jueves, 30 de junio de 2011

Ni los artistas se salvan de los rápidos avances de la tecnología-El derecho de autor ya no recauda

El tema llegó al Senado, donde se analiza un impuesto sobre CD’s o DVD’s para compensar la “piratería”. El proyecto es polémico, afecta a otros derechos y no parece una contención apropiada para una avalancha global.
¿Puede la tecnología asfixiar a los artistas? Los puristas podrán declamar sobre el acto fundacional, libre y despojado, de la creación artística. Pero hasta la genialidad de Van Gogh murió con hambre -más allá de la locura- y la industria cultural se resiste a ceder lo que recauda ante el impiadoso avance de la tecnología.

De este lado del mostrador, más de un humilde consumidor se ha sentido avasallado por inspectores de Sadaic-AadiCapif irrumpiendo en fiestas privadas para cobrar legítimos derechos de autor. Pero como el mundo gira rápido con el motor de la tecnología y las comunicaciones, ahora los que bajan películas o música por Internet, o los que compran DVD’s o CD’s no oficiales, están exentos del celo de los vigilantes. O al menos de esos vigilantes.

Ya no es la plaza pública que pone en escena el intercambio de viejos vinilos y revistas. Ahora es la plaza virtual la que multiplica los contenidos y los reproduce hasta el infinito, incluso antes que las obras se estrenen oficialmente. Una costumbre que es natural en las nuevas generaciones, o delito para los que saben del respeto al Copyright.

Lo cierto es que para compensar lo que los autores dejan de recaudar, algunos legisladores nacionales pensaron en un proyecto de ley para crear un impuesto que grave los aparatos que reproducen y difunden contenidos, mediante una recaudación que compense a los autores.

¿Es justo y necesario? En el altar de la modernidad, la polémica se ha instalado.

Avalancha imparable
El derecho de autor no se discute. Ese sellito con la (C) y el pie de imprenta nació casi junto con Gutemberg. ¿Pero se puede cobrar sobre un CD o un DVD?

Wikipedia, la enciclopedia de creación colectiva y pública que corre libre de impuestos y controles por Internet, está por ser editada en DVD para llegar a escuelas sin conexión a Internet. ¿Deberá pagar el impuesto?

Los autores de software libre que renuncian a su derecho de autor frente al abuso de posición dominante que hacen las corporaciones sobre ese mismo derecho, ¿también deberán pagar el impuesto para compensar la pérdida de derechos de autor de otros?

La tensión es tan grande que parece difícil que puedan prosperar las cabinas de peajes sobre la circulación de contenidos en base tecnológica. La dictadura china no logra detener a la imperialista Google; los anticastristas entran a la red de Fidel sin que el régimen pueda regularlos; los docentes no pueden parar los mensajes de texto en las aulas; las fotos tomadas con teléfonos amenazan la tarea de los reporteros gráficos.

Por donde se mire y a cualquier escala, el impulso a la libertad expresiva se multiplica con cada tecla, pantalla, chip o led que sale al mercado. Salvo el negocio de los que fabrican el hardware, ofrecen la conectividad y se guardan el poder de “apagar” el sistema, lo demás está en crisis.

Es cierto. No es lo mismo un mundo en el que muchos se expresan y pocos logran juntar una audiencia que haga masa crítica para acordar algo. Pero en todo caso, parece menos que ingenuo un impuesto sobre la base tecnológica para compensar un derecho cierto, pero parcial y de compleja administración.

Y si logran recaudar algo... ¿cómo lo repartirían?

Viejo conocido


Las PC más modernas ya no tienen lectores de CD’s y DVD’s, simplemente porque son tecnologías obsoletas. ¿Llega tarde la ley que pretende gravar esos soportes? En todo caso, la estrategia de las grandes corporaciones es ofrecer por un mismo cable las conexiones de TV digital interactiva, Internet, telefonía y en línea con una conectividad inalámbrica. Todo por el mismo precio. Los contenidos llegarán administrados por el conector y supervisados por el Estado que habilita las licencias. Concentración es el nombre del juego.

“No discrimina”

Diego Deicas editó 5 CD’s con La Moto, La Cruda y Astrobonzo. “Si el impuesto sale como está planteado, no discrimina quién es pirata y quién no”. En su opinión, “en Santa Fe los piratas están identificados y amparados; hay locales libres de impuestos que desarrollan la piratería”. Para “Matt Hungo” (tal como eligió bautizarse) lo de Internet “es responsabilidad de uno mismo, del artista. Uno decide si quiere ofrecer allí la obra; es bueno para promocionarse, pero también tierra de nadie”.

Es una jungla
Gustavo Capparelli (Video Cinema Lumiere)

La venta callejera se puede controlar, pero nos afecta más lo que se baja de Internet. La única manera que se puede parar eso es pagando los sitios, pero eso es difícil. De todas maneras no sé si llamar “robo” a ese fenómeno; sí es una competencia inmanejable. Además Internet es una jungla que no se puede parar.

No me parece que el culpable sea el que baja la película. Está ahí, es gratis y tenés acceso. Ni siquiera los sitios pagos funcionan.

Lo que me ayuda es traer películas que no están en el circuito comercial y no son comerciales. Hay un público que no está satisfecho con lo que ofrecen las salas comerciales y hay un público al que le interesa una carátula bien impresa y la calidad de una película original. Van a seguir funcionando algunos videos.

El alquiler de películas de todas maneras tiende a desaparecer, no sólo por la piratería sino por la oferta de la televisión y por cómo se vive hoy con gente a las apuradas. Tiene la película en la casa, en el televisor o en Internet. Y la industria no desaparece porque seguirá el ciclo: primero en cine con grandes recaudaciones que recuperan la plata. Y lo otro va sumando.

Yo confieso

(Usuario anónimo)

Como usuario de Internet, visito páginas especializadas donde puedo escuchar música y realizar descargas libres de canciones y discos. Consumo principalmente producciones independientes, “rarezas” y ediciones inéditas que no se consiguen en disquerías. No creo robar a las discográficas; soy usuario y copista doméstico, escucho música libre sólo y únicamente en el estricto ámbito de mi privacidad. Me parece que sí se llega a la ilegalidad cuando la descarga es para la comercialización.

Es cierto que las nuevas tecnologías digitales han transformado de cuajo la industria cultural actual, y que de alguna manera esto ha dado lugar a una afectación de los derechos de autor. Pero, como contracara, Internet ha posibilitado también una masiva difusión de muchas bandas independientes. Algo se pierde y algo se gana.

Quizás sea necesario un marco regulatorio específico para el derecho de los artistas, pero considerando las necesidades de los usuarios y la disponibilidad de herramientas para descargas directas, como por ejemplo a través de suscripciones pagas, o mediante una “subvención voluntaria” sobre contenidos bajados, como ya ha ocurrido por ejemplo en países como Inglaterra.

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