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lunes, 4 de julio de 2011

Masivo reclamo de Villa G. Gálvez contra el miedo y la violencia -EN LA PROVINCIA DE SANTA FE

Convocados por alumnos de una escuela, los vecinos se movilizaron para pedir paz social. Los chicos que lanzaron la marcha vienen sufriendo episodios dolorosos y quisieron expresarse.

No fue una marcha más en reclamo de mayor seguridad. Fue por algo mucho más profundo, que la contiene, la engloba y la sintetiza: la paz social. Los habitantes de esta ciudad se movilizaron ayer bajo esta consigna en respuesta a una singular convocatoria lanzada por alumnos de una escuela que quieren justamente eso: vivir en paz. Unos 1.500 vecinos recorrieron el trayecto que une las plazas a la Madre y San Martín tras el llamado de los estudiantes de la Escuela Nuestra Señora de la Paz, que buscaron de esta manera alzar su voz contra la violencia, el miedo, la intolerancia, el menosprecio por la vida. Consignas que pudieron leerse en el manifiesto que entregaron ayer a las autoridades municipales, y que ya lo habían hecho con las de Seguridad de la provincia. Sin cánticos ni pancartas, una columna compacta marchó detrás de un solo cartel que decía simplemente "Marcha por la paz social". Un segundo y último cartel cerraba la movilización; estaba hecho por los chicos de la guardería infantil Nuestra Señora de la Paz: en un paño celeste se veían dos siluetas humanas con las manos pintadas de los chicos, y una frase que rezaba "deseamos crecer con libertad, paz y amor". Entre ambos carteles marcharon familias enteras, grupos de amigos, chicas tomando mate, mujeres con bebés en brazos y hasta gente paseando a sus perros. Al frente, una batucada de bombos, tambores y redoblantes le ponían ritmo al grupo de 13 chicas que bailaban, mientras los autoparlantes del único automóvil que acompañaba a la manifestación repetía las consignas que la inspiraron. "Marchamos desde la impotencia al trabajo por la paz, desde el dolor por el sufrimiento de muchas personas a la reflexión comprometida, porque queremos pasar del binomio autoritarismo-anarquía a la auténtica autoridad, porque hay cosas que son responsabilidad de las autoridades políticas, judiciales y policiales y queremos pedirles que asuman este tema importante y brinden soluciones eficaces", se escuchaba. La actividad contó con un emblema también particular. Un retazo de Alta en el Cielo, la bandera más larga del mundo confeccionada en Rosario, acompañó a la gente. Felices. Tania López tiene 16 años, cursa el 4º de Nuestra Señora de la Paz. Graciela Figueroa, de 17, va a 5º. "Decidimos organizarnos frente a todos los problemas que tenemos. Llegamos a la conclusión de que necesitamos ayuda. Las autoridades dicen que no se pueden cambiar algunas cosas, pero nosotras creemos que sí", explicaron a LaCapital pisándose las palabras una a otra. "Estamos emocionadas, contentas por toda esta gente que nos está acompañando y que entiende nuestro reclamo", abundó una locuaz Graciela. La emoción se vio ni bien terminaron su testimonio a este diario, cuando se abrazaron y celebraron a gritos la nota. La directora del establecimiento, Sandra Daruich, explicó un poco más los motivos de la convocatoria. "Esto nació de una situación de violencia cotidiana que afecta a los chicos. A la escuela entraron dos veces con intento de robo, han agredido a nuestros estudiantes afuera del edificio escolar, y el barrio donde se levanta la escuela se vio conmocionado por dos asesinatos a adolescentes, a quienes mataron para sacarles las zapatillas. Queremos que los chicos puedan estar en la calle en paz. Parece utópico, pero tiene que poderse. Por eso, esta marcha es por mucho más que la seguridad, es por la paz", le dijo a este diario. Como la docente, otro que ausculta a diario el estado de ánimo de los villagalvenses es el sacerdote Marcelo Franchini. Vestido sencillamente y mezclado entre la gente, este cura de 47 años no ocultaba su alegría por la respuesta de la comunidad educativa y de los vecinos, y también su preocupación por lo que se vive en Villa Gobernador Gálvez. "Conseguimos canalizar un sentimiento, la expresión de un derecho que no queremos resignar. Aquí los pibes andan armados, hay droga en todas las esquinas. Queremos mostrar que hay mucha gente buena, que se puede vivir de otra manera. No queremos que nuestra ciudad salga siempre en las páginas policiales”, anheló.    Más allá del ruido de la batucada y del parlante, la gente marchaba en silencio, aunque no con resignación. A pesar de lo profundo de la consigna y de lo doloroso de las motivaciones, se la veía sinceramente contenta. Fue una marcha alegre. Manifiesto. Una vez en la plaza San Martín se leyó el manifiesto por la paz social. “Recuperemos lo que que como sociedad hemos resignado”, se pudo escuchar. Este manifiesto fue elaborado por los alumnos de la escuela, que quieren “estar tranquilos en la parada de colectivo, en la vereda de nuestras casas, y salir a hacer los mandados sin temor, andar en bicicleta por las calles; lugares y espacios sanos de diversión, una ciudad limpia, tiempo para el encuentro, para disfrutar de la vida en familia, recuperar la confianza y la solidaridad entre vecinos”.    Un coro de manos enguantadas de blanco acompañó al himno nacional entonándolo en lenguaje para sordos, un grupo interpretó un carnavalito, un chico ofreció un rap-hip hop y en un power point se reflexionó sobre el significado de la paz social: “Es la educación que exige y premia el esfuerzo, la salud para todos, los niños que juegan en calles y plazas sin sospechar robos ni violencia, los vecinos que matean en la vereda con puertas abiertas, adultos y jóvenes que disfrutan de la noche sabatina con la tranquilidad del mediodía, los negocios abiertos de par en par, sin llaves ni alarmas, los niños pobres que tutelados por amor escapan a la pobreza moral y cultural y juegan a ser señores de la dignidad”, entre otros conceptos.    Fue una marcha de la gente, organizada por chicos para que los escuchen los grandes, interpretadas por grandes para que los escuchen las autoridades. Una marcha que, seguramente, dejará sus huellas.

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