domingo, 22 de enero de 2012

PROV. STA FE: El dolor de una familia que busca respuestas ante una muerte absurda

"Mi hermano era un tipo laburador y solidario. Una buena persona que trabajaba para que su esposa y sus dos hijas estuvieran bien. Nosotros no tenemos consuelo. El no se merecía morir así, de esta manera tan injusta", reflexionó Alejandra, la hermana mayor de Marcelo, asesinado en Villa G. Gálvez para robarle la moto.

Nadie está preparado para enfrentarse con la muerte, y mucho menos si esta golpea de manera violenta. Es lo que le pasa a la familia de Roberto Marcelo Farías, un vendedor de ropa de 41 años asesinado a balazos el martes pasado para robarle una moto. "Mi hermano era un tipo laburador y solidario. Una buena persona que trabajaba para que su esposa y sus dos hijas estuvieran bien. Nosotros no tenemos consuelo. El no se merecía morir así, de esta manera tan injusta", reflexionó Alejandra, la hermana mayor de Marcelo. Por el homicidio, el miércoles la policía detuvo a dos muchachos de 18 años y recuperó la Yamaha Crypton azul robada a la víctima.
Todo se desató el martes a las 11 de la mañana cuando dos muchachos que circulaban en una moto Honda Wave negra cruzaron a Farías, que iba en su Yamaha Crypton, en Juan Domingo Perón y Fournier. Para la investigación, en manos del juez de Instrucción Gustavo Pérez de Urrechu, tras interceptar a su víctima los ladrones le pegaron varios culatazos en la cabeza. Pero como el hombre se resistió a entregar el rodado, le dispararon dos veces en la cabeza.
El miércoles, casi al mismo momento en que el intendente Pedro González reclamaba "cagar a palos a los delincuentes", efectivos de la comisaría 26ª hallaron la moto y detuvieron a Darío Joaquín A. y a Matías Leonel A., ambos de 18 años y con antecedentes por robos con armas. "Desde el día del crimen todo Villa Gobernador Gálvez denunció que los asesinos de Farías eran El hijo del Chupa y otro más", indicó una fuente allegada a la causa en relación al apodo que tiene el primero de los arrestados.
Ejecución. A lo dicho por la policía, la familia Farías da su versión. Y se apoya en un testimonio que habla de una ejecución a sangre fría. "Nosotros hablamos con un testigo que dice que fue una ejecución. Que no hubo resistenica y que mi tío no detuvo la marcha de la moto", explicó Mariel, sobrina de Marcelo. "Nos dijo que las dos motos iban por carriles opuestos de la misma calle. Que al pasar uno al lado del otro algo se dijeron y que la Honda Wave de los choros dio la vuelta y se colocó por detrás de la moto de mi tío. Que el que iba de acompañante sacó un arma y simplemente le disparó a la cabeza. Mi tío se desvaneció. La moto siguió por el impulso hasta que mi tío cayó al suelo", relató la joven. "Cuando la moto estaba caída al lado de mi tío, el que la fue a levantar pasó por al lado del cuerpo, le disparó otra vez a la cabeza. Lo remató. ¿Por qué hizo eso? El vecino dice que cuando cayó, mi tío ya estaba muerto", explicó Mariel. Luego el maleante se subió a la Yamaha Crypton y huyó del lugar.
"Estos pibes (por los ladrones) le habían robado una moto a una chica a cinco cuadras y boludeando con la moto se metieron en una zanja. Entonces se subieron de nuevo a la Wave y se cruzaron con mi hermano", contextualizó Alejandra.
