No resulta para nada novedoso que en toda cuestión donde se debaten responsabilidades o existan diferencias entre los poderes de gobierno o entre los distintos niveles del mismo quien paga el pato de la boda resulte siempre el personal policial, así ha sido siempre y lo seguirá siendo mientras a nuestra gente se le siga negando el constitucional derecho a agremiarse como lo establece la Constitución Nacional y las leyes que reglamentan este derecho humano.
Entretanto un nuevo conflicto que ha asomado no hace mucho como consecuencia de la carencia de estrategias por parte del gobierno de nuestra provincial en el manejo en un tema tan delicado como el de la seguridad pública que ante la falta de respaldo legal, de equipamiento y de recursos en general, sumado a la apatía que esta situación ocasiona en el ánimo de los trabajadores de la seguridad pública a ver que su trabajo por más esfuerzos que se hagan nunca serán reconocidos y ni siquiera mejorarán la situación porque los delincuentes regresan inmediatamente a la calle, los bajos sueldos, el aumento de haberes por debajo de lo que recibieron otros sectores y en cuotas, la carencia de incentivos como ascensos y promociones salvo en los cargos superiores. Esto es innegable y resulta sobreabundante reiterarlo porque a la vista de todos esta, menos por supuesto de quienes deberían poner atención a tan grave situación.
Todo ello viene influyendo negativamente en la seguridad de los habitantes de la provincia y si bien muchos intendentes realizan continuos reclamos en procura de lograr mayor cantidad de personal y medios, otros se lanzaron en pseudas patrullas urbanas o como se las quiera llamar que poco o nada hacen en el logro de los objetivos buscados y menos seria aún si no se comprometiera a un policía “de verdad” para que acompañe al empleado municipal y sea el primero que, llegado el momento en que las papas quemen deba poner sus anchas espaldas para sacarlas del fuego.
Pero por si todo esto fuera poco hace muy poco tiempo el Intendente de General Pueyrredón, arriesgo todo con una propuesta que por supuesto sus seguidores apoyaron y algunos otros delirantes sin conocimiento alguno también, como lo es la creación de una policía municipal armada, prometiendo a los vecinos entre otras cosas que “serían verdaderos profesionales”, que estarían con el vecino antes de que llegaran los delincuentes”, etc. etc. todo sin tener en cuenta la legalidad de la propuesta y como podría cumplir con lo que anunciaba sin ir en contradicción de las normas constitucionales y de las leyes provinciales.
Por supuesto, “a río revuelto…”, aparecieron los vendedores de humo que ya sacaron la cuenta del buen negocio que podrían hacer y sin que se razonara sobre sus fracasos anteriores en los lugares donde incursionaron en el tema de la seguridad como por ejemplo haber formado parte del equipo del nefasto Arslanián, a quién entre otras cosas le debemos la destrucción del sistema de seguridad provincial y encontrarnos en el lugar que nos encontramos, prometieron el oro y el moro, y siendo como corresponde a todo buen vendedor de esperanzas, excelentemente recibidos.
Bueno, la cosa parecería ir desinflándose desde el momento que la ciudadanía comenzó a ver que detrás del telón de colores se encontraba además de una necesidad imperiosa de mejorar la imagen del gobernante local en vistas a las próximas elecciones y más grave aún que una sobretasa con ese destino recaudaría una suma muchas veces millonaria que confrontada con el costo del nuevo sistema policial informado por los mismos inventores superaría en mucho esas necesidades por lo que se comprende sin pensarlo demasiado que podría utilizarse para procurar niveles las cuentas en bajada del municipio marplatense.
Claro que semejante barullo no podía pasar desapercibido por el Gobierno Provincial, que pese a su tono conciliador y pacifista no podía dejar de ver que en sus propios ojos se violaran las leyes provinciales con la pretensión de crear un engendro policial justificado de alguna forma por la inseguridad reinante en el distrito, por lo que no vio mejor solución, en lugar de enviar personal y recursos que regalarle a los marplatense los más altos exponentes del cacicazgo de la fuerza policial provincial con el encargo de bajar el índice delictivo, como si esto fuera de exclusiva responsabilidad del personal allí destinado.
Llegada la patota a la Perla del Atlántico, la consecuente reunión con los jefes y jefes de dependencias locales según se comenta no habría resultado precisamente “de camaradería” ni mucho menos, ya que menudearon los insultos, los agravios y las amenazas, aprovechando por supuesto la prepotencia que permite la colección de soles sobre los hombros, en una acabada muestra, que como ya dijéramos en anterior editorial de APROPOBA, no evidencia otra cosa que la incapacidad total de conducir, como se entiende desde el punto de vista de lo que ello significa en el manejo de una fuerza como la policial.
Un regreso a los tan famosos como inútiles “Operativo Imagen”, que además de no lograr nada desde el punto de vista operativo, de causar la risa de los delincuentes, molestar al vecino que constantemente consulta porque la policía no busca a los ladrones en lugar de molestarlos a ellos, también cansa al personal que se destaca por muchas horas en tarea que sabe inútil, se pregunta porque sus jefes no tienen la capacidad de utilizarlo en algo más productivo en la lucha contra el delito, como también si se lo castiga colocándolo allí para que los delincuentes sepan donde está la policía y puedan actuar tranquilos en otro lugar, además de rogar porque no aparezca en algún momento un alto jefe de los destinados a controlarlo y que para justificar su actividad no encuentre mejor forma que sancionarlo por tener un botón desprendido- Todo sea por un posible ascenso prometido si baja la estadística delictiva.- En fin, nada nuevo bajo el sol.
Otra vez vemos a los bomberos, especialistas en lo suyo pero no en combatir la delincuencia, inútilmente cansados en ese tipo de operativos y otra vez la amenaza para que se redoble la estadística de hechos esclarecidos a breve término, lo que bien sabemos quienes tenemos experiencia ha arrojado muy malos resultados cuando en el afán de cumplir con lo ordenado se puede llegar a infringir la Ley. No es buena idea.
Ahora bien, cualquier medianamente pensante a esta altura habrá deducido, como lo deducimos desde APROPOBA que el tema pasa porque el Intendente y el Gobernador no hablan del tema o si hablan no son sinceros entre sí, porque tampoco a nadie escapa que el provincial ya debería haber puesto al municipal en su lugar aclarando que lo que pretende NO ES FACTIBLE, NI DESDE LO LEGAL NI DESDE LO PRACTICO, y enviarle no solamente los recursos en personal y medios necesarios para revertir la inseguridad, sino llevar a la legislatura los proyectos de ley que den a la Policía las herramientas necesarias para lograr su misión, pero ello no ocurre y entretanto como siempre ocurre y como mencionamos al principio de esta nota, COMO SIEMPRE, AL FINAL EL PATO SIEMPRE LO PAGA EL TRABAJADOR POLICIAL.
APROPOBA, 13 de mayo de 2013.
MIGUEL ANGEL REYNOSO
Secretario General
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