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domingo, 5 de junio de 2016

Conservar el arbolado, el principal desafío ambiental de Santa Fe

En el marco del Día Mundial del Medio Ambiente, Diario UNO dialogó con una de las integrantes del Centro de Protección a la Naturaleza, la licenciada en edafología Mónica Mussetti, quien remarcó este concepto y desarrolló otros.

El cuidado del arbolado público es uno de los temas que trabaja el Cepronat.

En todo el mundo hoy se conmemora el Día del Medio Ambiente, una jornada que busca que la comunidad tome conciencia sobre los problemas que afectan al entorno. En ese contexto, y con el fin de saber cuáles son los principales desafíos que afronta la ciudad y la provincia en este sentido, Diario UNO dialogó con una de las integrantes del Centro de Protección a la Naturaleza (Cepronat), la licenciada en edafología Mónica Mussetti.

“Si nos enfocamos en la ciudad capital debemos hacer alusión a la importancia que tiene la conservación de uno de los patrimonios más importantes que tienen los santafesinos, que es su arbolado, un tema que el Cepronat junto a otras instituciones abordó fuertemente cuando se trabajó sobre la defensa del parque Alberdi y la plaza San Martín, por ejemplo”, comenzó a explicar la mujer, quien al hacer referencia al resto de los ejidos urbanos de la provincia destacó que la “problemática más grave que tienen es el manejo de los residuos sólidos urbanos”.

“A excepción de Rosario y Santa Fe, la mayoría de las ciudades tienen basurales a cielo abierto que son un problema desde el punto de vista ambiental porque generan problemas en la salud y de contaminación de las napas de agua, además de los problemas que se ocasionan cuando a raíz de la falta de control existente en la materia se generan incendios espontáneos en espacios cercanos a las rutas que llegan a provocar accidentes debido a que el humo que generan dificulta la visibilidad de los vehículos”, dijo.

En esa línea, al referirse a la provincia en sí, Mónica Mussetti mencionó como desafío el sostenimiento de la productividad tratando de no deteriorar los recursos naturales; y en ese sentido dio el ejemplo de la soja, un cultivo que aseguró “ya está demostrado que ocasiona algunos inconvenientes como ser la contaminación que hay por el uso de agroquímicos que se utilizan”.

Y por otro lado mencionó – en relación al lema instituido por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) para esta jornada: “Vuélvete salvaje por la vida” (“Go wild for life”)– como causas de la pérdida de fauna autóctona (venado, el zorrino, el ñandú, el peludo, la mulita, etcétera) al aumento demográfico y la accesibilidad a todos los ambientes; los incendios de montes y pastizales; la contaminación de los ambientes, especialmente los cursos de agua, por los desechos industriales y urbanos que en ellos se arrojan y la erosión de las cuencas por mal manejo de las mismas con el consecuente agotamiento de ríos y arroyos; la introducción de animales y enfermedades exóticas.

“Párrafo aparte merece la deforestación que hubo por el lapso aproximado de 30 años en el norte, sobre todo el departamento 9 de Julio, donde quedó una superficie boscosa mínima que afectó el refugio de numerosas especies”, aseguró y completó: “Lo mismo sucedió con otras nidificaciones por el laboreo de las tierras por el proceso de sojización en el sur y ahora desplazándose en el centro norte del territorio provincial, junto con el uso indiscriminado y masivo de insecticidas y otros plaguicidas de amplio espectro; la remoción del suelo, la destrucción de las cuevas y la consecuente desaparición de los pastizales”.

Asimismo, la licenciada en edafología detalló que se afecta el hábitat de las especies acuáticas “por el desecamiento de áreas inundables mediante obras de drenaje”; e hizo mención a la caza deportiva y comercial que “afecta en grandes números a las aves de canto o adorno, animales para venta de subproductos tales como cueros, plumas, grasas, entre otros puntos, sin un respeto adecuado de la legislación vigente”.

“A esta altura de la civilización y del desarrollo tecnológico, ni el ciudadano que vive en el lugar más remoto puede manifestar desconocimiento de la situación y de la normativa vigente (en la provincia se aplican la ley nacional Nº 22.421 y provincial Nº 4830 de protección a la fauna), mucho menos quienes se dedican a esto, por lo que se debe puntualizar que el primer eslabón de la cadena de caza y comercialización es el más débil, ya que es el que menos ganancia obtiene de esta actividad, muchas veces llevando una vida de subsistencia”, expresó Mussetti, quien para complementar comentó que hay que desalentar el mascotismo de especies autóctonas, porque “muchas veces queriendo hacer el bien a un individuo de la fauna autóctona se lo lleva a nuestros hogares y en realidad lo que se está haciendo es alentar la caza de otro individuo y así afectar a las poblaciones”.

Como cierre, la profesional proclamó que “si se detectan situaciones de este tipo se denuncien a las autoridades competentes”, al tiempo que remarcó: “El cuidado de la biodiversidad no es un tema que debe restringirse a los amantes de la naturaleza o a los científicos, ya que tiene que ver con la vida diaria del ciudadano, su alimentación, vestimenta, fármacos e incluso a razones culturales y de creencias”.

El comercio ilícito erosiona la biodiversidad

En un comunicado de prensa, haciendo alusión a que este año el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha instituido el lema “Vuélvete salvaje por la vida” (“Go wild for life”), centrando su acción en la lucha contra el comercio ilegal de especies silvestres, el Centro de Protección a la Naturaleza remarcó que “este tipo de comercio ilícito roba el patrimonio natural que es de todos y lleva al borde de la extinción a especies enteras, además de socavar economías locales y a las comunidades. Un tema colateral no siempre mencionado es que este comercio alimenta al crimen organizado, la corrupción y la inseguridad en todo el mundo”.

Y detalla: “El comercio ilegal de especies animales silvestres alcanza un valor de 15.000-20.000 millones de dólares por año y es uno de los negocios sucios más importantes del mundo, junto con el tráfico de drogas, armas y personas. Entre los distintos aspectos del tráfico de especies se encuentran las exportaciones ilegales de marfil –lo que significa la muerte de los elefantes-, y aquellos que son usados como mascotas, para consumo de élites o con fines medicinales no comprobados”. Y ejemplifica con el pangolín, un animal originario de Asia, que aseguran “tiene escamas que son usadas con fines medicinales a 1.500 dólares el kilo o como plato exclusivo en restoranes a 250 dólares”.

Por otro lado, destacan que “aunque no hay cifras oficiales, se estima que en la Argentina el comercio ilegal de fauna silvestre mueve unos 50 millones de dólares anuales (2005)” y detallan que “este negociado acorrala a varias especies amenazadas como la boa ampalagua, la tortuga terrestre chaqueña, la reina mora, el cardenal amarillo y la vicuña” y muchos más.

En ese sentido, insisten en que, “como responsables principales de los cambios en nuestro planeta, la especie humana debe realizar acciones que preserven la salud ambiental y la supervivencia de las especies silvestres que nos acompañan”, al tiempo que destacan que “el tráfico ilegal puede eliminarse en parte con acciones ciudadanas pero requiere, necesariamente, de políticas públicas”.

“Podemos dejar de consumir productos medicinales realizados con partes de especies animales o vegetales en peligro de extinción, podemos negarnos a adquirir como mascotas a especies que provengan de ambientes naturales o no consumirlos en nuestra dieta diaria, pero el Estado debe asumir su responsabilidad usando los mecanismos legales y jurídicos que lo asisten y obligan. Solo la actuación mancomunada y efectiva podrá hacer retroceder al comercio ilegal de especies silvestres”, cierran.



Loreley Duré / Diario UNO de Santa Fe

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