Buscando respuestas. Los Farías viven en Bomberos Voluntarios al 1800, a dos cuadras de la municipalidad de Villa Gobernador Gálvez. Sentados en la vereda de la casa, bajo la arboleda, Roberto (el papá de Marcelo), Alejandra (la hermana mayor) y Mariel (la sobrina), compartieron sus penas con La Capital. A Marcelo le tocó ser "el hermano del medio" entre dos mujeres. "Era un tipo familiero. Para mis hijos, la figura de referencia junto con su abuelo. Todos los viernes llevaba a mi hijo a pescar. El sábado pasado mi hijo pasó todo el día en su casa y le cocinó el pescado que habían sacado la noche anterior. Otra persona que aprecia mucho a Marcelo es Ezequiel Lavezzi (jugador del Napoli y oriundo de Villa Gobernador Gálvez), porque cuando era un pibito mi hermano lo contuvo con algún consejo. Cada vez que (Lavezzi) viene a la Argentina, pasaba a saludarlo", contó Alejandra.
Casado y padre de dos hijas de 16 y 20 años, Farías vivía con su familia en Pueblo Esther. Hace cuatro años había dejado el hábito de ser camionero heredado de su papá, hoy jubilado, para dedicarse a la venta de ropa casa por casa. "Se habían organizado con mi cuñada. Ella conseguía la ropa y él la mostraba y hacía las cobranzas. Llevaba su agenda y sabía cuando debía pasar a ofertar o a cobrar", explicó Alejandra. "Hace un tiempo que yo le decía que se compre un autito porque venía desde Pueblo Esther con las bolsas de ropa y un día de estos iba a hacer una mala maniobra y se iba a clavar de cabeza en el pavimento. Y estaban viendo si se metían en ese proyecto", comentó Alejandra.
Marcelo recorría en su moto los 9 kilómetros desde Pueblo Esther a Villa Gobernador Gálvez casi a diario. "Siempre pasaba por mi casa antes de visitar a los clientes. Paraba unos minutos a saludar, se tomaba una vaso de Coca y seguía. Por ahí dejaba alguna bolsa con ropa y se llevaba otra. También iba hasta la escuela de Rosario a la que va mi sobrina de 16 años, para que ella no tuviera que esperar el colectivo. Mi hermano era todo para esa familia", explicó Alejandra. "Ese martes él tenía que hacer tres cobranzas. Fue a la primera y la señora no estaba. Entonces la llamó a Erika (su esposa) y le dijo: «Hago una cobranza más y voy para casa»", recordó su hermana. Pero no llegó.
Indignación. "Mi hermano tenía una clienta a metros de donde le robaron la moto. Se iba de ese lugar cuando lo atacaron", relató Alejandra. "Yo me enteré al mediodía, pero no sabía que era mi tío. Me dije: «Pobre tipo. Que lo maten así para robarle la moto». Después me llamó mi prima (la hija de Marcelo) para que averiguara porque mi tío había tenido un accidente. Entonces me fui a Perón y Fournier (a unas 20 cuadras de la casa familiar). Estaba lleno de vecinos y la zona acordonada con la franja de «peligro». Los vecinos me decían que el muerto era mi tío, la policía no me daba información y yo sólo quería saber si era o no. Hasta que un vecino agarró a un policía y lo increpó por el mal momento que nos estaban haciendo pasar. Cuando me dijeron no lo podía creer. Matarlo así por una moto de mierda", recordó Mariel.
"Para mi hermano su moto era una herramienta de trabajo. Y no se las iba a dar. Andá a saber que se les pasó por la cabeza a estos pibes para hacer lo que hicieron", dijo Alejandra.
En la película "Tropa de Elite", el film más visto en la historia de Brasil y dirigido por José Padilha, se retrata a partir de la mirada del capitán Roberto Nascimento —al frente de una fuerza especial de policía de Río de Janeiro— el crudo mundo de la calle y su dinámica. Un mundo podrido, corrupto y sucio que no resiste una mirada moralista y en la que narcos, policías, abogados, jueces, periodistas y políticos conviven "revolcaos en un merengue/y en un mismo lodo/todos manoseaos...", como reza la letra de Cambalache. La película muestra que en un círculo vicioso el sistema genera anticuerpos para defenderse, para protegerse. Al sistema no le importa otra cosa. No le importa el ciudadano. Y esos anticuerpos suelen tener los mismos vicios que la sociedad que los generó.

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