Delincuentes ingresaron al domicilio del camarista Eduardo Freiler. Durante tres horas intentaron abrir una caja fuerte, pero no tuvieron éxito. El asalto fue a 500 metros de la Quinta de Olivos.
Infobae |
Los investigadores y el entorno del integrante de la Sala 1 de la Cámara Federal no tienen dudas: el robo no fue al voleo. Durante la noche del lunes, tres delincuentes entraron a la casa del juez Eduardo Freiler, encerraron a la empleada que cuidaba el hogar y trabajaron tres horas para intentar abrir la caja fuerte del magistrado.
El camarista estaba de vacaciones con su familia en Necochea. Los asaltantes parecían saberlo: durante tres horas, intentaron sin éxito forzar la cerradura de la caja fuerte. Se manejaron con la tranquilidad de quien sabe que no volverá nadie a la casa. Cuando se dieron por vencidos, se retiraron del lugar llevándose algunas alhajas, dinero en efectivo y armas largas.
Según informa el diario La Nación, tanto el entorno del juez como los investigadores de la Policía Bonaerense y el fiscal de Vicente López, Alejandro Guevara, tienen la misma opinión:no se trató de un asalto al voleo.
El fiscal y la Policía Bonaerense coinciden: no fue un robo al voleo
Los indicios son múltiples: los delincuentes hablaban en código y se manejaron como si supieran que nadie iba a regresar a la casa en las próximas horas. A diferencia de los robos al voleo, no se llevaron electrodomésticos como televisores, computadoras o equipos electrónicos. Tan sólo joyas y dinero en efectivo.
Los delincuentes consiguieron ingresar a la vivienda en las últimas horas del lunes, cuando la empleada que se había quedado a cuidar la casa salió a sacar la basura. En la vereda, dos hombres armados la amenazaron y la obligaron a ingresar al domicilio de la casa Wineberg al 2600. Los investigadores sospechan que el tercer involucrado se quedó en un auto estacionado cerca de la puerta para actuar como "campana" y avisar sobre posibles obstáculos.
Se trata de una casa con rejas altas, sistema de seguridad y una lona verde que impide ver lo que sucede en el jardín delantero. En la zona hay custodia policial y privada no sólo por los hogares de gran poder adquisitivo, sino porque la Quinta de Olivos se encuentra a solo 500 metros.
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