Recortes en las jubilaciones y aumento de la edad de retiro a 67 años, nuevos impuestos y drásticas multas para defraudadores fiscales son los principales puntos del recorte.
Victoria. El premier Tsipras (der.) y su ministro de Finanzas, Euklid Tsakalotos, celebran la votación en el Parlamento.
Recortes en las jubilaciones y aumento de la edad de retiro a 67 años, nuevos impuestos y drásticas multas para defraudadores fiscales son los principales puntos del primer paquete de ahorro del nuevo gobierno liderado por Alexis Tsipras y que fue aprobado por el Parlamento griego.
De los 300 parlamentarios, los 154 diputados de la coalición gobernante votaron a favor, con lo que se logró la del remayoría necesaria. Los votos en contra sumaron 140. Según el líder de la oposición, el conservador Evangelos Meimarakis, la nueva ley hundirá aún más la economía. "¿Están satisfechos recortando las jubilaciones un 10 por ciento?", preguntaba el portavoz parlamentario de los conservadores, Makis Voridis.
Tsipras reconoció la dureza de las medidas, pero se guardaba un as en la manga que mostró durante su intervención: según afirmó, la oposición no está en condiciones de argumentar en contra del programa de ahorro, pues ante el peligro de una salida del euro, conservadores y socialistas dieron su apoyo en agosto pasado al boceto de este programa junto con el anterior gobierno de Syriza. En aquel entonces, más de tres quintos del Parlamento votó "sí", y Grecia pudo permanecer en la zona euro. Por eso, afirmó Tsipras, resulta incomprensible que ahora "hagan tanto ruido". Y en la misma línea se mostró el ministro de Finanzas, Euklid Tsakalotos, quien recordó a conservadores y socialistas cómo en 2010 y 2012, cuando gobernaban el país respectivamente, querían aumentar la edad de jubilación. En esos días, alegó el ministro, ambos partidos argumentaban que los griegos debían aprobar esa medida, la exigiera o no la "troika".
Objetivo, la deuda. Tsipras, quien ha ganado dos elecciones en ocho meses, tiene ahora un nuevo objetivo: según declaró, quiere dejar atrás lo más rápido posible todas las leyes que incluyan medidas de ajuste, como la de ayer, para negociar con los acreedores una reestructuración de la deuda griega. Si lo consigue, será una gran victoria para el líder de Syriza: Grecia se queda en el euro y, al mismo tiempo, conseguiría ventajas para su deuda. Una victoria para mostrar a las bases de Syriza, desconcertadas desde el viraje de Tsipras desde una postura radical, de rechazo frontal al ajuste, a aceptarlo y aplicarlo. Syriza y Tsipras ganaron las elecciones adelantadas de enero pasado. En los primeros meses de gobierno chocaron frontalmente con la "troika" y en especial con la Unión Europea. Se delineó entonces una posible salida de Grecia del euro por el default de su deuda, que parecía inminente. Eran los meses en que el entonces ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, se hizo famoso en tod el mundo con sus declaraciones altisonantes. Pero Varofaukis fue echado por Tsipras, el default se eludió casi a último minuto en agosto pasado y Tsipras aceptó un drástico paquete de rescate por tres años a cambio de las reformas que ahora está haciendo aprobar en el Parlamento. Pero Tsipras decidió renunciar ante la ruptura interna de Syriza y la pérdida de 30 diputados. Fue a elecciones y ganó nuevamente, el pasado 20 de septiembre. Los maximalistas de Syriza que habían formado un nuevo partido de izquierda radical quedaron afuera del Parlamento, al no llegar al mínimo de 3 por ciento de votos. Syriza logró un 35,5 por ciento y los conservadores de Nueva Democracia, un 28 por ciento. Fue un respaldo neto a la línea negociadora con la "troika" de Tsipras, que recuperó la jefatura de gobierno.
No obstante, los acreedores aún no han dado su visto bueno al programa de ahorro griego, aunque en la fase actual no se espera que Tsipras tenga que hacer frente a grandes protestas. El sindicato de estatales Adedy convocó el viernes junto al sindicato comunista Pame una manifestación ante el Parlamento, pero sólo fueron unas 3.000 personas. Hace dos años, acudieron decenas de miles, que salieron a la calle cuando iba a aprobarse un programa de ajuste similar.
Otro paquete. Con todo, el camino hacia la anhelada reestructuración de la deuda es pedregoso. En noviembre seguirá un segundo paquete de medidas, aún más duro, en el que esta vez será el turno de los agricultores: se reducirán todos sus beneficios fiscales, y la reacción de la calle podría ser más dura. "Los motores de los tractores ya braman", señala la prensa local apuntando a futuras movilizaciones.
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