Todo está listo para que Miguel Angel Russo continúe como entrenador de Rosario Central. Por eso, más allá de que aún falte la firma, el técnico canalla está en condiciones de mensurar un montón de cuestiones de la temporada que acaba de terminar, para pulir y mejorar de cara al futuro.
La Capital |
La forma de jugar que tendrá el equipo en el próximo torneo será una de ellas. Como banco de prueba y análisis está lo ocurrido en los últimos 12 meses, donde el Canalla pasó por varios esquemas diferentes. A la luz de los números, el que contempló la presencia de tres delanteros fue el que mejores dividendos arrojó. Lo que vendrá será tiempo de análisis y reflexión. A partir de eso sí llegará la toma de decisiones para ver de qué manera se intentará jugar y en base a eso salir a la búsqueda de refuerzos, ya teniendo en claro la baja de Jesús Méndez.
A esta altura seguir hablando de números con la frialdad de la rigidez, casi como compartimentos estancos, suena raro. Pero es la forma que todavía se utiliza para diferenciar un sistema de otro. Es más, hay jugadores y posiciones que hacen que la línea entre un sistema y otro sea demasiado fina. Sin ir más lejos, sucedió en el arranque de la temporada, cuando Russo ubicó a Carrizo como una especie de doble cinco adelantado (unos metros por delante de Nery Domínguez), casi cumpliendo más funciones de enganche que de actor principal en el círculo central.
Allí comenzó la historia de este Central, que con el correr del torneo fue mutando, viajando de un sistema a otro. En esa primera apuesta, la búsqueda de resultados fue poco fructífera. Pachi nunca se sintió cómodo, el equipo nunca supo aprovecharlo y el desenlace apareció tras seis fechas: no más Carrizo de enganche.
Un pequeño cambio en cuanto a los intérpretes (ingresó Becker un par de partidos), le dio vida a lo que fue otra mini racha de encuentros mal resueltos y por eso el golpe de timón, en un momento bien marcado y con claras señales por parte del entrenador, quien leyó a la perfección que el equipo no respondía.
Fue el tiempo del sistema "más ambicioso" hasta aquí mostrado. Carrizo volvió a la cancha, pero para cumplir otra función. Fue cuando Diego Lagos se cerró un poco más, al igual que Encina, y que Nery quedó como único volante de contención, para que los tres de arriba tuvieran mayores posibilidades. Y en esto no corren los nombres propios. Todo lo contrario. Porque, por citar sólo un ejemplo, Medina fue quien arrancó como uno de esos tres puntas, pero rápidamente Acuña se terminó haciendo un lugar.
Se trató del mejor momento del Canalla en la temporada. Al menos desde lo resultados. Porque aparecieron los triunfos que le dieron forma a una levantada que se tradujo en números. Jugando de esa manera, Central disputó los últimos 10 cotejos del torneo Inicial en los que obtuvo el 53.33 por ciento de los puntos (4 triunfos, 4 empates y 3 derrotas).
En aquel tiempo Russo ya mostraba conformidad. Pero de a poco iba pensando su nuevo modelo de equipo. Y tal vez lo haya pensado más desde el lado de la consistencia y el equilibrio. Por eso, finalizado el torneo Inicial se fue en busca de un determinado tipo de jugador. El apuntado fue Jesús Méndez, de quien se sabía, allá por fines de diciembre, que su vuelta a Central estaba muy cerca de concretarse.
En ese ínterin, en la previa del torneo Final, el DT habló de que en cada partido podía presentarse una formación y un esquema diferentes, “de acuerdo a los niveles”. El tiempo mostró que hubo un accionar prácticamente inclaudicable sobre el esquema base que estar a expensas de esos vaivenes de cada futbolista.
Lo cierto es que con la llegada de Méndez fue una especie de “barajar y dar de nuevo”. El mendocino aportaba poco para lo que se venía haciendo (Lagos ya había emigrado) y el DT canalla pensó en el tradicional 4-4-2. Otra vez los nombres fueron lo de menos. Porque fue el esquema el que se mantuvo fecha tras fecha.
Con buenos resultados y otros no tanto. Pero fue a lo que Russo decidió apostar de entrada y a lo que le dio sostén con sus decisiones. Hubo un 49.12 por ciento de eficacia —se incluye el partido ante Tigre, en el Inicial—, con 7 victorias, 7 empates y 5 derrotas.
Casi que es para la anécdota lo que pasó ante Racing, cuando el DT optó por meter mano y probó nuevamente aquel esquema con enganche que tan pocos resultados le había dado en etapas anteriores. Contra Argentinos Juniors se volvió al 4-4-2 tradicional.
De cara al futuro habrá varias evaluaciones. Necesarias por cierto. Como mínimo, todas arrojarán la importancia de haber probado con varios esquemas. No es menor que con la conjunción de todos ellos se haya redondeado una buena temporada y alcanzado el objetivo primario varias fechas antes del final, pero el ojo clínico por parte del cuerpo técnico estará en lo que fue la productividad que expuso cada uno de ellos. El que incluyó tres delanteros fue el más provechoso, aunque lo que vendrá, con el armado de un nuevo plantel, se convertirá en una historia diferente.
En aquel tiempo Russo ya mostraba conformidad. Pero de a poco iba pensando su nuevo modelo de equipo. Y tal vez lo haya pensado más desde el lado de la consistencia y el equilibrio. Por eso, finalizado el torneo Inicial se fue en busca de un determinado tipo de jugador. El apuntado fue Jesús Méndez, de quien se sabía, allá por fines de diciembre, que su vuelta a Central estaba muy cerca de concretarse.
En ese ínterin, en la previa del torneo Final, el DT habló de que en cada partido podía presentarse una formación y un esquema diferentes, “de acuerdo a los niveles”. El tiempo mostró que hubo un accionar prácticamente inclaudicable sobre el esquema base que estar a expensas de esos vaivenes de cada futbolista.
Lo cierto es que con la llegada de Méndez fue una especie de “barajar y dar de nuevo”. El mendocino aportaba poco para lo que se venía haciendo (Lagos ya había emigrado) y el DT canalla pensó en el tradicional 4-4-2. Otra vez los nombres fueron lo de menos. Porque fue el esquema el que se mantuvo fecha tras fecha.
Con buenos resultados y otros no tanto. Pero fue a lo que Russo decidió apostar de entrada y a lo que le dio sostén con sus decisiones. Hubo un 49.12 por ciento de eficacia —se incluye el partido ante Tigre, en el Inicial—, con 7 victorias, 7 empates y 5 derrotas.
Casi que es para la anécdota lo que pasó ante Racing, cuando el DT optó por meter mano y probó nuevamente aquel esquema con enganche que tan pocos resultados le había dado en etapas anteriores. Contra Argentinos Juniors se volvió al 4-4-2 tradicional.
De cara al futuro habrá varias evaluaciones. Necesarias por cierto. Como mínimo, todas arrojarán la importancia de haber probado con varios esquemas. No es menor que con la conjunción de todos ellos se haya redondeado una buena temporada y alcanzado el objetivo primario varias fechas antes del final, pero el ojo clínico por parte del cuerpo técnico estará en lo que fue la productividad que expuso cada uno de ellos. El que incluyó tres delanteros fue el más provechoso, aunque lo que vendrá, con el armado de un nuevo plantel, se convertirá en una historia diferente.
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