La práctica se denomina grooming. El caso de una nena asesinada en Buenos Aires encendió las alarmas y puso en foco un problema que avanza. Especialistas solicitan que sea la escuela un espacio clave para abordar el tema. Piden no asustar a los chicos, pero trabajar en la prevención.
Cambio cultural. Las especialistas hicieron hincapié en la escuela como espacio en el cual formar ciudadanos digitales y promover relaciones igualitarias entre varones y mujeres.
Micaela Ortega tenía 12 años y vivía en Bahía Blanca. Como casi todos los chicos de su edad, usaba Facebook y otras redes sociales para estar en contacto con sus amigos y para conocer nuevos. Sus padres no sabían la contraseña de su cuenta, como ocurre en la mayoría de las familias. Fue víctima de grooming –el engaño que realiza un adulto a través de la web a una niña o niño– y de femicidio –el crimen de una niña o una mujer por el simple hecho de ser mujer–. Tras su asesinato una pregunta comenzó a circular en las mismas redes sociales y en los medios de comunicación ¿Se podría haber evitado?
Las críticas a una madre que no sabía con quién hablaba su hija por la web y el comentario por lo bajo de cómo se le ocurrió a la nena escaparse de su casa para encontrarse con un desconocido suenan similares al “viajaban solas” de las turistas argentinas asesinadas en Ecuador; y terminan pareciéndose demasiado al “usaba pollera corta” o “estaba borracha”. Asesinan a una mujer cada 30 horas en la Argentina y no es por lo que hacen o por dónde están sino porque hay varones que se sienten dueños de usarlas y desecharlas.
“Es habitual que los chicos busquen amigos en las redes sociales, ellos están ahí, es su espacio, no está separado de la realidad”, explicó Nuria Varela, especialista en el uso seguro de internet y consultora externa de Chicos.net. Y apuntó al diálogo en la escuela y la familia como los mejores espacios para que los chicos aprendan a protegerse.
Por su parte, la especialista en comunicación y género, Claudia Laudano, alertó sobre la necesidad de ver que “detrás del engaño hay un adulto que quiere obtener un beneficio a través de la apropiación sexual. Hoy están esos medios pero podrían estar otros, si no ponemos el foco en que existe una dominación varonil del cuerpo de niñas, niños y mujeres, estamos equivocándonos”.
“Cuando éramos chicas nos decían que no hablemos en la calle con desconocidos o «cuando vayas a bailar no tomes de la copa de otro». Yo lo entiendo dentro de ciertas medidas preventivas que hay que tener en cuenta porque, en la desesperación, una quiere intentar controlar una situación. Eso no está mal pero si vamos a buscar qué es lo que lo genera no hay que pensar que somos las mujeres o las niñas las que generamos conductas o prácticas incorrectas. Lo que hay que cuestionar es la dominación histórica de los varones hacia las mujeres y que está legitimado en algunos sectores”, detalló Claudia Laudano.
Y agregó: “Si no vamos circunscribiendo los espacios y las acciones de las mujeres. Cuando estás en la calle te dicen que no vayas por acá, que no salgas a la noche, que no hagas tal cosa. Hay una idea de encierro. Encerrate, protegete, cuidate pero en tu casa tampoco estás segura. Estás con la computadora y también tenés que cuidarte. Yo entiendo que no se le puede decir a una mujer que se vuelva sola a las 2 de la mañana por una calle que no está iluminada pero hay que apuntar a que debería poder hacerlo porque tiene derecho a circular por cualquier lado, sin que le ocurra nada, por ser una humana”.
La especialista e investigadora apuntó a que “la inseguridad patriarcal” se fue construyendo durante mucho tiempo bajo la idea de una inseguridad general y se ha llegado a un punto en el que es difícil ponerlo en discusión. “En el ciber espacio ocurre lo mismo, le empezamos a decir que no puede hacer y termina pudiendo usar las redes para lo que parece seguro pero ¿qué es seguro?”, expresó Laudano.
Protegerse
Varela insistió con que las redes sociales, que aún parecen un mundo ajeno para muchos adultos, es un espacio más de socialización de las niñas, niños y adolescentes. “La escuela, la calle, el boliche, instagram y las redes sociales es donde pasan cosas. Y así como cuando van a bailar conocen a alguien, también en internet conocen gente”, detalló.
Sobre el grooming, la especialista detalló que es cuando un adulto se contacta con un menor a través de internet. “Puede ser haciéndose pasar por otra persona de su edad o no. A veces se entablan relaciones de confianza haciéndose pasar, por ejemplo, por un productor de televisión o por un amigo de un amigo. La relación es a partir de una mentira y esconde un abuso que se puede dar físicamente o no. Es considerado grooming aunque no se llegue a un encuentro real y concreto como sucedió en el caso de Micaela. Ya la relación en línea es considerada un abuso porque puede haber pedido de fotos, que le cuente cosas. El menor se entrega con confianza a una relación con un adulto del que no conoce su identidad”, explicó.
