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sábado, 25 de febrero de 2012

NAC. El maquinista: "Avisé en la estación anterior que fallaban los frenos"

Marcos Córdoba declaró ante el juez Bonadío que se desoyeron sus alertas y que intentó frenar dos veces. Se quejó de otros desperfectos. 

“Yo había avisado desde la estación anterior que los frenos estaban funcionando mal, pero me dijeron: ‘Seguí, seguí que te falta sólo una’, y entonces yo seguí”, se lamentaba Marcos Antonio Córdoba cuando llegó a la guardia de la clínica Fitz Roy.
Sobreviviente. Después de ser rescatado, con contusiones en las piernas, fue trasladado al hospital Fitz Roy. En las fotos exclusivas de PERFIL, se ve cómo un vagón se montó siete metros sobre el otro. Fue allí donde se encontraron la mayoría de los cuerpos sin vida tras el accidente.

Ayer, al cierre de esta edición, fue liberado tras prestar declaración indagatoria por el accidente. Según fuentes gremiales, el conductor reiteró ante la Justicia lo mismo que dijo cuando arribó a la guardia médica. Además, agregó que trató de accionar los frenos dos veces sin éxito y que tiempo antes había alertado a otros maquinistas sobre el estado de las formaciones.
Después de la indagatoria, el fiscal Delgado se opuso a la excarcelación, pero el juez Bonadío decidió que puede volver a su casa, aunque sigue siendo investigado penalmente.
Después del accidente del miércoles, Córdoba llegó al hospital dolorido, angustiado y nervioso, pero consciente. Uno de los médicos que lo recibieron describió a PERFIL sus primeras palabras, que pronunció a los gritos incluso antes de hablar con su abogado, el sindicato, la empresa, el juez o su papá, también maquinista: “Cuando llegué a Once intenté frenar pero el tren no me respondía, entonces tiré el freno de mano, pero tampoco; y me quedé en la cabina, sin poder hacer nada”, recuerda que dijo.
No duró mucho en la guardia. La clínica era un hervidero, de gente y pasiones. En muy poco tiempo llegaron más de 120 heridos, acompañados de cientos de familiares, que al enterarse de que el conductor estaba allí internado fueron a buscarlo.
“Queríamos pedirle explicaciones”, indicó Daniel Olas, uno de los familiares, mientras esperaba el alta de su hijo. Según cuenta el personal de la institución, su salud no estaba en riesgo, pero las autoridades decidieron llevarlo a terapia intensiva para tratar de calmar la situación. El primer diagnóstico era una fractura de tibia y peroné de ambas piernas, pero después fue descartado.
El joven de 28 años estuvo incomunicado desde que entró a terapia intensiva hasta que fue escoltado ayer a última hora a declarar en los tribunales de Comodoro Py. Su piso estaba custodiado de forma permanente por dos policías de la Federal. Hasta el choque, vivía solo, a veces con algún amigo, en una casa en Paso del Rey, pero el jueves, su mamá, Eli, comenzó a vaciarla. Mientras descargaba su angustia con los vecinos, antes de cerrar definitivamente la puerta, les contó las primeras palabras que le dijo su hijo, tal vez un anticipo de lo que después le diría al juez: “Mamá, yo no hice nada mal, no cometí ningún error”.
Las palabras concuerdan con los primeros rumores que llegaron horas después de la tragedia: el motorman habría avisado a la central que tenía problemas. Sin embargo, desde el sindicato La Fraternidad, que nuclea a los maquinistas, no pudieron confirmarlo. “No nos dejaron escuchar las grabaciones ni ver la cámara, el juez se llevó todo el material”, dijo Omar Maturana, el secretario general.
La descripción que hizo Córdoba, que estaría imputado por estrago culposo, es coherente con la situación que relatan otros de sus compañeros. “Es usual que haya problemas con los frenos y cuando uno llama, le dicen que siga hasta alguna estación donde hay un mecánico, que no siempre está”, contó a PERFIL un motorman desde la terminal. “Si paramos por problemas técnicos, después tenemos problemas con la empresa”, denunció.
Córdoba conducía trenes desde hacía más de dos años. Había empezado hace cinco como ayudante en los talleres “para acostumbrarse a los fierros”, describe un colega. No llegó a acercarse a la cantidad de horas rodadas de su padrastro, Carlos “Chicho” Blázquez, pero tampoco carecía de experiencia: cuando su tren chocó contra el paragolpes hidráulico de la estación Once, ya había conducido más de 3.400 formaciones, según datos del sindicato.
Desde TBA, sin embargo, consideraron poco probable que el siniestro se haya producido por una falla técnica. “Pudo haber sido un descuido o una distracción del motorman”, arriesgaron. Y agregaron: “Es mentira que haya avisado, no hay ningún reporte de anomalías en el funcionamiento”. Por lo pronto, el juez ordenó un control de alcoholemia al conductor, que dio negativo.
Según testigos de Comodoro Py, cuando entró ayer al despacho del juez repitió también lo mismo que cuando los bomberos lo sacaron entre los fierros del vagón: “No tenía frenos”.

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