Este viernes, a las 21 horas, en ese multiespacio cultural de la ciudad de Santa Fe, con entrada gratuita y retiro anticipado.
En el ciclo “Viernes en La Mirage” desfilan diferentes expresiones culturales, artísticas, teatrales, musicales y de danzas, movimientos experimentales y artistas de la provincia y del país.
EL JARDÍN DE LOS CEREZOS
Luces tenues y un solo banco en escena: todo lo que cuatro artistas, cuatro personajes necesitan para trasladar al público a la Rusia de principios de siglo 20. Tras 108 años después de surgir de la pluma de Antón Chéjov, El Jardín de los Cerezos sigue siendo una historia digna de ser contada.
La historia de una familia aristócrata rusa que en el amanecer de los movimientos revolucionarios comienza a vivir la decadencia de los privilegios de clase. Liubov Andréievna Ranévskaya, dueña de la estancia que contiene el famoso jardín, llega a su Rusia natal luego de una temporada viviendo en París. Su propiedad no ha escapado a los avatares de la época: una deuda impaga acecha la hacienda, que será subastada en la próxima navidad. Una casa vacía, reminiscencias del pasado y una fantasía que niega un futuro irreversible.
Konstantin Gavrílovich, hijo de Liubov, ha mantenido la estancia hasta entonces. Junto a él espera Yermolái Lopajin, un próspero comerciante hijo de esclavos, con una pretenciosa propuesta bajo el brazo. La llegada de Liubov y de Leonid, su hermano, reaviva viejas escenas. En el cuarto de los niños, donde ambos han crecido, deshilvanan sus esperanzas, sus deudas, sus miedos, volviendo una y otra vez al pasado. Con cierta picardía, y también con elegancia, buscan atajos para esquivar el peso de la realidad. Los cerezos florecen en la cuarta pared, los ventanales se empañan con el frío, las luces se intensifican y El Cascanueces de Piotr Tchaikovsky acentúa lo emotivo del clima. El temor de perder el preciado jardín es tan certero como la nieve que cubre los cerezos. La navidad está cerca, y el árbol se erige invisible a la espera de nochebuena.
Los diálogos, actuales y descontracturados despiertan las risas del público; y las interpretaciones logran un acertado retrato de una familia aristocrática que esconde vicios y debilidades. La puesta en escena de Edgardo Dib es una confluencia musical y teatral, el diálogo implícito entre dramaturgo, músico y actores: la conjugación de Chéjov y Tchaikovsky, y la interpretación de Luchi Gaido, Raúl Kreig, Rubén von der Thusen y Sergio Abbate. Cuatro actuaciones maravillosas son uno de los contundentes argumentos de una totalidad aplastante. Edgardo Dib certifica que es un nombre grande en la escena santafesina, que, en este caso, lo es junto a un elenco de excelentes actores.
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