Consultada sobre si el adulto que hace grooming es siempre un pedófilo, consultora externa de Chicos.net fue determinante: “Sí, siempre hay un motivo sexual de por medio. Puede ser alguien que no termina concretando el encuentro y el abuso físico pero sí se puede dar en línea. En este caso, ella pensaba que la conversación en línea era con alguien de su edad pero hay otros en lo que lo chicos piensan que van a hacer un casting, entonces el adulto le pide fotos en distintas poses”.
A la hora de hablar de la manera de protegerse de los abusadores, manifestó que los central es dialogar sobre el uso de las redes sociales, la sexualidad, los vínculos con los amigos, el uso de drogas y cada uno de los temas a los que los chicos se van exponiendo a partir de su crecimiento. “El contacto con esos puntos está siempre, en la escuela o a partir de un amigo. Tienen que dejar de ser un tabú en la familia. Hay que hablarlo desde chiquitos. Así cuando empiezan a tener acceso a las redes saben cuáles son los riesgos, cómo usarlas y cómo cuidarse”, marcó.
Además resaltó: “Tienen que saber que, en principio, no deberían encontrarse con nadie que no conocen. Y si se hacen amigo de alguien a través de internet, es una situación de riesgo de la que deberían avisar y contar con un adulto de confianza para que lo acompañen. Eso lo tienen que saber los chicos desde siempre, que no todos los perfiles son de quien dicen ser”.
Varela marcó que hay que buscar el equilibrio entre brindarles herramientas para que se manejen de manera segura pero sin llenarlos de miedo. “No hay que asustarlos. Es como cuando les enseñamos a estar en la calle, hay que darles herramientas”, subrayó.
Responsabilidades
Para hacer foco en los verdaderos responsables del acoso en el ciberespacio, Laudano y Varela coincidieron en que es necesario un cambio cultural que lleve a promover el buen uso de los recursos y el respeto de las personas. En ese sentido, ambas apuntaron a las instituciones escolares como un lugar central desde el que se puede llegar a gran parte de la población.
“Las instituciones deberían asumir el rol de educar y acompañar a los usuarios, a los ciberciudadanos, para tener una cultura de uso, de consumo y de producción de contenidos que apunten a la buena convivencia, a lo saludable, a la responsabilidad y el compromiso con lo que se está haciendo”, dijo la consultora externa de Chicos.net.
Y señaló, como ejemplo, que en la escuela antes se enseñaba Formación Ética y Ciudadana y que hoy, desde chiquitos debería formar ciudadanos digitales que actúen con responsabilidad. “Es un espacio más en el que compartimos con otros, en el que tenemos derechos y responsabilidades. Se puede trabajar en que si abro un perfil lo voy a hacer como soy yo, sin mentirle a nadie, por ejemplo. Así no ponemos siempre la culpa en la víctima y nos hacemos responsables de cómo las usamos”, indicó Varela.
Por su parte, Laudano insistió: “La responsabilidad mayor es de un sistema que no está mirando prácticas que son modificables. La prensa sensacionalista le pone a esos individuos el mote de «degenerados» y eso es tranquilizador porque así hablamos de que nosotros somos el conjunto de los «normales» de la sociedad y hay algunos que no. Entonces los aislamos y decimos que lo hacen porque tienen prácticas de pervertidos o sádicos o los llaman «enfermos» en el sentido de perturbado. Pero los estudios psicológicos y sociológicos no dicen que es eso lo que ocurre en los casos de violencia. En realidad, atrás de eso, hay prácticas de poder abusivas que están incorporadas y conforman el sentido común de una sociedad, están naturalizadas. A largo plazo, hay que trabajar en un proyecto de relación de igualdad que permita circular sin que eso sea perjudicial para nadie”.
De todas maneras, indicó que, mientras tanto, hay que pensar en acciones inmediatas pero sin perder el foco del problema de base. “Hay que pensar estrategias a corto y mediano plazo pero siempre que tengamos en cuenta que eso no va a modificar la cuestión de fondo”, subrayó y agregó: “Desde diciembre a esta parte no se avanzó mucho en el trabajo preventivo. Hay que usar no solo los medios de comunicación sino también la educación pública, donde tenés una llegada fenomenal respecto a los contenidos que se pueden abordar. Y ahí se ha desarticulado el trabajo que estaba incluido en la educación sexual integral (ESI) y ahí hay una pérdida importante, sobre todo, si pensamos en un cambio entre mujeres y varones, donde se pueden desarticular lo componentes violentos de vinculación. Eso hay que trabajarlo desde distintos lugares y creo que la labor que se puede hacer desde la educación es muy importante”.
A dos días del #NiUnaMenos y con una lista de víctimas que se incrementa sin descanso, están dadas las condiciones para que la discusión sobre las razones de los crímenes puedan ser llevadas más allá de los latiguillos o lugares comunes y con el compromiso de cada uno, desde cada lugar, de hacer un aporte concreto para que nunca más haya una niña o una mujer asesinada por haber nacido o sentirse mujer.
Victoria Rodríguez / Diario UNO de Santa Fe
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