Mientras se espera el diseño de vacunas, un virólogo de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) destaca la relevancia de controlar al vector que transmite las dos enfermedades, además de la fiebre amarilla.
Prensa UNL |
Esta semana el Comité de Emergencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la emergencia sanitaria global por el brote de infectados con virus zika. Juan Claus, investigador del Laboratorio de Virología de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB) de la UNL, destacó la necesidad de controlar al mosquito que transmite esa enfermedad y otras como el dengue y la fiebre amarilla.
Claus manifestó que ya hay investigadores ocupados en el diseño de una vacuna contra el zika, un objetivo tecnológico factible en no mucho tiempo. A la vez, mencionó que en el caso del dengue ya existe una en etapa de prueba en Brasil y México, mientras que para la fiebre amarilla, otro de los virus relacionados con los dos primeros, desde hace varios años existe otra muy eficaz, recomendada a quienes viajan a zonas endémicas.
Sin embargo, mientras se esperan esas soluciones, resaltó la importancia de la lucha contra el vector de las tres enfermedades, lo cual significa una complicación desde el punto de vista epidemiológico, pero también una simplificación del problema a abordar: “Controlando al mismo mosquito, uno puede controlar la transmisión. En este momento, hay que enfocar la atención en este aspecto”, sostuvo.
Dengue
Según recordó, el dengue puede producir una serie de cuadros clínicos que van desde lo asintomático, es decir, una infección en una persona que no tiene síntomas, lo que ocurre en cerca del 50 por ciento de los casos de infectados por primera vez. “También hay un dengue clásico, con un cuadro clínico bastante leve: fiebre, dolores musculares o articulares e incluso puede haber algún tipo de erupción. También está la forma grave de dengue, que afecta a un porcentaje mucho más bajo de individuos y que se presenta generalmente en aquellas personas que se infectan por segunda vez con el virus y con un serotipo viral diferente al que los infectó la primera vez. Por ejemplo, si uno se infectó con un virus dengue del Tipo 1 y luego con uno de Tipo 2, 3 o 4, aumenta significativamente la probabilidad de enfermarse con un dengue hemorrágico”, describió Claus.
Al mismo tiempo, expresó que, en principio, el virus sólo se transmite por el mosquito, aunque hay reportes muy aislados de transmisión de madre a hijo: “El combate contra el dengue tiene que focalizarse en la lucha contra el vector. En nuestra zona, contra el Aedes aegypti, pero en otras regiones hay otros mosquitos, como el Aedes albopictus”, diferenció.
El virus zika
El especialista agregó que el zika se conoce hace unos 70 años y fue identificado por primera vez en África en monos Rhesus. Se trata de un virus que pertenece al mismo grupo del dengue y de la fiebre amarilla: es un flavivirus patógeno. “En la década del 50 se lo aisló en seres humanos. Es un virus que pasó prácticamente inadvertido hasta el 2007, cuando se detectó un brote en islas del Pacífico sur. Unos años más tarde se consolidó en una epidemia más importante en la Polinesia francesa y se cree que, pasando por las Islas de Pascua, llega a América, donde comienzan a aparecer casos aislados. Finalmente, a principios de este año se detecta un brote muy importante, con un gran cantidad de casos en el estado de Bahía, en Brasil, y luego en otros estados, con cuadros leves y muy parecidos a los que produce el dengue: fiebre, una erupción llamada maculopapular, dolores en los músculos y/o en las articulaciones. Fue cuando se analizaron muestras de sangre en las que se encontraron rastros de virus zika”, contó Claus.
Además, apuntó que en la misma zona donde se detectó inicialmente el brote se reportó una gran cantidad de casos de microcefalia en bebés en gestación y en recién nacidos. “Hubo alguna evidencia adicional que permitió relacionar el virus zika con esos casos: se lo identificó en líquido amniótico de dos madres cuyos fetos padecían de microcefalia y en abortos que se produjeron naturalmente. Sin embargo, no existe una confirmación clara sobre que el virus zika sea el responsable de los casos. Sólo la evidencia de tipo epidemiológico permite establecer la conexión”, sostuvo.
A pesar de no estar confirmada la relación de la microcefalia y el virus, aconsejó a las embarazadas tomar los recaudos necesarios para no exponerse al vector infectado con zika, como, por ejemplo, no viajar a los lugares donde se detectaron focos, pero además no ofrecer las condiciones para que el mosquito Aedes aegypti se reproduzca. “Tanto desde el ámbito público como del de los ciudadanos hay que hacer todos los esfuerzos posibles para minimizar esa probabilidad. Implica eliminar todos los recipientes que puedan servir como criadero de mosquitos: pequeños cacharros, tapitas de gaseosas, recipientes de desagües de aires acondicionados, cubiertas y todo lo que pueda acumular agua”, finalizó en diálogo con LT10.
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