Se trata de casos que ocurrieron en la ciudad de Santa Fe. Una combinación de violencia de género y venganzas originaron la sumatoria fatal que, en el último tramo del año, conmocionó a los vecinos.
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Una combinación de violencia de género y venganzas originaron la sumatoria fatal que tiene réplicas en todo el país. El caso de Candela Rodríguez, y los más recientes, de Tomás Santillán y de Gastón Bustamante, quebraron definitivamente esa red de contención que ampara a los chicos de la violencia extrema, por el sólo hecho de ser niños.
Cruzando el puente
La escalada de violencia en episodios que involucraban a niños en Santa Fe, se inició con un caso que entró al imaginario de los vecinos como El Chacal de Santo Tomé. A principios de junio de este año, la Justicia libró un pedido de captura contra Juan Carlos Rézola. Era buscado por haber sometido a su familia a un régimen de servidumbre. Fue acusado de abuso sexual y ahora está detenido.
La macabra historia tuvo como escenario un pozo, cavado en un terreno baldío de barrio Las Vegas, donde Rézola tenía escondidos en condiciones infrahumanas a sus seis hijos y a su mujer, a quienes sometió a los abusos más aberrantes.
A las pocas semanas, la muerte de Ignacio Quintero de tres años y la fatalidad apenas sorteada por su hermanito mellizo, Valentín, volvió a centrar los titulares de las crónicas policiales en Santo Tomé. Allí, en barrio El Tanque, en la helada noche del 24 de Junio, los hermanitos fueron golpeados por su padre hasta el desenlace fatal. Actualmente, Horacio Quinteros también está detenido.
En medio de la persecución
El martes 26 de julio, Nicolás Meza estaba juntando ramas en un descampado a 20 metros de su casa, en Alto Verde. Estaba con su hermana Silvia (14) que es hipoacúsica y otro chico un par de años mayor, cuando pasó corriendo un muchacho (que luego sería identificado como El Porteño), quien se escapaba de D.G. (34).
Este último, enfurecido por la fuga de El Porteño, rodeó el cuello de Nicolás con el brazo, a los gritos le preguntó hacia dónde había corrido el joven, y le disparó al chico en la nuca. El proyectil calibre 9 milímetros le traspasó el tórax y murió en forma inmediata. Al día siguiente, Nicolás hubiera cumplido 12 años. D.G continúa prófugo.
Luna, de madrugada
El 1 de septiembre a las 4.15 de la mañana falleció la beba Luna Leonela Leiva, de un año y medio, luego de agonizar durante dos horas. En el hospital de niños, su madre Romina Quiroz de 20 años, le dijo a los policías que dos delincuentes intentaron asaltarla en Aguado y Lisandro de la Torre, y que las golpearon con violencia. Sin embargo, horas después, confesó que quien golpeó a la niña fue su concubino, un hombre de 25 años. Entre medio, se conocieron detalles de la tormentosa relación, que fusionaba prostitución y violencia de género.
En la puerta de su casa
El miércoles pasado, minutos después de las 23.30, Marcos Benítez, un chico de 10 años que estaba parado en la puerta de su casa ubicada sobre pasaje Cervantes al 4.000 de barrio San Lorenzo, fue impactado con un disparo de arma de fuego que le ingresó por la axila izquierda y le salió por la derecha. Cuando arribó al lugar del hecho el primer patrullero del comando radioeléctrico, Marcos agonizaba. Por la gravedad de las heridas fue trasladado en el móvil policial hasta el hospital de niños Orlando Alassia, pero falleció minutos después de su ingreso.
El viernes ya sumaban ocho los detenidos por el crimen, que según las primeras investigaciones sucedió en medio de un tiroteo entre bandas antagónicas, sin importarles las consecuencias que se precipiten sobre los vecinos de la populosa barriada.
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