras que desde la Sociedad Argentina de Pediatría se dio a conocer que dos chicos por día deben realizar consultas vinculadas a la accidentología vial, en los adultos las cifras también son elocuentes: todos los días ingresa un motociclista a la terapia intensiva del hospital José María Cullen.

Durante 2011 en ese efector público de salud se realizaron 7.911 consultas por accidentes de tránsito, de las cuales casi el 70 por ciento (5.503 pacientes) involucraron a motociclistas. Según las estadísticas que maneja la dirección del Cullen, de las cerca de 400 atenciones mensuales por accidentes de motos, el 13 por ciento (52 pacientes) queda internado. De esas 52 personas, el 40 por ciento es derivado a una sala común, mientras que el 60 por ciento restante pasa a ocupar una cama en la unidad de terapia intensiva (UTI). Eso indica que 31 personas por mes son ingresadas a la UTI del Cullen, de las cuales el 27 por ciento tiene traumatismo encéfalo craneal, que son los pacientes más graves.

El año pasado, ante la inminente llegada del frío y el posible aumento de consultas respiratorias y cardiovasculares, el hospital decidió aumentar la capacidad de su terapia intensiva y elevó a 20 el número de camas. Sin embargo, eso sólo alcanza para trabajar al límite del recurso, ya que la tasa de ocupación en terapia por accidentados en moto es de casi el 99 por ciento.

Pero la complejidad de la situación no termina allí. El ingreso a terapia por accidentología demanda una estadía promedio de entre 13 y 14 días por paciente, lo que hace que, además de trabajar a “cama caliente”, la rotación de los internados sea muy lenta.

Asimismo hay otro dato que marca cuál es el panorama que se vive en la terapia intensiva del Cullen todos los días, que es la edad de los ingresados. El promedio general es de 38 años, una edad muy baja si se tiene en cuenta que históricamente fue un lugar reservado para personas mayores que presentaban afecciones respiratorias o cardiovasculares. Pero la explicación está al alcance de la mano. La gran incidencia para el descenso del promedio de edad está dada por los politraumatizados en accidentología que tienen una edad media de 27 años.

“Los pacientes que no pueden estar sin respirador en terapia, son el 85 por ciento. Esto marca que es un embudo donde cada vez llegamos más a la punta. Seguimos brindando atención, nos preparamos para esta atención, prevenimos lo que se nos viene. Pero hay una realidad que es que si no trabajamos sobre el gran proveedor de pacientes de este hospital, que es la accidentología, vamos a entrar en un problema que atañe a la salud pública, que es empezar a gastar todos los recursos en este flagelo que es la accidentología”, dijo el director del hospital José María Cullen, Francisco Sánchez Guerra.

Luego el profesional añadió: “Éste es un hospital polivalente, atendemos todo. Tenemos 350 camas. Pero somos los que manejamos la urgencia del centro norte de la provincia. Como hospital de urgencia tenemos un continuo ingreso por accidentología, que eso es inmanejable”.

Sánchez Guerra dijo que escapa a las manos del equipo médico del hospital poder reducir la cantidad de ingresos de pacientes accidentados. “Eso sólo disminuye si hay una buena campaña de educación para que desaparezca el accidente. Pero en el mientras tanto estamos con tasa de ocupación en terapia por accidentados en moto de casi un 99 por ciento”, aseveró.

En la actualidad, la accidentología está teniendo una demanda que está comenzando a desbordar al sistema público de salud. Indudablemente el problema no es sólo político, sino también social y cultural.

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